VI
Andreas jamás había hablado tan serio como en aquella ocasión. De inmediato se me perdió la sonrisa cuando vi su semblante sin rastro de simpatía y su ceño ligeramente fruncido por mi culpa.
"No me mires como si lo miraras a él" me advirtió sin ánimos de bromear y dejó la botella de cerveza sobre la mesa con un duro golpe que, estoy seguro, se escuchó a lo largo de todo el pub atrayendo más de 1 mirada hacia el rincón donde estábamos.
No me agradaba verlo molesto, eso era algo a lo que no estaba acostumbrado y me descolocaba terriblemente. Él Andy que yo conocía, solía ser muy simpático, de hecho, a ratos me llegaba a parecer demasiado despreocupado y liberal, siempre con una buena broma para romper las tenciones o una sonrisa para sobrellevar el mal genio y era justamente por ello, que su actitud recta de repente y sin justificación, me indicaban que estaba hablando más que enserio conmigo.
Con prisa, aparte la mirada de él ante su petición, preguntándome como es que podía llegar a molestarle la forma en que lo veía; desde niños lo había hecho y aunque sonaba cursi admitirlo, de alguna forma esa era "nuestra manera" de comunicarnos el uno con el otro, desde siempre bastaba con mirarnos a los ojos para entender que era exactamente lo que queríamos o esperábamos, sin palabras, explicaciones o vueltas al azar, el entendía mis pensamientos, manías y silencios mejor que nadie en el maldito mundo.
"Te estás poniendo paranoico" recuerdo que bufé mintiendo con descaro, teniendo muy en claro a que se refería con exactitud y lo peor de todo, cuanto llegaba a dolerle aún.
Si, me estaba atreviendo a rebuscar a Bingham entre sus pupilas. Tenían los mismos ojos y esa mirada profunda que te arrancaba el aliento de un solo tajo. Se parecían, inminentemente, tanto, que en un inicio me había atrevido a pensar que él era tan sólo una versión más astuta de Andreas y que en realidad, lo único por lo que no podía apartarme de su lado, era por lo mucho que me recordaba aquellos momentos en que aún pensaba que él era la única y perfecta mitad de mi alma; pero sus besos eran muy diferentes, mientras que Andreas provocaba ternura en cada una de las caricias que me había regalado a lo largo del tiempo, Bingham irradiaba arrebato y pasión, una mezcla dañina de adrenalina que terminaba por doblegar toda voluntad a su paso y que conseguía lo que ni siquiera Andreas había provocado, la entrega total de todo lo que era, sin importar lo que se le antojara hacer conmigo. A Andreas le había amado, con intensidad e inocencia, para después descubrir que al final, no éramos tan perfectos juntos como siempre habíamos imaginado, pero a Bingham ... a Bingham lo deseaba, lo necesitaba a mi lado, añoraba sus sonrisas, desesperadamente rogaba por sus labios y cada hora, de cada día, lo tenía en el pensamiento distrayendo todo mi mundo.
Andreas tenía que entenderlo, lo nuestro hacía mucho que se había marchitado, lo necesitaba como amigo, como compañero, como un fiel escucha que esperaba no dejara salir ningunos de mis secretos, pero no estaba dispuesto a soportar sus chantajes, si deseaba quedarse a mi lado, lo aceptaba, pero no tenía en mente comenzar una batalla frontal para decidir entre ellos, porque, de algo podía estar completamente seguro, él era el único que iba a terminar perdiendo.
Jürgen.
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La puerta 307© (En edición)
General FictionHa pasado 1 mes desde que el funeral de su amado esposo se llevó a cabo y Mörgen K. escribe la primera carta que enviará al nuevo inquilino detrás de la puerta 307. Sin esperanzas ni rumbo fijo, Mörgen lucha por encontrar una buena razón para conti...