En todas las dimensiones

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Volví a casa sintiéndome la persona más fuerte y feliz del universo, tendría un pequeño niño. Cuando llegué vi que en la puerta estaban Nate y Emma. Bajé cargando a Sara y con Adam a mi lado.

—Hola— saludamos desde atrás y ellos giraron vernos.

—Mami— corrió a abrazarme Emma y le correspondí.

—Hola cielo. ¿Te divertiste? —le pregunté.

—Si mami, muchísimo— sonrió entusiasmada ella.

—Me alegra mucho cielo. Adam, ¿puedes llevar a las niñas adentro? —le pregunté.

—Claro— los tres desaparecieron por la puerta.

—Solo quería decirte que hoy hice una ecografía, por si te interesa— saque la copia que hice de los papeles y fotos originales de mi bolso y se los di.

—Claro que me interesa Elena— dijo y leyó los papeles unos segundos antes de sonreír ampliamente. —Es un niño— me miró como si sus ojos volvieran a tener brillo luego de tanto tiempo.

—Si— asentí igual de emocionada.

—Gracias por permitirme ser parte de esto y dejarme ver a Emma. No todos lo harían después del daño que te provoque y lo entiendo, así que gracias Elena— me dijo sin despegar la vista de la pequeña foto del ultrasonido.

—Nate, eres el padre de Emma y el bebé que está en camino, jamás te prohibiría que los veas. Sé que te aman o amaran y que tú y yo estemos divorciados, no significa nada para ellos porque tú no te separas de tus hijos— le dije brevemente.

—Tienes razón, eres más lista que yo, ahora entiendo muchas cosas— dijo con una mueca en la cara. —Bien, debo irme, lo siento— su oscuridad volvió y solo se fue sin decir más.

Entré y como de costumbre Emma jugaba con Sara, en ellas veía muchísimo amor. Emma llego a querer a Sara como realmente una hermana y Sara la idolatraba, no dejaba de seguirla y copiarle todo, me hacía muy feliz verlas juntas.

Comencé a ordenar un poco la casa antes de cocinar. Al entrar a mi habitación noté como faltaba la mitad de las cosas, ósea las de Nate, era totalmente evidente que ya no estaba aquí, eso aún me ponía triste y aunque no quisiera, si derramaba lagrimas por eso.

Cuando ya estuvo limpio, caminé por el pasillo donde estaban las habitaciones y abrí la puerta que estaba al lado de mi habitación, sería para el bebé.

Estaba planeando pintarla meses antes para no tener que hacerlo a último minuto, mañana llamaría a Adam para que me ayude o mejor lo llamo ahora, él de seguro no estaba haciendo nada y yo tampoco.

—Adam— dije cuando contestó.

—¿Que pasa?

—Estaba pensando que en casa tengo pintura y una habitación que pintar para un bebé— explique.

—Qué bueno, pues que te diviertas pintando— contestó el sarcástico y reí.

—Hablaba de ti tonto, podrías ayúdame— le sugerí.

—Bien, ya voy para allá. Solo porque me gusta pintar— me cortó.

Llevé los tarros de pintura, brochas y rodillos a la habitación que pintaríamos para que esté listo cuando Adam llegue en segundos.

—Bien, estoy listo— dijo el vistiendo la ropa más vieja y rota que tenía. Tomo el rodillo y preparó la pintura.

Yo me encargué de poner música y con mi celular en la mano comencé a buscar nombres para niños en internet. Las niñas llegaron al instante y Emma también se puso a pintar, amaba eso. Sara por su parte seguía jugando y observándolo todo.

—¿Que creen del nombre Gabe? —le pregunte a las únicas dos personas que podían responderme.

—Siguiente— pronuncio Adam.

—Un niño de mi clase se llamaba así, era el más malo del mundo— relató ella con desprecio.

—Bien, ya entendí, no será Gabe— me rendí ante ellos mientras chocaban sus manos. —¿Qué hay de Charlie?

—Si le pones así juro no volver a hablarte— amenazó mi hermano.

—Bien— rodee los ojos.

Adam y Emma ya casi iban por la segunda capa de pintura y aun no encontrábamos un buen nombre.

—Dylan— dije cansada.

—Ese es bonito— estuvo de acuerdo.

—Me gusta mucho Dylan para mi hermanito mami.

—¿Enserio les gusta? — pregunté emocionada.

—Si— sonrieron por mi reacción.

—Ya está, será Dylan entonces— toqué mi apenas abultada barriga.

—Bien, nosotros ya terminamos con esto— mi hermano soltó la brocha y si había quedado hermoso, me gustaba el color amarillo.

—Genial. Muchas gracias— lo abrace y también a Emma.

—¿Esta es toda nuestra recompensa? Fuimos estafados— gruñó Adam y reímos.

Un rato más tarde, mientras yo estaba preparando la merienda, mi padre me llamó.

—Hola hija.

—Hola papá.

—Quería saber si podrían venir a cenar esta noche, Adam y tú, es que los extraño— dijo él y me hizo sonreír, era uy tierno.

—Claro que si papa, solo para que no nos extrañes— sonreí.

—Muchas gracias querida, los estaré esperando— me cortó.

—¿Quién era? — me pregunto Adam.

—Papá quiere que cenemos con él hoy.

—Excelente, de seguro hará carne asada— mi hermano solo pensaba en comer.

Comencé entonces por bañar a las niñas y cambiarlas bonitas, sabía que tardaría bastante con ellas, pero al acabar comencé por mi confiando que Adam cuidaría a Emma y Sara. Un rato más tarde, ya estaba arreglada y Adam también, se cambió con ropa que había dejado aquí.

—Vámonos— les dije cuando ya era hora de irnos.

Los cuatro subimos al auto. Bueno de hecho éramos 5.

—Oye, estaba pensando que podríamos hacer un viaje. Si quieres venir— comenté.

—Me encantaría, pero hay un problema Elena, creo que deberías pensar en Emma— me susurro para que no nos oigan. —Unas vacaciones en familia, dile a Nate y olvida por unos días lo que te hizo e intenta llevarte bien con él. Probablemente será lo último que hagan juntos y lo merecen.

—Lo voy a pensar— realmente él tenía razón, Emma amaría eso.

Justo llegamos, cargue a Sara y tome la mano de Emma para entrar. Mi padre abrió y Emma corrió a abrazarlo.

—Abuelo— sonrió y luego entro con una muñeca en la mano.

—Hola cielo— le dijo él antes de que entrará. —Hola hijos, pasen.

Así lo hicimos, cuando entramos baje a Sara para que jugará con Emma en la sala.

—Llegaron justo a tiempo, la cena está lista— nos dijo, la mesa ya estaba puesta y sobre ella la carne asada con muchos tipos de ensaladas.

—Te luciste viejo— Adam devoraba todo con la mirada.

Nos sentamos a comer y esa fue una cena familiar muy bonita, reímos y jamás paramos. Me gustaba mi familia en todas sus dimensiones, me hacían enormemente feliz, a mí y a la niña que jamás había tenido esto antes.

Desde el CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora