Mi Camino

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—Elena, quédate quieta por Dios— dijo Danny mientras me maquillaban.

Pero yo no podía dejar de moverme, estaba sumamente nerviosa. No me lo creía, hoy nos casaríamos.

—Tu vestido está en la habitación, ¿quieres que te ayude a ponértelo ya? —pregunto Danny, quien estaba siendo muy útil en estos momentos.

—No, tranquila yo puedo. Además, necesito unos segundos a solas— le respondí y ella me sonrió.

La mujer que me estaba maquillando acabó y yo le di las gracias antes de entrar a la habitación y colocarme el vestido con sumo cuidado de no rasgarlo, subí la cremallera yo misma y me quedé viéndome en el espejo, me veía muy diferente con maquillaje y mi vestido de ensueños.

Suspiré y salí de la habitación para encontrarme nuevamente con Danny, Criss, Katie, Adam, mi padre y mis pequeñas.

—Dios, te ves hermosa— Criss no aguanto las lágrimas y comenzó a llorar de emoción, tratando de limpiar sus ojos con un pañuelo.

—Gracias— le respondí sonriendo hasta que vi a mi padre acercarse.

—Creo que ya es hora— me dijo viéndome a los ojos, un poco melancólico.

Los demás salieron de la habitación y mi padre se colocó a mi lado derecho, Adam en el izquierdo y entrelazamos nuestros brazos. Les pedí a ambos que me entregaran en el altar, eran mmi única familia y los quería a mi lado en este día. Caminamos por un pasillo largo hasta unas grandes puertas que daban al patio, donde sería la boda. Estábamos esperando la señal de entrada, ósea nuestra canción, comenzaría a sonar One and only de Adele.

—Si no quieres hacer esto, aún estamos a tiempo de huir— me susurró Adam al oído y mi padre nos miró asintiendo, dándole la razón a su hijo.

—Te llevaré donde quieras— termino la frase mi padre.

—Gracias a ambos, por estar aquí hoy. Pero creo que Nate es mi destino, lo amo y sé que el a mí, entonces no hay ningún lugar donde quisiera estar, mas que a su lado— les respondí a ambos con la voz emocionada. Nos abrazamos y los tres lloramos un poco.

—Te amamos— dijo mi hermano menor y nos volvimos a poner en posición cuando la canción comenzó a sonar.

Las puertas se abrieron dejando ver un camino de pétalos blancos y caminamos por él, observando a la gente en los costados, mirándonos. Sin embargo, no pude quitar los ojos de quien tenía en frente, al final de mi recorrido estaba el amor de mi vida con los ojos lagrimosos, con sus manos trataba de ocultar toda prueba de ello. Le sonreí porque también estaba haciéndome llorar. Al llegar al altar mi padre extendió mi mano y la puso en la de Nate después de abrazarme y volverme a decir que me amaba.

Uno frente al otro en el altar nos mirábamos directo a los ojos como si nadie más estuviese allí. Solo éramos Nate y Elena, los que se conocieron en una oficina y desde entonces algo dentro de ellos había estado creciendo, algo tan fuerte como el amor.

La ceremonia comenzó, todo el discurso, hasta los votos, cuando el comenzó.

—Si hace un año alguien hubiera llegado a decirme que hoy me casaría, le hubiese dicho que estaba loco, porque estaba en el punto más bajo de mi vida, con el corazón destruido o hecho hielo. Sin embargo, no fue hasta meses después que conocí a Elena, la vi por primera vez en mi trabajo jugando con mi pequeña hija. Tal vez algunos aquí me comprendan cuando diga que desde que se volteó y me vio por primear vez, mi corazón se detuvo y había algo en mí que era diferente, estaba sintiendo algo en mí, algo fuerte y que no podía explicar. Comencé a comprender ese sentimiento cuando la veía cada día en la oficina, siendo la persona tan generosa que es con los demás, recordando cada detalle, siendo la mujer que ama a mi hija como si fuera suya, la que me impulso a ser mejor padre, mejor hijo, mejor persona porque quería ser mejor para ella, quería merecerla completamente, aunque tal vez nunca lo haga, hoy y siempre puedo decir que soy el hombre más feliz por encontrarte en mi camino, Elena Brown — concluyó limpiando sus lágrimas, yo las mías y todos los invitados igual.

—Nate Hills, el hombre que me dejo esperando en su oficina mientras jugaba con la pequeña Emma. Quien no quería admitir que estaba enamorado, quien interpuso su vida sobre la de su hija, por amor por supuesto. De quien me enamoré tan sencillamente por decirme ''hola''. No es el hombre que ven caminando por la calle o trabajando, es el que le trenza o juega a las muñecas con Emma y Sara, es quien me abrió su corazón y su vida para hacerme parte, es el hombre que vela cada día por nuestra felicidad, quien ama y como verán, también es la persona sensible que amo conocer, el que trae flores, cocina y cría a mi lado, apoya nuestra pequeña y ensamblada familia. No hay nada malo que pueda decir sobre él, es quien esperé toda mi vida y al fin llegó, era mi camino estar aquí junto a él, para siempre— concluí mis votos y solo quedaba un paso, el memorable dialogo.

—Señorita Elena Jane Brown, ¿acepta como esposo al señor Nate James Hills para amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe?

—Acepto— le sonreí a Nate y le coloqué la alianza.

—Señor Nate James Hills, ¿acepta como esposa a la señorita Elena Jane Brown para amarla y respetarla hasta que la muerte los separe?

—Acepto— el me colocó la alianza a mí.

—Entonces los declaro marido y mujer. Puede besar a la novia— dijo y así lo hizo Nate mientras todos aplaudían, nos besamos como las dos únicas personas que existían en ese momento.

Nos separamos y caminamos de la mano hasta el centro de la pista, todos nos gritaban emocionados, tirándonos pétalos.

Una música lenta comenzó a sonar y ambos nos acercamos para bailar nuestro primer vals.

—Creo que olvide si alguna vez te dije lo mucho que te amaba y lo perfecta que te ves hoy— me susurro al oído.

—Creo que lo has mencionado, pero también lo olvidé— le respondí sonriendo.

—Por suerte tengo hasta el fin de mis días para recordárselo, Señora Hills—dijo él y de su boca eso sonaba loco, pero hermoso, era la señora Hills.

Bailamos juntos un rato, mientras los demás invitados se unían a la pista. Quería quedarme en este segundo toda la vida.

Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora