Octubre 35 // Gracias...

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Octubre 25, 2015

Son las 4:00 am y yo estoy aquí, escribiendo esto al único ser humano que ha tenido el valor para escuchar atentamente como gritan los más obscuros de mis demonios y aún con ello, sigue respondiendo a mis lamentos.

Markell, esta noche no he podido dormir ni por un minuto, me siento exhausta, no tengo energías siquiera para arrastrarme hasta la estancia, ahí donde dejé a medio terminar la carta que planeaba mandar por la mañana maldiciéndote por haberme enviado esos fragmentos de la vida de Jürgen que no tenía una idea de que existían.

Lo confieso, desde el momento en que recibí la última de tus cartas, tuve unas inmensas ganas de tomar el primer tren hacia Hamburgo, con la única finalidad de mirarte a la cara y rogarte para que confesaras que ese diario que enviaste, en realidad no era parte de las cosas que Jürgen dejó antes de morir. Deseaba con todas las fuerzas de mi corazón, que hubieras sido tu quien en un intento desesperado por darme una respuesta a tantas preguntas, terminaras por redactar las atrocidades que había descritas en esas hojas arrancadas con descuido. Incluso si tocaba a tu puerta y tu primera reacción hubiera sido confesarme que eras el autor de esas mentiras, no me habría sentido tan engañada y miserable como ahora.

Te odio, por mostrarme valientemente y sin que tuviera que importante, el mundo que Jürgen se negó a revelarme, pero me odio más a mi misma, por haber tenido que esperar a que se diera un disparo en la sien y que el nuevo inquilino de mi amada casa encontrara su diario, para saber una verdad que tan sólo a él y a mi nos correspondía saber.

Me siento tan avergonzada contigo, con todos. Fui parte de un grave problema del que no me doy cuenta hasta ahora que no puedo hacer nada para remediarlo. Los primeros días después de saber todo lo que él ocultó por tanto tiempo, tuve miedo incluso de salir a la calle. Me aterraba que, por casualidad o destino, terminara encontrándome con alguien de la "otra vida de Jürgen" que me reconociera y murmurara a mis espaldas sabiendo toda la verdad que hasta ahora para mi, estuvo oculta. De nuevo me volví propensa a portar las etiquetas que los demás quisieran darme a mis espaldas y es por eso que ahora más que nunca me pregunto ¿Cuántos de aquellos que llegaron a su funeral esa tarde, sabían la verdadera razón por la que Jürgen jaló el gatillo de la pistola en nuestro estudio? Y peor aún, ¿Cuantos de todos los que se dieron cita, me miraban con lástima sabiendo que todo nuestro matrimonio había sido una vil mentira y que él tenía la mala costumbre de engañarme con el primero que se le cruzara por el frente? Por desgracia, voy a ser por siempre la esposa de un "marica" del que, el menor de sus defectos, fue que le gustaran también los hombres.

Jürgen fue todo un cobarde.

En estos momentos realmente me arrepiento de todo lo que hice por él en el funeral, de todas las lágrimas que derramé, de mis esfuerzos por llenar con enormes y vistosos girasoles cada habitación, pensando siempre en lo que no le hubiese gustado ver el día de su muerte; de haber sabido tantas cosas a tiempo, quizás incluso habría llenado su propio ataúd con lirios blancos, sólo para cerciorarme de que aún en su última morada, lo pasara de puta madre recordándome y maldiciendo por las "malditas flores sin personalidad" que lo acompañarían durante la eternidad que pasara ahí encerrado.

Lo odio, tanto, que sería capaz de matarlo con mis propias manos, haciéndolo agonizar por todas y cada una de sus mentiras en que enredó nuestro matrimonio, pero... aún cuando lo odio después de estos nuevos descubrimientos, la realidad es que también, la parte más estúpida de mi, sigue extrañándolo demasiado, más de lo que debería de hacerlo e incluso, más de lo que alguna vez llegó a merecerse.

Lo siento... son estos los momentos de debilidad los que me enfurecen; es este estúpido sentimiento de pérdida el que me parece imposible de superar algún día y que a la vez, me coronan como la más tonta de todas y es que, por más que intento encontrar una respuesta, aún no sé exactamente el porqué lo extraño más, si por las mentiras que por tantos años me dejó construir alrededor de nuestra "falsa" y "perfecta" vida juntos, o por las promesas de jamás dejarme sola que no supo cumplir.

Me enferma el tener que extrañarlo, como una necesidad insana que no me deja estar en paz aún ahora, después de que me haz ayudado a abrir los ojos acerca de sus engaños.

¿Porqué debería seguir sintiendo un vacío por su ausencia, si él dejó de pensar en mi aún antes de suicidarse? ¿Porqué me carcome la tristeza al desear que vuelva aunque sea una vez para hablar a solas sobre todas esas cosas que jamás dijo y que terminaron por consumirlo? ¿Porqué sigo arruinándome la vida extrañando a alguien que siquiera consideró lo que yo, su estúpida compañera de vida, sentiría al encontrarlo en el piso del estudio después de que jalase el gatillo? Es estúpido, pero supongo que algunas veces no podemos parar de preocuparnos por las personas que ya dejaron de pensar en nosotros sin que merezcan nuestras lágrimas, angustias y desvelos.

Si debo ser sincera, no sé cuantos meses sean necesarios para que comience a aceptar la nueva realidad en la que viví con los ojos cerrados. Quizás sea indispensable un buen tiempo para procesar cada una de las cosas que leí de ese diario y es posible que aún cuando vuelva a esas líneas una y otra vez, nunca llegue a aceptar del todo esa parte oculta y cobarde de su vida, que jamás tuvo la intención de revelarme.

Te aborrezco Markell, que lo sepas, y lo hago simplemente por haberme arrancado lo último de dignidad e ilusión en la vida que creía tener, por ser quién de forma intempestiva y brutal, me ayudó a conocer a ese hombre con quién pensaba, compartí mi vida tantos años, pero sobre todo, por entrometerte en donde nadie te había pedido tu presencia, pero de la misma forma en que te odio, también te agradezco la forma directa que tuviste de abrirme los ojos para regalarme la explicación que Jürgen no tuvo el valor de darme antes de dejarme sola.

Devastada, confundida y reconstruyendo pedazo a pedazo mi vida,

Mörgen K.

La puerta 307© (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora