VII
"¿En verdad vas a dejarlo todo? "
Asentí ligeramente mirando a Andreas muy serio, mientras encendí el cuarto cigarrillo de la noche. De nada servía que por tercera ocasión repitiera la pregunta, la respuesta seguía siendo la misma, e incluso si lo hubiera dicho una quinta o sexta vez, seguro que no le daría un "ni pensarlo" a cambio. Estaba completamente decidido.
De inmediato vi en su mirada incrédula la duda, ni siquiera cuando él y yo habíamos sentido la presión de ocultar lo nuestro, tuve el coraje de decirlo todo, de sincerarme con Mörgen y aceptar mi destino, pero ahora todo me parecía una opción alcanzable completamente alcanzable al lado de Bingham.
Andreas se tomó unos minutos para meditarlo, quizás jamás en su vida me había escuchado tan decidido a afrontar la realidad y dejar de jugar a la estabilidad y buenas costumbres, siempre, desde niños, había sido el más cobarde de ambos y mi repentino valor para aceptar quien era y en quién quería convertirme, lo asustaban ligeramente. Siempre había sido cómodo el mantenerme a su lado, como amante o como amigo, sin moverme demasiado de la superficie, aparentando, fingiendo, jugando el papel de hombre perfecto, mientras que mis pensamientos me llevaban lejos, a otro mundo, donde no tenía porque luchar contra mi propio yo, que me carcomía por dentro. Lo estaba desestabilizando, como nadie antes, estaba robándole lo poco de mi que aún le pertenecía, esa parte oculta que por tanto tiempo había tenido que sobrellevar y que, como un fiel confidente, mantenía en silencio. Si era yo mismo y hablaba acerca de los años que había vivido en silencio, nada quedaría nada entre ambos, no llevaría nunca más mis confesiones tortuosas sobre los hombros y con seguridad, dejaríamos de sentirnos tan atados como hasta ese momento. Era probable que mientras se lo pensaba a fondo, tuviera la sensación de pérdida. A él no lo abandonaría, pero quedaba claro que nada volvería a ser como antes, como siempre y eso le mortificaba por dentro.
Cuando preguntó por Mörgen de camino a casa, un profundo vacío se clavo en mi pecho, era momento de hablar de frente, pedirle que tomáramos el café en la terraza, como casi todas las tardes y entonces comenzaría a explicar todas las mentiras en que la había enredado por tanto tiempo. Contestaría a cada una de sus preguntas, e incluso, aceptaría sus reproches si es que eso le hacía sentir mejor.
Por primera vez, no deseaba terminar huyendo, aunque irónicamente, era lo primero que haríamos Bingham y yo una vez que todas las mentiras hubieran salido a la luz entre el espeso panorama que se abría paso en nuestro camino.
Aún puedo sentir lo doloroso que fue ese último beso que Andreas plantó en mis labios a tan sólo unas calles de llegar a casa. Sus manos temblaban ligeramente y sus mejillas se humedecieron en cuanto cerró los ojos. Con fuerza me abrazó sollozando apenas por lo bajo. Tenía miedo, nos estábamos despidiendo sin saberlo y entendía que para él, ese era el verdadero final de todo. Me dejaba ir libremente, aceptando que lo que alguna vez habíamos tenido, se quedaría en un lugar muy profundo de nuestros corazones por siempre.
Las cosas cambiarían y aunque doliera aceptarlo, el nosotros, se estaba cerrado por fin en nuestras vidas.
Jürgen.
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La puerta 307© (En edición)
General FictionHa pasado 1 mes desde que el funeral de su amado esposo se llevó a cabo y Mörgen K. escribe la primera carta que enviará al nuevo inquilino detrás de la puerta 307. Sin esperanzas ni rumbo fijo, Mörgen lucha por encontrar una buena razón para conti...