— ¿Pero como puede ser eso posible?
Nicole estaba sentada sollozando en la silla que momentos antes ocupara Vanessa. La mujer tenía todo el maquillaje corrido por el rostro. Ángel estaba apoyado en el escritorio, su rostro daba a entender que aún no comprendía que sucedía, estaba en shock. Por otro lado Marcos estaba en el suelo junto a su madre, a escasos centímetros de ellos estaba el cuerpo ya frío de Abraham.
— El tulipán blanco— susurró Ángel. En su mano estaba la flor, aún fresca.
— Y por que haría algo como eso? —dijo Marcos.
— Esa es la cuestión— Ángel soltó el tulipán.En ese momento se abrió la puerta, Vanessa estaba usando unos jeans, sudadera negra y zapatillas deportivas. Después de que se diera la noticia a los invitados, muchos quisieron quedarse pero la familia pidió que los dejarán solos, y un momento antes de retirarse Ángel pidió a Vanessa que permaneciera con él. La chica aceptó, pero se excuso diciendo que regresaría a casa para cambiarse por algo más cómodo; y en efecto se despojo del vestido, y con él de las ramas y las evidencias de su culpabilidad.
— Todos se han ido— dijo con un hilo de voz. — ¿Señora?
— ¿Donde están Margarita?— la mujer seguía con el rostro entre las manos.
— Abajo, limpiando ¿Quiere que la llame?
— No... Quiero que todos se vayan a dormir— se puso de pie— el servicio forense no tarda en llegar.— Iré a avisarles— la chica estaba por cerrar la puerta cuando Ángel la detuvo.
— Voy contigo.
Ambos bajaron la escalera con paso lento, era increíble que lo que parecía ser una noche perfecta ahora fuera la antesala de un funeral.
El muchacho murmuraba mientras caminaba, Vanessa intentaba hacer caso omiso, pero de pronto lo escuchó mencionar al tulipán.
— ¿Que es lo que dices?— pregunto tomando suavemente su mano.
— En nada— el chico suspiró — es una pena, te veías tan contenta esta noche.
— A veces las cosas pasan por una razón.— ella fingió tristeza, él la abrazó.
Por la mañana, el sol entraba por los ventanales de aquella enorme casa. El silencio era abrumador, los pasillos estaban desiertos, el salón principal aún adornado con el candelabro apagado, como si la fiesta hubiera sido congelada para la posteridad.
Vanessa estaba de pie en aquel lugar, saboreando su victoria.
Cuando el servicio forense llegó, lo primero que dijeron fue "Este es un trabajo de un profesional" puesto que no había huellas, residuos, fluidos o algo que pudiese ayudar a rastrear al culpable.
La familia mencionó el tulipán, los investigadores les pidieron verlo, después de unos segundos dijeron que las únicas huellas presentes eran las de Ángel.
Era obvio, se trataba del famoso asesino del tulipán blanco.
Habían pasado horas desde ese momento pero se negaba a dejarlo ir. Ángel se había quedado dormido y uno de los chicos del servicio lo había llevado a su habitación.Ella por otro lado, se la había pasado dando vueltas toda la noche, aún no era seguro llamar a Dimitri, pero sabía que Mónica le habría comentado lo ocurrido.
— ¿Sigues aquí?— Nicole estaba en el descanso de la escalera.
— Estaba esperando a que Ángel despertara para irme a casa.
— No sé que es exactamente lo que hay entre ustedes, pero quiero decirte que no te quiero ver cerca de mis hijos.
— Creo que ellos son lo suficientemente grandes para cuidarse por si solos.— la ojiverde le contestó.
— Pero lo suficientemente estúpidos como para fijarse en una tipa de tu clase.— Nicole la miraba con desprecio.— Escúchame bien— la chica avanzó hasta ella para quedar a escasos centímetros la una de la otra— Tú no eres nadie para hablarme así.
— Yo te digo lo que quiero— la mujer comenzaba a desesperarse.— ¡LARGO DE MI CASA!Vanessa se dio la vuelta y salió, con una sonrisa triunfal.
— Dejame darte un abrazo.
— Mantén tus sucias manos lejos de mi—Vanessa sacó una Glock 19 y la apuntó directamente a su frente.
— ¿El tulipán está de malas?— el hombre regreso a su asiento.
— No, sólo no quiero que me contagies algo— ella sonrió guardando su arma— ya sabes, por eso de que tienes tantas y tan variadas mujeres.
— ¿Querías decirme algo?— él recuperó su semblante serio.
— El trabajo está hecho.
— En ese caso— él sacó un sobre de un cajón— todo tuyo, el dinero y el día.— Gracias— ella abrió el sobre para revisarlo— siempre es un placer trabajar contigo.— dicho esto salió.
El día era lluvioso, el cielo estaba gris, un completo cliché para un funeral, pensó la pelirroja. Bajó del auto, sintió las gotas comenzar a resbalas por su abrigo, no se molesto en buscar un paraguas, comenzó a caminar.
Al llegar a la parte más alejada del cementerio, lo vio. Tenía el cabello pegado a la nuca y las sienes, chorreaba, en su rostro lluvia y llanto se confundían. No había una gran multitud como era de esperarse, simplemente seis personas.
Ella se quedo observando a lo lejos, de pronto la gente comenzó a alejarse, dejando a Ángel sólo. La pelirroja se acercó lentamente.
— No deberías quedarte bajo la lluvia— dijo tocando su codo., él apenas se movió.— Lo mismo podría decir.
— Cuando escape de casa había un clima similar— respondió con la voz quebrada— vine aquí también.
— ¿A ver a tu madre?
— Sí...Ambos se quedaron en silencio, el agua siguió corriendo hasta hacer oscurecer el cabello de la chica.
— ¿Estás listo para irte?
— Aún no— se giró hacía ella, bajó la mirada hasta la mano se la chica y con la suya la cubrió.— Gracias.
— ¿Por?
— Estar aquí.— Eso es lo que hacen los amigos.— el rostro de él se descompuso en una mueca, esta vez era difícil saber si estaba llorando gracias a las gotas de lluvia — ¿Que pasa?— ella se acercó a tocarle el rostro, él comenzó a temblar.
—Vanessa, yo te amo.— Ángel tenía los ojos brillantes, de pronto sonrió y apareció un hoyuelo en la mejilla. Pero sólo duro un segundo, bajo la vista.
—Ángel, yo no puedo... No debo.— suspiró la chica.
—¿Que te lo impide?— la enfrentó.
—No te amo— dijo. Sin anestesia, sin filtros.
Ambos se miraron, en el rostro de ella no había emoción alguna, retiró la mano del codo del chico, éste quiso sostenerla por un segundo más, pero la chica retrocedió. Ángel se quedó con el corazón roto, mientras ella hacía su camino rumbo a la salida.
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Ruleta rusa.
Short Story"¿Has repetido una palabra hasta el punto de que esta pierde su significado? Yo sí... Muerte, sangre, bala, desparecer..." A lo largo de casi 6 años, la vida de Vanessa ha transcurrido entre cadáveres y armas; los mercenarios tienen un sin fin...