Noviembre 20 // Serenidad frustrante

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Noviembre 20, 2014

Mi dulce Mörgen:

Esta tarde he estado a punto de confesarlo todo, dejar a un lado mis temores y pedirte que escucharas atentamente las terribles cosas que tengo por decirte, pero no he tenido el valor de hacerlo.

Te miré bajar del ático, como siempre que ha llegado la hora de la cena. Como todos los días, te preguntaste si era ya un buen momento para interrumpirme mientras trabajaba en el comedor de la cocina. Te he descubierto un par de veces al filo de la puerta, apenas asomando la nariz con esa actitud traviesa que siempre logra arrancarme una sonrisa y es que, es imposible no sentir una gran dicha al verte, obligándome a cerrar el portátil sobre la mesa para atraparte subiendo las escaleras, pero hoy, no lo hice, no corrí tras de ti para abrazarte con fuerza subiendo a trompicones a la habitación, la seriedad de mis pensamientos apenas me permitieron sonreírte a medias, en un vano intento por enmascarar mi angustia al verte.

Se que extrañaste mis jugueteos, aunque hace meses que te sigo el juego por mera costumbre.

Presentías algo diferente, lo supe por como tus labios se fruncieron en una mueca de decepción al buscar la pasta en la alacena ¿Pudiste notar nuestro silencio? No era un silencio común entre nosotros, en el ambiente podía notarse una serenidad frustrante, asfixiante a ratos; tu mirada se desviaba de vez en vez hacia mi mientras picábamos los vegetales uno al lado del otro, sin dejar salir ni una sola palabra, temerosos siquiera de llegar a tocarnos por accidente, aunque el tocarnos hace meses que dejó de existir entre ambos. Nos habíamos dejado de tocar desde tanto tiempo atrás, que aún me sorprendía que aún, de vez en vez, me robaras algún beso, a lo que yo correspondía con una forzada sonrisa a medias en los labios.

Sé que sospechas algo, notas que estoy más vivo que jamás cuando no estas cerca, pero una vez que tengo que estar a tu lado, me marchito al instante, como una flor a punto de morir sobre el césped recién cortado. Cada caricia tuya me debilita y mis palabras desde hace mucho, dejaron de dirigirse a ti directamente.

Mörgen, mis pensamientos, acciones y deseos le pertenecen a alguien más y tu pareces dichosa de fingir que aún no lo haz notado.

Si te dejara hoy mismo, justo antes de que calientes la cena después de mi llegada, ¿Notarias mi ausencia en verdad, o simplemente correrías a tu ático, buscando un refugio seguro, e imaginando que estamos los dos aún, tomados de la mano, manteniendo la mentira de vida feliz que todos alrededor han creído sin preguntarnos?

Sólo ruego que me mires seriamente, que leas los gritos desesperados que mi alma deja salir a través de mis silencios y me permitas irme en libertad, sin cuestionar las causas, sólo entendiendo que nuestro amor, jamás fue más que una amistad maravillosa y que el "nosotros" no existió en el mundo real que nos rodea.

Esta noche espero poder tener el valor para decirlo...

Jürgen.

La puerta 307© (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora