Capítulo 4: Los resultados de una ardua batalla. Parte I.

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      Angeal la observó rápidamente de arriba abajo buscando detallarla con disimulo. Por lo que conseguía apreciar a simple vista la capacidad física de aquella niña debía de ser realmente mínima y no había necesidad de ser un experto para saberlo pues era más que obvia su condición endeble con tan poca cantidad de peso y masa muscular. La chica estaba muy delgada y su piel blanca, algo tostada por el sol, lucía tan delicada que parecía que con sólo recibir un golpe se rompería y que se desgastaría nada más exponerse a la intemperie. A pesar de su cabello corto y el peinado masculino que portaba, sus enormes ojos y su pequeña nariz recta le daban un aspecto muy femenino y delicado.

      Luego de examinar sus condiciones físicas prosiguió a analizar sus palabras con ligera consternación. No sabía si había escuchado mal pero creía haberla oído decir que quería unirse inicialmente a las tropas de Shin-Ra como un soldado raso cualquiera pero..., ¿a qué se refería en realidad cuando decía que quería hacer aquello "inicialmente"? ¿Acaso planeaba hacer algo más después? ¿Pretendía unirse a los Turcos más adelante o algo parecido? No se le ocurrían más opciones que aquellas.

— ¿"Inicialmente"?— repitió haciendo las comillas con sus dedos a lo que ella asintió de manera leve sin entender por completo su acción—. Disculpe mi intromisión pero... ¿qué quiere decir con eso exactamente?— cuestionó directamente acariciando su barbilla y ocultado la curiosidad que sentía hacia la impredecible chiquilla que se encontraba frente a él.

     No iba a negar que aquello lo confundía un poco, es decir, ¿qué más pretendía conseguir además de eso? Personalmente a él ya le parecía demasiado teniendo en cuenta de que tipo de individuo, físicamente hablando, se trataba.

— Bueno...— apretó el borde de su camiseta con fuerza entre sus manos, honestamente no podía evitar sentirse apenada y ridícula ante la idea de responder aquel interrogatorio. Era embarazoso tener que contarle aquellas cosas tan tontas que deseaba precisamente a él—... La verdad es me gustaría ser capaz de pertenecer algún día a SOLDADO— respondió omitiendo, deliberadamente, la parte en la que debía de resaltar el hecho de que no deseaba convertirse en cualquier SOLDADO, no, sino en uno de Primera Clase.

Sin embargo, y aunque no había mencionado el detalle que según ella consideraba el más importante, no pudo evitar sentir un poco de orgullo. Observando el suelo sonrió de lado al imaginarse la posibilidad y sus mejillas adquirieron nuevamente ese suave tono rosa que la hacían ver ciertamente adorable.

      El mayor imitó su gesto y formó una leve sonrisa, la chica le resultaba bastante tierna. Ciertamente no la conocía para en lo absoluto, pero ya podía decir con seguridad que le agradaba. Suspiró imperceptiblemente ante aquella respuesta, no iba a negar se había sorprendido un poco al inició pera ya comenzaba a entender que de esa chiquilla se podía esperar cualquier cosa. Por otro lado, lo que si le resultaba algo inquietante eran las expectativas que tenía pues era más que obvio que eso no era todo lo que tenía por decir y le preocupaba un poco que pudiera deprimirse de no conseguir cumplir sus metas..., quizás debiera hacerla entrar en razón y advertirle de antemano lo que le esperaba.

— Pues eso realmente está muy bien— sin darse le sonrió como se le sonríe a un niño pequeño para que no se sienta tan mal al darle una mala noticia—, pero quisiera advertirte desde ahora que tendrás que esforzarte mucho para lograrlo. Ser SOLADADO puede resultar bastante... complicado y peligroso, aunque supongo que eso ya lo sabes...— no sabía bien que decirle ni que palabras usar para no sonar como si estuviera "despreciándola" o insinuando que fuera incapaz de lograr lo que se proponía pero le era inevitable pensar de otra manera, a sus ojos aquello se veía tan complejo...

Sedit sólo tuvo que escuchar sus palabras y el tono con el que las pronunció para notar, para su absoluta decepción, que en realidad aquellas palabras prácticamente querían decir: "Realmente dudo que lo consigas, pero de cualquier forma admiro tus grandes aspiraciones y tu capacidad para soñar tan alto", o al menos así las entendía ella. No negaría el hecho de que se sintió algo desanimada ante la impresión de que uno de sus más grandes admiraciones estuviera insinuándole con palabras "bonitas" que sus oportunidades de conseguir lo que quería eran mínimas, de que uno de sus héroes le dijera que no tenía casi oportunidad. Sin embargo, no por eso pensaba perder la esperanza, le demostraría a todos, incluso a él, lo que era capaz de hacer.

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