Capitulo 14

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Comienzo a hartarme de todo esto, sabiendo que Daryl ahora me ignora, en el que quizás me rechace y se vaya a otro lugar. La mala suerte mía ha llegado así de golpe en contra mía, jurando que podría zafarme de la compañía de Daryl y en especial del idiota de Bill; me han ordenado junto con los dos que no quería ver hoy, a buscar comida por las calles de chicago.

Ben me dice que hay que buscar comida y algo de medicina, ya que un niño, llamado Lucas, se ha enfermado de manera grave, cosa que me ofrecí voluntaria, ya que conozco muy bien las calles de chicago y ben ha ordenado que Daryl y Bill me acompañen, pero adivinen quien más se ofreció, sí, Estela.

Como Bill es un buen conductor, el maneja el volvo café desteñido de su padre, yo voy en el copiloto con mis piernas apoyada en el pequeño maletero. Daryl va atrás mirando la venta, sin soltar su ballesta, y a su lado está la otra.

Doy un suspiro, intentando calmar mis futuros nervios que sé perfectamente que se producirán con el paso de este día. Pero me calmo al estar viajando en la carretera, a unos kilómetros de llegar a la ciudad. Como me gusta a mí está todo en silencio, solo puedo escuchar el repiqueteo sonido estruendoso del motor viejo de Matt, el padre de Bill. Ninguna palabra sale de nuestras bocas, sabiendo que no podemos hacer ningún ruido.

Desearía tirarme un balazo en la cabeza ahora mismo, pero no puedo, tengo cosas que hacer, como, por ejemplo, ver a mi padre morir y a ese grupo que comienzan a controlar todo a su paso, eso es lo que quiero.

Al llegar a la ciudad, Bill detiene el volvo y nos bajamos con cautela, todos fijándonos en cada rincón, para no ser atacados por Caminante, como la última vez que no fuimos precavidos al salir. Afirmo mi bate en mi hombro, relajada de que tengo armas amarradas en mis piernas para defenderme a larga distancia.

- Esto es genial, las calles vacías, sin adultos...

Bill resopla con alegría, aunque sea un idiota, tiene una buena autoestima lo admito, no como yo, que ya la perdí hace mucho tiempo, solo sobrevivo y punto.

- Podemos robar y romper cosas -agrega Estela llegando al lado de su futuro novio o algo parecido.

- Rodeada de idiotas...-susurro, pero sé que me han escuchado, tambien lo digo por Daryl que me ve de reojo.

Parece estar enojado por algo que hice, de seguro por mi confesión, pero me he dado cuenta que debería de dejarle, solo es mi héroe, nada más, así que me he salvado con ilusionarme. Creo que le diré que solo me he confundido con mi afecto hacia él y he mesclado cosas con el amor que no tienen nada que ver en esto.

Estela y Bill no se molestan por mi manera de ser, ósea mi comentario que los ha insultado, ya que, aunque me cueste decirlo, me conocen algo bien para no ser mis amigos.

Despejo mi mente mirando hacia otro lado, los grandes edificios silenciosos y vacíos me dejan tranquila, pero la preocupación es que hay mucho silencio, eso significa que debemos hacer el doble del silencio por si los Caminantes andan por aquí.

- Allá hay un supermercado. Vamos, hagamos esto de manera rápida, quiero volver a casa.

Todos asienten y caminamos por en medio de la calle, ya que caminar por la vereda es peligroso, ya que puede aparecer un Caminante y atacarnos de repente, ya que, perdimos a uno hace unos años, por eso.

Realmente, por primera vez en mi vida, este silencio es rotundamente incomodo, eso es algo que nos hace prestar nuestra atención a todas partes para verificar que nuestra vida esté asegurada.

Al llegar supermercado sin ventanas decidimos entrar, pero con nuestras armas en mano, así que yo dejo mi bate amarrado a mi cintura con el cinturón, tomando así mis dos preciosas armas. Apunto a todas direcciones igual que mis compañeros, de reojo noto que Daryl se ve más relajado, no, familiarizado, eso es mucho mejor, ante el momento en que nos presentamos.

Todo está patas arribas, comida tirada en el suelo, las estanterías están intactas pero la mayoría está media vacía y algunas, solo unas pocas están llenas de comida.

- Que suerte, justo lo que buscábamos.

Bill y Estela recorren en supermercado. Nosotros dos intentamos no pisar las cosas que provoquen un sonido fuerte, llegamos a las estanterías y de la mochila que trae Daryl consigo la abre y me ayuda a guardar comida que pueda durar, pero sin decir ninguna palabra. Le miro de vez en cuando, pero él no lo hace, está muy dedicado en lo que hace.

- ¿Estás enojado conmigo por alguna razón que hice o dije? -pregunto de golpe.

- ¿La verdad es que sí? -responde serio ante mí-. Y no creo que te perdone.

- ¿Por qué?

- Porque me mentiste -susurra-. Si estás casada.

Sobre-Plaga (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora