Las calles estaban desiertas, el viento llevaba a las hojas de aquí para allá.
No era suficiente con tener las manos dentro de los bolsillos.
El frío lograba colarse por debajo de su sudadera azul, el gorro apenas le tapaba los ojos, aún así el viento helaba sus mejillas.
Eran cerca de las tres de la mañana, no había podido conciliar el sueño, así que se vio obligado a salir de casa.
Esta no era la primera vez que pasaba por esa zona. A un par de horas en auto del centro de la ciudad. No había gran cosa, sólo algunas casa modestas, pero ninguna era habitada, eran más bien lugares para el comercio informal: armas, droga, órganos y demás.La primera vez había sido un par de semanas después de la muerte de Mariana, buscando respuestas.
— ¡Vaya, vaya! Vean quien ha regresado.
— Hola, Mateo.— respondió Ángel.
— ¿Cuanto tiempo será esta vez? ¿Una semana? ¿Un mes?— el chico le contestó con tono de burla.Mateo era un chico de ojos color avellana y piel blanca, a pesar de verse pequeño y frágil, era básicamente el jefe del lugar.
La primera vez que lo vio intento quitarle hasta lo que llevaba puesto, Ángel, cansado de vivir sin ella, no se resistió, el otro chico sorprendido por su actitud sintió empatía por el moreno y decidió ayudarle.Al principio lo hacía por una muy buena paga, pero con él tiempo dejó de cobrar por sus servicios.
A lo largo de dos años, se habían encargado de averiguar que sucedía en lo que en los bajos mundos se conocía como la mansión. Poco habían logrado, puesto que el dueño pagaba protección; ahí se dieron cuenta que lo que había detrás de lo que parecía un simple colegio era mucho más lucrativo.
No paso mucho tiempo, hasta que supieron que estaban cazando a todo aquel que quisiera desmantelar la organización y se vieron en la necesidad de abandonar temporalmente la investigación.— Hoy no vengo por hospedaje, necesito información.
— ¿Que quieres saber?— Mateo se sentó en el suelo cruzando las piernas.
— ¿Que sabes sobre la hija de Arce?— ¿Arce quien?
— El abogado.— Déjame pensar— el castaño medito un segundo— Hasta donde sé, la versión oficial, dice que la niña estaba en el centro comercial una tarde y la raptaron; naturalmente todo mundo estaba desconcertado ¿como era posible que la hija del abogado más importante del país desapareciera solo así? Se puso la denuncia, pero nunca le dieron seguimiento.— Ángel le dedicó una mirada que significaba "continúa"— Las malas lenguas dicen que se fugo con un hombre, otros que simplemente se murió y Arce no quiere admitirlo ¿por que preguntas por ella? ¿creí que seguías con lo de Mariana?
— Mariana siempre va a ser el asunto principal— suspiró— pero tengo dudas sobre esa chica; mi padre contrató a una chica que es muy parecida a ella... Pero hay algo curioso.— ¿Que?
— Hasta cierto punto me recuerda a Mariana.— ¿Por? No me digas que es rubia también y mata personas para ganarse la vida.
— ¡No!— se exaltó el moreno— Llegó ésta mañana a mi casa, pero la facilidad con que encanta a los ojos, me hace recordar...
— Bueno hermano, hay chicas que tienen ese don, y es algo completamente natural.— Puede ser... No lo sé—Ángel se pasó las manos por el cabello.
— Lo único que puedo aconsejarte es que regreses a casa, sabes que este no es lugar para ti.
— Lo sé, pero necesitaba contarte esto.— Para eso estoy— le dio una palmada en la espalda a modo de despedida.
Las hojas crujían bajo sus pies, su cabello ondeaba al aire, el color era como una llamarada, resaltaba aún más bajo la luz de la luna.
El frío ya no le hacía nada, recordó la última noche que sintió frío... La primera vez que mató.
Era un hombre bastante atractivo, su mujer había pagado para deshacerse de él.
Recordó su voz, su sonrisa, todo él intentando persuadirla de no cumplir con su misión.Giró a la derecha, estaba justo a la entrada del panteón.
Saltó la reja sin gran esfuerzo, aterrizo de pie con elegancia, como pocos.
Comenzó a avanzar entre las lápidas, hasta que llegó a la parte central del lugar.— Mariana— suspiró. Había unas flores marchitas en un pequeño florero que formaba parte de la tumba. La chica las tomó y se deshizo de ellas.
— Es una pena que te pasara esto, pero tú lo buscaste— dijo en voz baja— por algo se nos entrena, para no sentir nada por el ser humano, ni pasión ni emoción. Nuestro trabajo es eliminarlos.De pronto escuchó pasos detrás de ella.
— ¿Vanessa?— Ángel estaba de pie detrás de ella.—¿Que haces aquí?
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Ruleta rusa.
Cerita Pendek"¿Has repetido una palabra hasta el punto de que esta pierde su significado? Yo sí... Muerte, sangre, bala, desparecer..." A lo largo de casi 6 años, la vida de Vanessa ha transcurrido entre cadáveres y armas; los mercenarios tienen un sin fin...