Capítulo 13: El inicio de una nueva etapa.

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Una vez que las puertas del elevador se cerraron a sus espaldas pudo, por primera vez desde que había visto al General, respirar con tranquilidad. Inhaló profundamente, tratando de relajar sus músculos y acompasar los latidos de su corazón. Aunque ya todo había pasado no podía evitar sentirse ansiosa e inquieta, era increíble cómo tan solo una de esas intensas miradas de Sephiroth era suficiente para hacer sus piernas flaquear y hacerla sudar frío. Con todo lo que le había pasado ese día era más bien sorprendente que aun siguiera en pie, ya era para que se hubiera desmayado a esas alturas.

Habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que todo le resultaba difícil de creer, el simple hecho de haber conocido a los populares SOLDADOS de Primera Clase ya era lo suficientemente disparatado como para hacerla pensar que estaba soñando, y que además era uno de esos sueños tan improbables que te sientes como un completo idiota por siquiera haberte atrevido a soñar con eso. Le costaba creer que fuera cierto, pero lo era, había conocido al General Sephiroth e incluso habían intercambiado más de una palabra, aquello definitivamente era algo digno de envidiar y, aunque no sabía si quería volver a tener una experiencia tan agotadora como aquella, jamás olvidaría ese momento.

Con respecto a los otros dos, sí sentía que su amistad con Angeal y Genesis podría llegar a continuar o al menos eso deseaba, pero realmente dudaba volver a tener contacto con Sephiroth, aquello sería muy bueno para ser verdad.

Tras soltar un pesado suspiro, ingresó a su ahora habitación. Primero revisaría los uniformes que tenía a su disposición para ver qué tan grave era la situación y luego ya vería que hacer. Cuando regresó la única persona presente era el pelirrojo, quien se encontraba sentado en uno de los escritorios que daba la espalda al ventanal, Sedit lo saludó brevemente y él le devolvió el gesto de igual forma, sin prestarle mucha atención.

Al momento de abrir el armario metálico notó como alguien parecía haberse tomado la molestia de pegar con cinta adhesiva un pequeño trozo de papel sobre cada una de las puertas, buscando indicar el "propietario" de cada compartimiento. Según podía ver a ella le habían asignado el último de lado derecho, pues el pequeño trozo de papel tenía escrito su nombre en una letra cursiva bastante bonita, debía reconocer. Abrió la puerta y vio como dentro había dos repisas, en ellas se encontraba toda su indumentaria correspondiente perfectamente doblada y organizada.

Lo revisó superficialmente y por lo que pudo ver había dos casos, dos pares de guantes, algunos accesorios como las protecciones de las rodillas y los cinturones, y un par de botas junto con cinco uniformes. Además de eso, en un compartimiento situado en la parte inferior había dos armas de fuego, para ser más precisos unos rifles automáticos, y una de esas varas raras que los soldados de infantería suelen llevar sujetas a una de sus piernas.

 En la parte superior había un perchero completamente vacío, supuso que ese lugar estaba destinado a guardar la ropa que ella ya había traído y, aprovechando el tiempo que tenía, se dispuso a organizarla primero. Guardó todo en su lugar y, tras revisar la ropa destrozada que había usado en las pruebas, decidió que usaría la camiseta como pijama en lo que compraba más ropa y como el pantalón únicamente se había rasgado en la parte inferior, lo cortaría y los convertiría en un short.

Una vez que terminó de organizar todas sus pertenencias, tomó uno de los uniformes y se fue al baño para probárselo, a penas lo desdobló supo que le iba a quedar excesivamente enorme y así fue. La parte superior le llegaba hasta más abajo de las rodillas, justo como un vestido de señora y los pantalones no le quedaban bien ni aunque se los subiera hasta debajo de los pechos. Ni siquiera podía ajustárselos con el cinturón y los arrastraba por el piso sin remedio aunque tratara de doblarlos un poco. Con un suspiro de resignación, se quitó la ropa. Los uniformes estaban diseñados para ser usados por chicos de estatura promedio y medianamente "tonificados", pero aun así no eran tan exageradamente grandes como ella los veía, el problema también era que Sedit estaba demasiado delgada.

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