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Toco la puerta desesperadamente y cuando esta por fin se abre veo una silueta delgada en el recibidor.

"Mikey." Le digo tímido porque no hemos hablado en tanto tiempo que todo se me hace raro.

"¿Qué quieres?" Pregunta, su voz ronca. Está molesto y ni siquiera se toma la molestia de mirarme a los ojos.

"Hermano, lo siento tanto, soy un idiota."

"Vaya, dime algo que no sepa." Dice sarcásticamente y yo sonrío.

"Te quiero mucho." Sus ojos se abren de par en par y su boca cae en sorpresa. "No sería nada sin ti, y estoy muy agradecido por todo lo que has hecho por mí, Mikes. Realmente te quiero, hermano"

"Eso no hará que te perdone." Se cruza de brazos y niega con la cabeza.

"Tengo..." Meto la mano en el bolsillo de mi chaqueta y de ella sacó dos cilindros blancos. "Tengo dos cigarrillos y... Un pase para autobús." Él me mira y no puede evitar sonreír.

"Te odio." Susurra y yo me lanzo a él para darle un fuerte abrazo. "Basta, enano. Aún estoy molesto contigo."

"¿Crees que se te pase pronto?" Me alejo de él y puedo ver una sonrisa en su rostro.

"Tal vez." Afirma pero pronto la sonrisa se le borra del rostro. "No estás aquí por mí ¿Verdad?"

"En parte," Le confieso y trato de no entrar en detalles porque quiero guardar todas mis palabras para Gerard. "¿Él está aquí?"

"Lo siento, Frank." Sus ojos ya no me miran y mi corazón se quiebra en dos. "Gerard volvió a New York."

"¿Qué?"

"Le ofrecieron un trabajo como maestro en una universidad de Artes."

"¿Y lo acepto? ¿Hace cuánto se fue?" Tenía tantas preguntas en mi cabeza y tan pocas palabras podían salir de mi boca.

"Se lo ofrecieron hace meses, pero no estaba seguro sobre si aceptarlo o no." No quiero sonar fanfarrón, pero tal vez y solo tal vez Gerard no lo aceptó por mi, y cuando me fui de su casa prácticamente le quite la cadena que lo tenía amarrado a Jersey. Oh, Dios soy un idiota.

"Debí venir antes." Susurro y Mikey asiente, después desvía su mirada hacia la acera observando todas mis maletas tiradas en el piso.

Le explico que me han echado del departamento y trato de resumirle la historia con Bert, él no lo piensa dos veces y me ayuda a meter todas mis cosas a su casa, y aún cuando me niego diciéndole que solo sería una molestia él me golpea en el hombro y me dice que no es nada.

"Puedes quedarte en la habitación de Gerard." Me dijo pero lo último que quería hacer era dormir en aquella cama solo, sin Gerard a mi lado, no podía hacerlo, los recuerdos podrían golpear mí mente y hacerme llorar en segundos.

"Prefiero dormir contigo." Mikey acepta sin preguntar por qué, no es idiota, de seguro sabe todo lo que pasó en aquella habitación.

Después de darme un baño y probar por primera vez en meses el delicioso asado de Donna, Mikey y yo nos acostamos en la cama. Aún son las nueve y cuarto pero estoy demasiado cansado y él entiende.

"¿Frank?" Gruño por lo bajo, siento su cuerpo cerca del mío pero no abro los ojos. "¿Estás despierto?" Me pregunta y no puedo hacer más que pensar que es un tonto.

"No." Respondo y él chasquea la lengua.

"Lo siento." Sorprendido ante sus palabras abro los ojos y frunzo el ceño aun cuando no me puede ver, pues estoy dándole la espalda.

El Hermano de Mikey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora