Capítulo 12: El Gran General Sephiroth. Parte II

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Sedit se estremeció al escuchar y reconocer aquella voz profunda y gruesa a sus espaldas y, al igual que Genesis, se giró rápidamente en su dirección para encontrarse con el rostro claramente molesto de Sephiroth, el mayor héroe de Shin-Ra. Sintió sus brazos temblar a medida que su ritmo cardíaco aumentaba nuevamente y se quedó sin aliento, sumamente avergonzada de que fuera justamente él quien la viera en semejante situación. Si bien Sephiroth la había "salvado" y estaba agradecida con su oportuna aparición, él era la última persona que quería que acudiera en su rescate, no quería que viera lo estaba pasando. Sobre todo teniendo en cuenta de que había sido él mismo quien la había regañado más temprano ese día precisamente para que se "diera a respetar" y evitara esa clase de escenas.

Al castaño, por otro lado, no pareció importarle su presencia en lo absoluto, al contrario. Al ver a su amigo se le iluminó el rostro y, con total naturalidad, se limitó a colocarla de nuevo en el suelo, así de los más casual, mientras centraba su atención en él y se le acercaba, sonriente. Una vez que Genesis la dejó en el suelo, Sedit no supo ni como fue capaz de mantenerse de pie con sus piernas de gelatina.

— ¡Sephiroth!— exclamó con alegría mientras se acercaba a él, arrastrando a la chica consigo aun cuando ella se opuso. Una vez que estuvieron frente al General, Sedit se apresuró a soltarse del agarre que el ojiazul tenía en su mano—. Me gustaría presentarte a Sedit Freeman, es una chica de lo más dulce y como sabrás pasó las pruebas con excelencia.

Por alguna razón que la chica desconocía, el último comentario lo hizo con un tono más burlón y sinuoso que de costumbre, sonaba como si estuviera insinuándole algo al General y, aunque ella obviamente no comprendía a lo que se refería, Sephiroth sí lo hizo y no pudo más que observar a Genesis con un pequeño gruñido imperceptible. Angeal seguramente ya le había contado lo de los resultados.

Con el ceño levemente fruncido, llevó su mirada a la chica, quien por culpa del castaño ahora se encontraba toda despeinada y agitada, y a observó durante unos momentos en los que ella se esforzó lo más que pudo para tragarse los nervios y devolverle la mirada. Ella no supo cuánto duró, pero agradeció al cielo cuando el mayor finalmente la apartó, con claro desinterés, y posó sus ojos en su amigo de nuevo.

Sedit no sabía con certeza si era algo bueno o malo el haber sido ignorada tan olímpicamente.

— ¿Dónde está Angeal?— fue lo único que preguntó, sin prestarle atención en lo absoluto a lo anterior dicho por el SOLDADO.

— Finalmente llegó su cachorro, así que ya se fueron a entrenar— Sephiroth asintió ante la respuesta mientras que la muchacha no pudo evitar mirar al castaño haciendo una mueca, claramente extrañada. ¿"Cachorro"? ¿Se refería a Zack?—. ¿Y bien? ¿No vas a saludar?

Sabiendo que ese tipo de comentarios burlones lo molestaban, Genesis decidió presionarlo un poco, rato después, al ver que su amigo no planeaba decir nada al respecto. Sephiroth lo observó un momento, ceñudo, y tras soltar un bufido, se cruzó de brazos.

— Hola.

Fue un saludo tan seco que Sedit, cada vez más intimidada por su rostro serio, pensó que quizás ser totalmente ignorada por él hubiera sido lo mejor, porque así se hubiera ahorrado el enorme esfuerzo que suponía para ella devolverle el saludo de manera decente.

— H-Hola— musitó como pudo, bajando un poco la cabeza. Obviamente no esperaba que alguien como Sephiroth fuera amable con ella ni nada similar, pero era difícil no sentirse algo cohibida ante su frialdad y desdén.

Sephiroth, en realidad, también se sentía algo incómodo aunque no lo pareciera. Después de todo, si era sincero debía admitir que no tenía ni la más mínima idea de cómo tratar con las mujeres, pocas veces había tratado con una fuera del ámbito laboral y había escuchado tantas cosas de ellas (mayormente negativas, cabe destacar) por parte de Genesis y de otras personas que ahora realmente prefería no inmiscuirse demasiado con el género femenino. Por lo poco que sabía, muchas de ellas podían llegar a ser escandalosas, molestas y parecían tener una peligrosa afición por el chisme, cosa que él aborrecía. Lo último que quería y necesitaba era tener a alguien esparciendo rumores suyos y de sus dos amigos por ahí, ya tenían suficiente con sus Clubs de Fans.

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