¿Son Novios?

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Tal parece que Nate ya saco boletos, realmente no lo puedo creer. ¿Qué va a pensar su familia? Estoy obligada a escuchar preguntas para intentar saber si éramos algo, esto va a estar de locos.

Estaba cerrando el cierre de la valija hasta que escuche la puerta abrirse. Me asuste e inmediatamente agarre lo primero que encontré para protegerme, una lámpara. Abrí cuidadosamente la puerta de la habitación y caminé hasta la cocina, sin hacer ruido. Rápidamente agarre mi celular y marque a la policía, un tono, dos tonos y nadie atendió.

—Mierda—susurre aterrada.

Escuche otro ruido, de un vaso caer. Iba a comenzar a llorar, tenía mucho miedo. Me encerré en la primera puerta que estaba a mi lado, el armario. Las lágrimas de nerviosismo y terror salían por mi mejilla sin que me percatara de tales.

Volví a marcarle a la policía 3 veces más pero no contestaron. Espere allí dentro atemorizada por al menos 10 minutos hasta que oigo pasos acercarse. El corazón se me aceleraba parecía que es cualquier momento saltaría y se iría corriendo. Mis lágrimas no paraban de salir hasta que la puerta se abrió o mejor dicho la abrieron y allí estaba Adam, apenas lo reconocí, lo abracé.

—¿Que sucedió? ¿qué pasa? la puerta estaba abierta— dijo abrazándome mientras temblaba.

—Entro... alguien—un escalofrió me recorrió el cuerpo.

—¿Que? —frunció el ceño sorprendido. —¿Llamaste a la policía? —preguntó tieso.

—No contestaron—la última lagrima salió.

—No te preocupes, todo está bien. No hay nadie más aqui— camino a mi lado abrazándome. —Siéntate— me dejo en el sillón. —Papá— grito mientras se alejaba un poco por el pasillo.

—No te vayas— le supliqué.

—Tranquila, aquí estoy— se volvió a acercar.

—Elena— vi a mi padre acercarse. —La puerta estaba abierta— se sentó a mi lado y frunció el ceño al verme llorar. —¿Qué sucedió? —pregunto ahora el preocupado.

—Dijo que alguien entro, oyó ruidos— explicó Adam a papá.

—¿Que? —dijo atónito. —¿Y la policía? —se paró y saco su celular.

—No contesto—dije aun en los brazos de Adam.

—No sirven de nada—dijo mi padre enojado.

—Ya está bien—dije tomándole la mano y el me regalo una sonrisa de lado que me hizo sentir mejor. —¿Por qué vinieron? —pregunte confundida.

—Creí que estarías sola y quisimos sorprenderte— dijo Adam y sonreí apoyada en su hombro.

—Gracias— les dije.

Cuando ya estaba más tranquila, logramos pedir pizza para cenar, la cual llegó rápido. Pusimos la mesa y nos sentamos a comer.

—Sera mejor que vayas a dormir a la casa, solo para estar seguros— dijo mi padre aun preocupado por mí.

—Bueno no lo sé. Yo debo estar en el aeropuerto a las 6 mañana—dije y ambos me miraron extrañados.

—¿En el aeropuerto? —pregunto Adam confundido.

—Voy a Irlanda, con mi jefe—intente no ruborizarme y restarle importancia.

—Ah, ese tal jefe ¿eh? —volvió a decir riendo. —¿El rubio de siempre es solo tu jefe? —dijo riendo, yo lo mire ruborizada mientras le pateaba la pierna por debajo de la mesa y mi padre sin entender nada.

—¿Tienes novio? —pregunto Marcus con los ojos como platos.

—No, claro que no. Es solo mi jefe— remarque la palabra jefe.

Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora