Solo Meses

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Matías comenzó a hacer los papeles de divorcio y programando una corte por la custodia de Emma, estuvimos en la oficina hasta tarde programando todo.

Tocaron el timbre y me paré para abrir la puerta, al hacerlo me encontré con la persona más despreciable del este mundo y no hablo de mi madre, sino de Nate James Hills. Para que las niñas no lo vean cerré la puerta detrás de mí, quedando afuera.

—Quiero que te vayas ya mismo— le dije sin siquiera saludar.

—No— respondió serio acercándose a mi amenazadoramente y me dio miedo.

—No te acerques— la voz me tembló y yo retrocedí chocando la puerta con i espalda.

—¿Enserio crees que sería capaz de hacerte algo? No convivimos mucho, pero sé que no piensas que te haría algo, ¿cierto? —pregunto desconcertado ante mí, con cierta decepción en el rostro.

—Ya no sé qué harías y que no, ya no te conozco.

—Si lo haces, soy la misma persona de siempre. Jamás cambié, solo quiero estar a tu lado, como una familia, Elena hazlo por las niñas. Yo sé que metí la pata en todo, desde el día que Emma enfermo, pero estaba triste y no quería estar en la casa, ¿puedes entenderlo? Por tristeza te engañe y lo admito, soy un estúpido— suplico y suplico adquiriendo excusas, pero a mi favor tenía que él me daba asco y ya no creía lo que decía. —No quiero seguir lejos, por favor. Dame una última oportunidad, te juro que no volverá pasar en esta vida, yo solo quiero estar con ustedes, somos una familia. Voy a pasar toda mi vida pensando en lo que hice y como perdí a la persona más buena y perfecta por mis idioteces, pero no puedo dejar de pensar en las tres y en que estrían haciendo justo ahora, como las podría proteger si alguien entra a la casa por la noche, o si les hacen daño, ¿yo que hago? Porque si de algo estoy seguro es que, si les pasa algo, yo moriría— él estaba llorando y desesperado, mientras coloco una mano en mi mejilla y la acariciaba con delicadeza. De repente me abrazo y no me pude contener. —Déjame enamorarte como la primera vez.

—¿Sabes cuál es el problema Nate? Que mientras tu procesabas lo de la enfermedad de Emma, porque necesitabas tiempo, yo estuve aquí, no tú, yo me hice cargo de todo y no tú. Y yo no quiero salir lastimada de nuevo, yo no quiero volver a ser la estúpida de la relación, la que se casó por dinero y cuida a la hija de su esposo como si fuera una molestia, yo no quiero que me traten así sólo por ser tu esposa, no lo quiero— le dije nuevamente asqueada de él.

—Yo lo cambiaría todo, por ti. Renunciaré, despediré a todos no me interesa.

Mire hacia todos lados buscando una respuesta, pero no había nada, ni una señal de que debería hacer. Solo quedaba buscar en mi corazón y es que no lo escucho nunca, sé qué hará que lo perdone, pero me sentiría muy idiota si lo perdono. Cerré los ojos buscando una respuesta y apareció, en todo mi interior retumbaba un sí, por Emma, porque necesita a su padre.

—No se Nate, yo no lo sé— trague en seco.

—Elena, por favor. Las necesito— me suplico.

—Nate necesito tiempo— era lo único que sabía.

—Es lo que nos falta, sabes que no hay tiempo. Quiero saber si puedo estar contigo el resto de mi vida desde ya o debo remar más porque no voy a rendirme nunca.

Mire al suelo, ¿vale la pena darle otra oportunidad?

—Bien Nate, está bien— lo hago por Emma, no por mí. No puedo perdonarlo, lo odio, pero el amor tampoco es tan difícil de destruir, aun había sentimientos dentro de mí. El me abrazó tan fuerte que casi me desmayo, estaba aliviado.

—Gracias, no te arrepentirás— dijo aun llorando.

—Papi— grito Emma al verlo entrar y corrió a abrazarlo con Sara detrás de ella haciendo pasos largos para llegar a nosotros.

Nate se agachó a su altura, abrazo a Emma y cargo a Sara dándole besos a ambas.

—Las extrañe mucho— sonrió el con los ojos iluminados.

—¿Dónde estabas? Te extrañé mucho— pregunto Emma pensativa.

—Yo... — él se había quedado sin palabras.

—Estuvo de viaje, cielo— lo cubrí nuevamente, para no apagar la ilusión de súper hombre que tenía Emma sobre su padre.

Nate me agradeció en silencio y ellos tres se quedaron un rato más jugando, mientras yo hacia la cena. Tome mi celular un minuto para llamar a Matías y decirle que por ahora no siga con los papeles y a él no le sorprendió, comprendió mi estado.

A la cena le puse el último toque antes de llamar a todos a la mesa.

—A comer— los llame y todos vinieron, senté a Sara en su silla y comenzamos a comer. —Emma, espero que tu habitación esté ordenada.

—Si mami— contestó apenas comiendo, no tenía apetito, como varias de estos días.

—Mañana hay que estar en el hospital a las 8 a.m. en punto— le recordé a ella mientras le limpiaba la boca a la pequeña Sara.

—Papi ¿vas a venir con nosotras? — le preguntó su hija.

—Por supuesto princesa— le sonrió este.

Al terminar yo recogí todo y Nate fue a hacer que ambas duerman.

—Elena— escuché el grito de Nate desde el pasillo, se me cayó el plato que estaba lavando y corrí asustada.

Al llegar a la habitación de Emma, ella estaba vomitando nuevamente sangre. Me asusté y nuevamente corrí hasta el baño y saque un cubo para que ella devuelva dentro de el hasta que suba al auto.

Nate la tomó en brazos con el cubo y corrió hasta el auto, tome las llaves y con Sara en mis brazos subimos. Él sostenido a Emma y Sara en su silla sin el cinturón, era tarde, no se lo pude poner. Apenas llegamos los cuatro bajamos y como la primera vez, se llevaron a Emma en una camilla hasta una habitación. Agarre mi celular y marque a la casa de mi padre.

—¿Hola? — contesto Adam.

—Adam, soy Elena. Necesito que vengas al hospital, quiero que te lleves Sara contigo a la casa, por favor— le pedí.

—Sí, claro. Voy en camino— me cortó.

—Dios mío y ¿ahora qué? — me pregunto Nate asustado hasta la coronilla.

—Ahora hay que esperar. El doctor llegará pronto para hablarnos, debes saber que el cáncer de Emma está cada vez peor Nate. Hemos probado con medicinas, algunas quimioterapias, pero no responde a ellas, no hay cura para tal cosa y su cáncer avanza rápido. Nadie sabe si puede morir ya o en meses— lágrimas se me escaparon al igual que a Nate.

—Perdón por dejarte sola, tu tuviste que soportar todo esto— lloraba hasta que Adam llego a nuestro lado en pijama y despeinado.

—¿Que paso? — pregunto preocupado.

—Emma se sintió mal de nuevo, supongo que saldremos de aui en un rato. Gracias por venir— lo abracé y el cargó a Sara.

—Lo siento. Me voy a llevar a Sara y no se preocupen, pueden ir a recogerla cuando puedan— nos dijo Adam después de besar mi frente y abrazar a Nate como consuelo.

—Pórtate bien— le dije a la pequeña antes de que se fuera con mi hermano.

—Elena— me llamo el doctor y luego de ver a Nate también lo llamó a él. —¿Pueden pasar a mi consultorio?

Ambos entramos y nos sentamos frente a él.

—Bueno, tengo malas noticias, y es que la situación está peor de lo que debería. Quiero ser sincero, Emma no responde al tratamiento, esto es grave y en estadísticas, a ella solo le quedarían meses de vida.

Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora