— ¿Vestidos iguales? ¿En serio?— Mónica pasaba los dedos por encima de la tela. Ambos vestidos estaban sobre la cama. A pesar de su comentario estaba encantada con ellos.]
— Esta noche, serás mi gemela— Vanessa usaba lencería negra, en su liguero colgaban dos dagas.
— ¿También debo usar eso?
— No, en realidad, tú solo estarás ahí unos cuantos minutos ¿Dimitri te dio tu invitación?— Sí, y aquí está la tuya— sacó un sobre blanco de su chaqueta.
— ¿Como sé que es la original?— la pelirroja la sostuvo.
— ¿No confías en mi?
— De no ser así, no serías mi compañera esta noche— la ojiverde sonrió.— ahora déjame arreglar tu cabello.La chica apareció en escena.
Un vestido de estilo victoriano, falda amplia, mangas largas y anchas y un corsé ajustado.
Era de color negro azabache, con bordados de color esmeralda en la falda.
Su rostro cubierto con un discreto antifaz que parecía hecho de encaje negro.El salón principal, adornado con telas de colores llamativos, un candelabro en el centro iluminando cada pequeño rincón de la habitación. La gente se detenía al verla pasar, no era un sueño, pero parecía un ángel recién bajado del cielo, su piel se veía suave como la porcelana, su cabello rojo en un moño con rizos, en su cuello colgaba una cadena sencilla.
Sus manos desnudas de joyas y barnices, los labios rojos como el carmín y sus ojos resaltando entre el negro de su máscara. Una belleza natural y arrasadora.—Buenas noches, bella dama. — a su espalda, apareció Ángel con un traje lleno de encajes y un bastón a la mano. Su antifaz era similar al del fantasma de la ópera.
—Buenas noches, caballero.— ella hizo una pequeña reverencia.
—¿Gusta bailar?— extendió una mano.
—Será todo un placer.—ella le dio la suya.Y se dirigieron al centro de la pista, una pieza interpretada con piano llenaba la habitación, con tonos lúgubres como para un funeral. La sonrisa de Vanessa era imposible de disimular.
—¿Que le parece tan gracioso?
—¿Acaso debe ser algo gracioso para hacerme sonreír?
—Eso supongo.
—Pues su suposición es herrada.
—Explíquese. — él le dio una vuelta para quedar así la espalda parcialmente descubierta de la chica pegada a su espalda.
—Estoy sonriendo por que este es un momento perfecto.La pelirroja se balanceo entre sus brazos por varias piezas más. Hasta que dijo.
—Me siento un poco mal, creo que es momento de retirarme. — ella comenzó a avanzar hacía una de las puertas que daban al jardín.
—Por favor— la detuvo tomándola de la muñeca— quédate.— los ojos del chico brillaban como si una antorcha ardiera dentro de ellos, se podía ver devoción e incluso amor dentro de ellos, lastima que ella no lo notara.
—Está bien, pero necesitó tomar un poco de aire.—él asintió.Caminaron hacía el jardín una vez ahí, se sentaron en una banca.
— Es una bella noche— dijo él.
— Lo sé— ella se puso de pie— me disculpa, debo hacer una llamada, no tardo.— acto seguido giro a la derecha para perderse detrás de una pared.—¿Que sucede?
— Entregué la carta, es hora.
— Entiendo.— Vanessa regresó con el chico.— ¿Ha sucedido algo?
— Nada importante, número equivocado ¿le parece si volvemos dentro? tengo un poco de sed.
— Por supuesto.Ambos comenzaron a avanzar en dirección a la casa, pero antes de llegar, Vanessa pudo verla: Mónica estaba ahí. La pelirroja se quedo atrás por unos pasos.
— Tú turno.— Vanessa hizo una seña a la otra chica en lenguaje sordo mudo, la otra asintió. Antes de llegar al umbral la morena sustituyo a la pelirroja siguiendo los pasos de Ángel, Vanessa por otro lado, siguió avanzando hasta perderse en la oscuridad.
Una a una, se fue quitando las piezas del vestido. Quedando solamente en un ligero vestido negro y botines. De entre los pliegues de la falda larga sacó un frasco con píldoras y sus guantes.
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Ruleta rusa.
Short Story"¿Has repetido una palabra hasta el punto de que esta pierde su significado? Yo sí... Muerte, sangre, bala, desparecer..." A lo largo de casi 6 años, la vida de Vanessa ha transcurrido entre cadáveres y armas; los mercenarios tienen un sin fin...