Capítulo Final.

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Caminaba distraídamente por los alrededores de la casa. Mi mente no hacía nada más que recrear una y otra vez lo sucedido hace tan solo dos días atrás.

Algunas veces pensaba que se trataba de un sueño, porque tanta felicidad que sentía parecía tan inexistente, pero con solo observar el anillo que yacía en mi dedo anular, me daba cuenta de que todo lo que estaba viviendo era real.

Mi mano derecha se posó en mi vientre, masajeándolo suavemente; sonreí al recordar el día anterior había ido a la clínica en compañía de Carlos, para saber el cómo se encontraba la pequeña criatura que crecía poco a poco dentro de mí.

El saber que iba a formar una familia con la persona que amo, me hacía sentir dichoso; y más fue mi felicidad al escuchar el latir de su corazón. Al ver a mi pequeño en la pantalla, mis lágrimas recorrieron por mis mejillas. La emoción que sentí en ese momento fue única; y sé que no fui el único que se sintió así. Me bastó con solo mirar a mi lado derecho y encontrarme con Carlos secándose las lágrimas que se le escapaban de sus ojos azules, mientras observaba embobado la imagen que proyectaba la ecografía.

Por lo que nos dijo ese día el ginecólogo, él bebe se encontraba bien, sin ningún problema; además que me encontraba con dos meses y una semana de gestación. Con solo saber que todo estaba perfecto, sentí un alivio recorrer por mi cuerpo.

-Te he estado viendo todo este rato caminar por alrededor de la casa y ya me tienes mareado. Deberías de sentarte- me dice el castaño, que se encontraba recargado en el marco de la puerta que daba al jardín trasero.

-Estaba metido en mis pensamientos, pero... ¿Qué haces por acá, Dylan?

-Tomar aire. Me aburro estar todo el día encerrado.

-Es por el bien de tuyo y de tu hijo.

-Lo sé, pero... estos meses han sido desesperantes- suspira el pelicastaño

-Lo bueno es que te falta poco, solo un mes y ya lo tendrás entre tus brazos- le sonríe

-Cambiando de tema ¿Cómo te encuentras?- me mira, mientras se dirigía a sentarse en una de las bancas que estaban en el jardín.

-Bien, sin ningún inconveniente. De hecho ni siquiera siento que estuviera esperando mi hijo.

-Te envidio- me dijo con un puchero- yo los primeros meses vomitaba y me mareaba constantemente.

-Por el momento tengo suerte. No me gustaría estar con esos síntomas- suspiro y me siento al lado del castaño

-¿Qué te sucede?

-Nada, solo... tengo que aguantar el cuidado excesivo de Carlos, ni siquiera me deja salir a comprar sí que valla con un escuadrón detrás mío; y para sumarle el hecho de que sus padres vendrán hoy a cenar con nosotros. Todo esto me tiene de los nervios de punta.

-Conocerás a tus suegros ¿no deberías de estar feliz?

-Bueno si, pero... tengo miedo a que no me acepten y que me quieran separar de Carlos- agacho la vista hacia el suelo.

-Tú y ese bajo autoestima algunas veces me estresan- frunce el ceño- ten confianza en ti mismo. A estas alturas ya deberías de darte cuenta que nada podría separarles a ustedes dos. ¿Es que acaso tan poca confianza tienes a tus sentimientos por él?

-No estoy diciendo eso- le digo rápidamente

-Pero me das a entenderlo. Si tú quieres a Carlos, lucha por él y no dudes. Los padres de él no podrán hacer nada, ya que su hijo ya decidió con quien formar una familia. Tus absurdos miedos son mal fundamentados.

"Me perdiste y ahora soy feliz sin ti."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora