Capitulo 18.

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Matt.

Mamá estuvo en el hospital unos días, unos días en los que Alison no se separó de mí. Solo iba a casa a ducharse, aunque yo le insistía para que fuera allí a dormir se negaba.

Cuando fui a hablar con el médico a preguntarle si podíamos pagar la mitad de la operación ahora y la otra mitad cuando todo acabara. Su respuesta fue afirmativa. No podía estar más feliz, esta chica había llegado a cambiarme la vida. Le estaba tan agradecido. No sabía qué hacer para demostrárselo.

Hablando de demostrar... No me quedaba ninguna duda de que me estaba enamorado de ella. De su sonrisa, de su timidez, de su bondad. De esa manera que tenia de animarme con solo mirarme a los ojos. De transmitirme confianza. La quería, y esta noche se lo diría.

Ya le habían dado el alta a mamá y estaba tranquila en casa. Alison y yo íbamos a ir a cenar al restaurante de un amigo mío. Le había pedido el favor de dejarnos en el reservado y el accedió sin pensárselo.

Hoy le confesaría todo.

Era 22 de Diciembre, no faltaba nada para nochebuena. Sé que Alison se sentía mal, extrañaba a su familia. Le diría que los llamara, necesitaba hablar con ellos. No quería que su llamada interviniera en su decisión de ayudarnos. Pero confiaba en ella, no podía privarla de hablar con su familia en un día tan importante como Navidad.

Yo estaba esperándola (como siempre) en el salón, estaría duchándose, arreglándose el pelo y todas esas típicas cosas que hacen todas las chicas para ''ponerse guapas'' pero ella no necesita nada de eso, es preciosa tal y como es.

Oí unos pasos bajando por las escaleras y me gire para verla.

Estaba espectacular. Llevaba un vestido corto rojo. Llevaba el pelo recogido en una coleta que le dejaba unos mechones cayéndole por la frente. Unos tacones negros y medias del mismo color. Y una chaqueta de cuero negra. Estaba tan guapa que no sabía que decir. Me quede mirándola con la boca abierta. Cosa que hizo que ella sonriera.

-Estas... bueno, estas... joder, preciosa.

-Gracias Matt. – Me dijo con una preciosa sonrisa pintada de rojo.

-¿Nos vamos?- Le tendí mi brazo y ella lo cogió.

Salimos de casa y nos subimos al coche, hacia tanto frio que no nos quitamos el abrigo ni cuando la calefacción del coche comenzó a sentirse.

Estaba realmente nervioso. Me había preparado lo que decirle mil veces. Pero aun así sentía como el corazón se me salía del pecho.

Llegamos al restaurante, Alison lo miro embelesada, la verdad era uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad, estaba cerca del Támesis, era de dos plantas y tenía un aspecto muy elegante.

Entramos de la mano al lugar. Un camarero nos pidió nuestros nombres y nos guió a nuestra mesa. Desde el reservado se veía la ciudad, ya que estaba en un segundo piso, se apreciaban las luces de navidad, y unos pequeños copos de nieve estaban comenzando a caer del cielo.

-Matt, este lugar es genial. Pero tiene que ser carísimo.

-No te preocupes por el dinero, tengo mis contactos.- Le dije guiñándole un ojo.

Pedimos nuestra cena y mientras esperábamos me lancé a hablar. La cogí de la mano y le dije todo lo que había ensayado tanto tiempo.

-Alison, sé que nuestra situación es completamente diferente a la del resto del mundo. Joder que si lo es, si pudiera echar el tiempo atrás arreglaría muchísimas cosas. Ojala nos hubiéramos conocido en otro sitio, en otro momento, en otra situación. Yo me habría acercado a hablar contigo y te habría invitado a tomar un helado, o lo que hubieras querido. -Me estaba poniendo muy nervioso. - Pero no es así, nos hemos conocido en este momento, he cometido el fallo más grande de mi vida, pero también ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado. Porque gracias a ese fallo he conocido a la chica que ha conseguido sacarme mi lado bueno. Has hecho, como ya te he dicho muchas veces, que quiera ser mejor persona, que olvide mi odio. Y si te hubiera conocido en otro lugar me habría ocurrido lo mismo. Te habría mirado a los ojos, esos ojos oscuros que tienes, y me habría enamorado de ellos. Me habría enamorado de tu sonrisa, de tus nervios. De cómo me miras cuando algo no te gusta. De tus manos. De toda tu, me habría enamorado igual que lo estoy ahora. Si, Alison, estoy enamorado de ti, te quiero. Y sé que esto es una mierda. Que tú tienes novio, y que todo es demasiado complicado. Pero necesito que me des una oportunidad. Quiero poder cogerte de la mano y decir, es mi novia. Gritarlo, decirlo a mi madre. Que por cierto te quiere más que a mí. Que dices Al. ¿Me das una oportunidad?

Ella me estaba mirando con los ojos como platos, le brillaban como si fuera a llorar, no por favor, no podía aguantar una lágrima suya. Me temblaba todo el cuerpo. Pero según iba diciendo las palabras me iba sintiendo más tranquilo. Ahora solo tenía que esperar a ver que me decía ella.

-Matt yo... No sé qué decir de verdad, nunca me habían dicho nada tan bonito. Pero trataré de hablar, porque la verdad me has dejado sin palabras. Tienes razón, no ha sido ni el momento ni el lugar. Pero aquí estamos. Las cosas han sucedido así, me hubiera gustado que nos encontráramos en algún lugar insignificante y que nuestras miradas se cruzaran y tú me invitaras a un helado, porque me encantan. Pero ha sido así. Lo he pasado mal, pero tú has cambiado. No eres como al principio. Cuando te conocí pensaba que iba a odiarte toda mi vida. Pero no ha sido así para nada. Has sido bueno, me has tratado bien, me has dado un sitio en tu casa. Todo. Has hecho que sienta que soy especial. Matt, no sé cómo decirlo. Contigo me siento yo, siento que te gusto tal y como soy. Y tú me gustas a mi tal y como eres.-No pude dejar de sonreír con cada palabra que decía. Pero mi sonrisa se intensifico cuando oí eso, le gustaba.- Por eso, si, te daré esa oportunidad, esa y muchas más, porque te quiero Matt. Te quiero como nunca había querido. Y sé que puede sonar raro, y que a la gente que le contemos nuestra historia nos tome por locos. Pero si, me he enamorado de ti. Y me da igual lo que pase después, lo que se es que quiero pasar tiempo contigo. Ayudarte en todo lo que necesites y que seas tan feliz como lo llevas siendo estos días.

Y sin pensarmelo dos veces, me acerqué a ella y nuestros labios se unieron en un beso, el beso más sincero y bonito que me habían dado jamás.

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