Capítulo 15: ¡Qué comience la tortura! Parte II

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Sedit velozmente se cuadró ante él, tratando de verse lo más firme que podía mientras  la mirada del Capitán parecía querer degollarla o algo similar. Iba a disculparse por su falta, pero antes de que pudiera pronunciar palabra el mayor habló primero, haciéndola cerrar la boca en el acto.

— Llega más de treinta minutos tarde, soldado— anunció con voz grotesca mientras le lanzaba una mirada distraída a la pantalla de su celular.

La muchacha no pudo evitar tragar con fuerza ante el tono que su superior había usado, entendía que había llegado media hora tarde y que estuviera molesto, pero aun así le disgustaba bastante su entonación tan despectiva y esa mirada de superioridad que llevaba en el rostro. No sabía porque, pero el Capitán no traía su casco puesto, seguramente se lo había quitado antes para intimidarlos a todos con esa cara de limón agrio que tenía.

Era un hombre robusto, no tan mayor, pero con la frente arrugada por su constante ceño fruncido. Le calculaba unos treinta y tantos o quizás unos cuarenta años más o menos, tenía el cabello negro muy corto y ojos de un café bastante oscuro. Además, cabe destacar que el sujeto en sí poseía una apariencia muy... malvada y estricta.

— Lo... Lo siento mucho, señor. Le aseguro que no se volverá a repetir.

Ante su recriminación lo único que pudo hacer fue disculparse, tratando de sonar lo más convincente y serena que podía, pero sabía perfectamente que su rostro la delataba, estaba segura de que se le notaba a kilómetros el pánico en la cara aún con el casco puesto. Sintiéndose intimidada, no pudo evitar bajar un poco la mirada, no quería seguir viéndolo a los ojos mientras actuaba de forma tan penosa.

El casco le dificultaba un poco ver, pero aun así le lanzó una mirada rápida a los demás presentes en la sala. Muy vagamente ubicó a sus dos compañeros de habitación, quienes la miraban con algo de preocupación. Sin embargo, tuvo que volver a centrar su atención en el Capitán casi de inmediato pues este se dirigió a ella nuevamente.

— Más le vale, soldado— tragó con fuerza al oírlo, eso claramente había sonado como una amenaza y por lo mismo sus nervios no hicieron más que incrementarse, no quería entrar en pánico, pero el rostro del sujeto no la ayudaba a calmarse—. Pecho pegado al piso y cuerpo apoyado sobre las puntas del pie— ordenó de repente, con un tono súper autoritario que hizo que la chica se quedara un momento paralizada, sin saber qué hacer y víctima de un lapsus mental—. ¡Ahora!— ante su gruñido violento, Sedit logró reaccionar y prácticamente se lanzó al suelo tal y como él le había indicado. Se colocó boca abajo, apoyando la parte inferior de su cuerpo sobre las puntas de sus pies y manteniendo ambos brazos a cada lado de su cara, con las palmas extendidas. Por la brusquedad con la que se había tirado al suelo, el casco se le había descolocado, pero no tuvo oportunidad de arreglarlo—. Bien. Va a hacer unas cuantas flexiones como sanción por su retraso— le informó con una sonrisa un poquito despiadada—. Empezamos desde arriba.

— S-Sí, señor.

Tras respirar profundamente, hizo lo que su superior le ordenó. Extendiendo ambos brazos elevó su torso rápidamente y espero en esa posición a que el Capitán le indicara cuando comenzar, mientras mantenía la cabeza algo gacha. Necesitaba relajarse si quería hacerlo bien y mirarlo no hacía más que ponerla nerviosa. Con cada segundo que pasaba el casco se le deslizaba cada vez más, faltaba poco para que se le terminara de salir por completo y eso la estaba desesperando un poco, sin embargo, no se lo quitó ni nada, no quería más problemas

— Hará treinta, una por cada minuto de retraso, y tenga en cuenta que estoy siendo bastante suave con usted por ser este su primer día, pero si no las hace correctamente tendrá que volver a empezar desde el comienzo, ¿quedó claro?— para su completa sorpresa el mayor se agachó, quedando de cuclillas frente a ella y, de la nada, le quitó el casco de un jalón. Al parecer él también había notado que se le estaba cayendo.

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