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Me desperté con Gerard abrazado a mi cintura y unos fastidiosos golpes en la puerta. Seré sincero y diré que me importaba una mierda quien estaba fuera, porque la única persona a quien quería ver ya estaba junto a mí, desnudo y empujándome fuera de la cama para que atienda los golpes en la puerta que le quitaban el sueño.

"Ya voy." Dije en un gruñido realmente molesto mientras me calzaba los pantalones del pijama sobre mis desnudas piernas.

Juro que si es el casero otra vez lo voy a enviar a la mierda, porque desde que mi madre decidió que quitarme todo su apoyo (y dinero para pagar la renta) sería un buen castigo por no querer ser un puto abogado, no he podido pagar por mi departamento desde hace como un mes, y el viejo ese me venía molestando por qué me iguale con los pagos pero no tengo trabajo, así que va a tener que esperar un maldito mes más.

"¿Si?" Abrí la puerta de mala gana con las palabras en la boca, dispuesto a inventar una excusa para el viejo... Pero todo se borro de mi mente cuando lo vi ahí parado, en mi puerta, con esa sonrisa tan hermosa de la que me había enamorado hace tanto tiempo atrás. Me miraba de arriba abajo y después recordé que estaba semidesnudo, pero por alguna razón no me importó que me viera así. "¿Bert?"

"Tanto tiempo, Frankie." Se acercó a mí para darme un abrazo, pero yo retrocedí, no porque quisiera si no porque aún estaba en shock. "Oh, lo siento, yo..." Se disculpó volviendo a donde estaba, pero yo negué.

"No, no..." Traté de explicarle que no quise realmente apartarme de él, que lo hice porque mi corazón aún estaba herido por el pasado, pero no lo hice. "¿Qué haces aquí?"

"Bueno, el otro día me encontré con Mikey y le pregunté por ti." Suspiré molesto, Mikey era un idiota.

"¿Te dio mi dirección?"

"De hecho me dio tu número, y traté de llamarte varias veces pero tu teléfono no funcionaba," Giré mi cabeza hacia dentro del departamento, y entonces recordé que ayer había desconectado el maldito aparato y no lo había vuelto a enchufar. "Así que averigüe un poco y termine encontrando tu dirección, espero no te moleste." Se encogió de hombros y volvió a sonreír, ¡diablos! ¿Cómo es que aún era tan lindo?

"No, está bien."

"Solo quería verte, ¿Sabes? Te he extrañado mucho y lo primero que quise hacer cuando volví a Jersey era hablar contigo."

"¿Frankie?" Escuché a Gerard llamarme desde la habitación y me estremecí al recordar que estaba aquí.

"Oh, creo que ahora no es un buen momento." Dijo sin borrar la sonrisa de sus labios y sentí como el rojo se apoderaba de mi rostro.

"Si, no es un buen momento."

"¿Te parece si nos vemos esta noche? Ya sabes, a tomar unas cervezas y hablar un poco." Me encogí de hombros como si no me importase.

"Está bien."

"¿A las 6?" Asentí. "De acuerdo, a las 6 pasaré por ti." Le iba a decir que no era necesario, que yo tenía auto y que podía ir por mi cuenta, pero antes de siquiera abrir mi boca sentí sus labios sobre mi mejilla, dándome un dulce beso de despedida y solo basto eso para que mi cuerpo olvidara como funcionar.

Para cuando el mareo que causó en mi cabeza se detuvo, él ya no estaba en el pasillo, solo estaba yo con el pecho descubierto y los pies fijos en el suelo.

Traté de olvidar lo que había pasado y volví a la habitación, Gerard estaba sentado en la cama, las sabanas apenas cubriendo su pelvis. Era hermoso y también hacía que un millón de mariposas volaran dentro de mi estómago, pero lo que provocaba Bert dentro de mí era completamente diferente, como si las mismas mariposas vomitaran dentro de mi.

El Hermano de Mikey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora