Aguardando

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Esta era nuestra última tarde en Irlanda, por la noche volveríamos a Manhattan.

Emma se la seguía pasando muy bien con sus abuelos y primo, pero también la notaba cabizbaja, suponía que no quería irse tan pronto.

—¿Ya hiciste tu maleta? —le pregunté a la pequeña cuando se me acercó.

—Sí, pero Elena, no quiero irme aun— ella comenzó a llorar y yo la abracé tratando de contenerla.

—No es la última vez que vendrás, muy pronto volverás a visitar a tu familia cielo, estoy segura— nada la calmaba, solo se aferró a mi cuello mientras seguía entristecida.

—¿Qué sucede Emma? — Nate llegó de repente y me la quitó de los brazos.

—No quiero irme papi— suplicó su hija.

—Emma, ya lo hablamos. Volveremos algún día, por favor disfruta el resto del día— dijo el un poco enfadado, algo le estaba pasando a Nate, ya casi no me hablaba.

La pequeña corrió a los brazos de su abuela, más triste que antes.

—¿Podemos hablar? —me dijo a mi con una expresión de pocos amigos.

—Claro— respondí y lo seguí al patio trasero.

—Tu vuelo sale a las 21 de hoy— me entregó mi boleto.

—¿Mi vuelo? —pregunté extrañada ¿Por qué viajaría sola?

—Sí, cambie los boletos. Te vas hoy como acordamos, pero Emma y yo nos iremos mañana por la mañana— explico este con sus manos dentro de sus jeans, no entendía lo que sucedía.

—Está bien, ¿pero tu estas bien? — pregunté aun consternada por su aparente rechazo hacia mí.

—Claro, todo está de maravilla, pero cuando quieras te llevo al hotel para que recojas tus cosas y no se te haga tarde— habló entre dientes mientras evitaba mirarme, estaba indiferente. Y básicamente está echándome, realmente lo estaba molestando mi presencia.

—Bien entonces me iré ahora, pero sola. Llamaré un taxi— le contesté humillada por su comportamiento ante mí, no es el Nate que conozco, algo estaba mal.

—Como desees Elena— se alejó de mí echándome una última mirada distante.

Mis ojos se empañaron y trague en secó por el nudo que se formó en mi garganta, casi no me dejaba respirar. Traté de calmarme y borrar toda aparente expresión de desilusión para volver a entrar donde se encontraba toda la familia.

—Siento interrumpir, pero ya debo irme. Mi vuelo sale temprano hoy— avise cuando todos me miraban y yo tomaba mi bolso.

—Pero aun no comimos el postre— dijo Criss parándose casi para detenerme.

—Descuiden, no me cabe ni el postre, el almuerzo estuvo delicioso. Muchas gracias por todo—les hable y Nate me veía serio desde la mesa, sin articular una palabra.

—Elena, no puedes irte aun— Emma me miró atónita.

—Lo siento Em, pero descuida, nos veremos en Manhattan, no te preocupes — besé su frente y ella abrazó mi vientre.

—Nate, lleva a Elena— le dijo su padre extendiéndole la llave de su auto.

—No se molesten, el taxi está en la puerta— respondí ya lista para salir.

—Elena— me llamo Nate cuando Criss me abrió la puerta y yo giré para verlo ilusionada.

—Olvidas tu móvil— me lo acercó y yo lo tomé más decepcionada que antes.

—Gracias— sonreí falsamente mientras las lágrimas amenazaban con caer.

Al salir y cuando nadie me veía, subí al taxi con las lágrimas a flor de piel.

—Al hotel Rose— le dije al chofer y este comenzó a conducir, no quería mirar atrás. Quería que Nate me siguiera y no dejara así las cosas, pero eso no pasó, él no me frenó y no me buscó en los siguientes dos meses después de volver de Irlanda. No volvió a responderme las llamadas o los mensajes, no dejó que volviera a ver Emma, ni tampoco volví a trabajar con él. Nate solo se alejó sin dar una explicación, dejándome sola con el corazón roto en mil pedazos.

Sam y Adam vinieron cada día a casa para visitarme y tratar de subir mis ánimos, sin embargo, no salía de la cama y todo porque me cree una familia y un amor en mi cabeza, que al parecer solo yo lo viví tan intensamente.

El día que comencé a salir, vi a Emma en el parque con sus compañeros y maestra, comencé a pasar todos los días en ese horario para verla al menos un segundo.

Intenté seguir disfrutando mi aun juventud y enfocarme más en los estudios. La carrera ya la terminaría en uno o dos meses. Todo fue muy difícil, sentía como mi mundo se vino abajo, pero ahora me puse de pie esperando a ver que me está aguardando la vida a mí y que será de la vida de Nate y Emma. 

Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora