El Collar de Perlas

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Desperté porque el sol entro por la ventana, me fije el reloj en la pared y eran las 7:15 am, ya era tarde.

—Emma—dije moviéndola para que despertara. —Emma—la volví a sacudir y ella comenzó a abrir lentamente sus pequeños ojos azules.

—¿Que sucede? —pregunto cansada.

—Llegaremos tarde, debemos irnos ahora—busque su uniforme en la mochila que Nate me había dado. Al sacarlo lo deje en la punta de la cama para que ella se cambiara. —Emma por favor, vístete y lava tus dientes, te veo en la cocina.

Corrí hasta la cocina y comencé a hacer el desayuno. En su lonchera puse un sándwich acompañado con frutas, lo guardé en su mochila y preparé otros dos sándwiches para el camino. Hice mi café y lo dejé todo preparado antes de correr a mi habitación y cambiarme con lo primero que encontré, en el baño cepillé mis dientes y no me dio tiempo a peinarme.

Al salir Emma ya estaba esperándome con su mochila puesta.

—Buen día cielo—le dije mientras tomaba la scrunchie que tenía en mi muñeca y le hacia una trenza apurada, pero bonita.

—Gracias Elena—dijo ella viéndose en el reflejo de una ventana mientras yo tomaba todas nuestras cosas e iba a cargarlas a la camioneta.

Luego solo quedaba subir a Emma y colocarle el cinturón, antes de salir en marcha a su escuela, que por suerte estaba cerca de aquí y en camino a mi universidad.

—Si te portas bien, esta tarde iremos al parque—le susurré sonriendo y ella me mostró una sonrisa aún más grande.

Estacioné frente a las grandes puertas de su escuela y la ayudé a bajar, le entregué su mochila y lonchera.

—Espero que te gusten los sándwiches, es mi especialidad—mencione acompañándola a la entrada.

—Los amo, mi favorito es el de tomate y queso­—me sonrió y yo a ella.

—Igual el mío, así que te gustará el almuerzo de hoy—me arrodillé a su altura para verla mejor y acomodarle el cabello. —Sé que puedes hacer amigos, inténtalo, te van a querer porque eres muy especial—besé su frente y ella rodeo mi cuello con sus pequeños brazos.

—Te quiero Elena—dijo y corrió dentro de su salón dejándome sorprendida con sus palabras.

—¿Señorita Elena? —preguntó alguien detrás de mí, al darme media vuelta pude ver a una maestra esperando una respuesta de mi parte.

—Si soy yo—respondí poniéndome a su altura.

—No quería molestarla, es que Emma me contó sobre usted y me gustaría saber si quiere pasar unos minutos—pregunto sonriéndome mientras señalaba su oficina.

—Claro, no hay problema alguno—dije y caminé junto a ella hasta allí.

—Siéntese. Yo solo quería hacerle algunas preguntas si no le molesta, claro—dijo leyendo un papel.

—Lo siento, creí que el señor Hills ya les había dado toda mi información importante—respondí confusa.

—Sí, él ya nos dio su información por cualquier situación. Solo que la escuela, quería saber algo sobre su vida privada ¿Es usted novia del señor Hills? pregunto con una birome y papel mano.

—Disculpe, pero esa pegunta me parece fuera de lugar y no creo que eso le incumba a la institución o esté relacionado con la educación o bienestar de Emma. Por lo cual supongo que tienen la información necesaria sobre mí, así que, si me disculpa debo irme—sin saludarla salí de allí y subí a mi auto.

Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora