Latir

3.2K 137 2
                                    

6 meses después.

—Nate, no quiero dejar a Sara, es pequeña aún— le dije.

—Elena, te prometo que estará bien. Están con mi madre.

—Está bien— respondí inconforme, me preocupaba salir sin ella. Hoy saldríamos a cenar solos y apenas me había avisado.

Me entregó una caja y yo fui a mi cuarto para abrirla. En ella había un bonito vestido celeste con un tajo en la pierna derecha, era súper informal. Me lo puse junto con las sandalias bajas y la venda para los ojos.

—Estoy lista— dije desde la habitación y él llegó para buscarme.

—En mi cabeza no se veía tan pero tan bien como se te ve en realidad— me sonrojé, pero me reí de su comentario.

—Dime a donde vamos— el comenzó a guiarme hasta subir al auto.

—Claro que no, una sorpresa es una sorpresa.

Nate puse One and only de Adele en la radio mientras el cantaba y por momentos tomaba mi mano. Yo se la seguí porque amaba esta canción y también su voz, es cuando supe que teníamos una canción, esta era la nuestra.

Comencé a oír algo a lo lejos, era el sonido de las olas rompiéndose, estábamos en la playa. Nate estaciono y me ayudo a bajar aún con la venda en la cara hasta que se paró frente a mí y me la quito. Arrugue un poco los ojos luego de estar tanto tiempo a oscuras, no podía creer lo que veía.

Estaba frente a un camino de velas y rosas, Nate estaba junto a mi tomándome la mano y viendo mi reacción desconcertada.

—Me vas a negar que no es bonito salir solos a veces— me sonrió y me di cuenta que estaba tan enamorada que ya no podía caberme más amor en el cuerpo, todo en el digno de amar.

—¿Qué es esto? —le devolví la sonrisa, aun creyendo que es un cuento de hadas.

—Vamos— lo seguí de la mano hasta llegar a una mesa rodeada de más flores y velas. Allí había un camarero esperando.

—Buenas noches, ¿qué van a ordenar? — preguntó luego de que Nate me arrimara a sentarme. Pedimos algunas cosas simples y el pidió el vino más costoso. ¿Qué estábamos festejando?

—Escogí la noche más bonita, sin dudas— me sirvió una copa.

—Tienes razón, no puedo dejar de mirar todo. No me lo esperaba, no paras de sorprenderme— me tomó la mano y yo bebí un sorbo de vino cuando llegó la comida.

Comimos en tranquilidad plena, escuchando nuevamente la canción de Adele, fue una rara casualidad.

Al terminar, él se acercó a mí para ayudarme a ponerme de pie y caminar por la arena. Me quité las sandalias y juntos caminamos por la orilla del mar, de vez en cuando nos mojaba los pies.

—Hay una razón por la que estamos aquí. — dijo parando casi en seco.

—¿Si? ¿Cuál? — pregunté sorprendida, creí que era casi nuestra primera salida súper romántica juntos

—Si— dijo mirándome a los ojos mientras se mordida el labio inferior. — Tengo la certeza de que cualquier camino que tu o yo hayamos tomado alguna vez, todos nos hubieran llevado a estar hoy aquí, no me cabe duda de qué estamos justo en el momento y lugar donde debemos estar— tomó un respiro nervioso antes de seguir. — Elena, el día que dejamos debernos, te busque en todos, te busque en cada mirada, en cada sonrisa, en cada persona que me crucé te busqué esperando que me devuelva lo que yo mismo me quité, el amor. Yo sé que no llevamos mucho tiempo juntos y puede ser extraño decirte que desde que te vi algo en mi corazón hizo que volviera a latir, a llenarse de vida cuando lo creí muerto o congelado. Sin embargo, no solo me devolviste la vida a mí, también se la devolviste a Emma— nombrarla hizo que su voz se quebrara, tenía los ojos aguados y eso me partió el corazón. —Por eso, quería saber si podrías permitirme ser tuyo para que tú seas mía.

Se arrodilló frente a mi mientras sacaba una pequeña caja de su bolsillo.

—Elena Brown ¿quieres casarte conmigo? —pregunto aun emocionado. Tenía al hombre más bueno de este planeta frente a mí, con sus sentimientos completamente a flor de piel. Me tocaba responderle.

—¡Si! — me tire sobre el con las lágrimas resbalando sobre mi mejilla. —Te amo—le dije mientras lo besaba y me colocaba de rodillas también frente a él, a la misma altura. Levanté mi mano izquierda para que el pusiera el anillo.

—Gracias, te amo— dijo sonriendo solo por un segundo antes de acercarme a él para sellar todo esto con un beso largo y lleno de emociones.

Antes de irnos mi clima favorito se hizo presente, la lluvia comenzó a mojarnos. Corrimos hasta el auto de la mano, estábamos comprometidos. Yo iba a casarme con Nate Hills.

—Quiero que todos lo sepan mañana mismo—me dijo al oído desde el auto.

—Estoy de acuerdo, mañana mismo—le respondí y él puso el motor en funcionamiento hasta la casa.

A Nate se le ocurrió dejar a las niñas con su madre en su departamento mientras nosotros íbamos a mi casa solos.

—Vamos a casarnos— Nate gritó por la ventanilla del automóvil muy excitado con la situación y yo me reía de él. Cantamos todo el camino a casa mientras la lluvia que entraba por las ventanas nos mojaba, no nos importaba nada, éramos dos personas enamoradas.

Bajamos y entramos a casa besándonos eufóricamente como si fuera nuestro último día de vida. Fuimos a la habitación y nos tiramos en la cama.

—Nate, cuando tu familia se vaya de tu apartamento. No quiero que Emma y tu vuelvan allí— le dije. —Quiero que se queden, que vivan aquí —volví a decir mirándolo a los ojos, mis ojos favoritos.

—Mañana cuando se lo digamos a nuestras familias, nos mudaremos enseguida y comenzaremos con las cosas de la boda.

—Es perfecto. Todo lo es— le respondí arrebatándole otro beso, uno de muchos aquella noche.














Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora