Capitulo 19

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Daryl y yo nos bajamos de la camioneta. Damos unos pasos hacia al frente, en donde están los demás que miran para todos lados, con las armas listas para disparar. Es de noche, y eso significa que todo es más peligroso aquí en la ciudad de Chicago. Alan y Juliet entran a un almacén en donde hay armas que quizás nos sirvan. Bill perece mirar el final de la calle, en donde la oscuridad se la traga con su oscuro y profundo final. La niebla comienza a llegar ante nosotros, pero el calor no desaparece.

-Está despejado.

Bill reacciona ante la voz de Alan.

-Bien. Entremos -su vos es cada vez más apagada que la anterior.

Él entra junto con los otros. Veo el rostro de la más hermosa de las chicas, Amanda. Tiene mi misma edad, cabello rubio, desordenado y aún su rostro está cubierto de polvo del incendio o más bien de la explosión injusta del colegio, en el que todos murieron. Ella tiene el mismo rostro de todos, abatidos, como si le hubieran quitado una parte de ellos.

Entramos. Encendimos unas linternas y sin hacer ningún ruido nos sentamos. Juliet, la chica más ruda, después de mí claro, atranca la puerta con un fierro grueso que estaba botado en el suelo y cubre las ventanas con las cortinas. Suspira. Su cabello rojo y su rapado de su lado derecho, podría decirse que tiene un parecido conmigo. Pero ella es dulce y tímida. Pero fuerte. Alan es su hermano gemelo. Clasificarlos con una sola palabra, sería; inseparables. Si uno muere, se mata el otro, así claro.

La tienda de armas es pequeña, oscura y fría. Contándolos bien somos 12 en total.

Daryl se sienta a un rincón, alejado de todos, es obvio, no conoce a nadie, y de seguro no soporta a jóvenes de 20 a 29 años. Yo estoy afirmada en un estante donde hay escopetas. Aquí estaremos seguros. Daryl juega con su cuchillo, como si el piso de madera fuera un Caminante, apuñalando lo como un asesino experto.

Él silencio nos abarca y nos acorrala. Ver el rostro de cada uno, me llega de inmediato esa estúpida culpabilidad. Han pasado unas dos horas de lo ocurrido en el colegio. Yo aún no lo supero. Toda esa gente, son familias, niños, abuelos. Me duele.

-Lo lamento -susurro.

Algunos de sus rostros me miran, pero no de odio.

-¿Por qué lo lamentas? -pregunta Amanda, con un nudo en la garganta.

-Ustedes saben por qué. Mi...padre -me cuesta pronunciar esa palabra.

-¿Qué? ¿Crees que te echaríamos la culpa por lo que pasó? -pregunta Bill, sentado en frente de mí, apoyado en una pared húmeda, con esas manchas cafés-, Tú y tu...ese tipo...no eres él. No tienes la culpa de lo que pasó.

-¡Claro que sí! La mafia de mi padre me está buscando, matarán a todo lo que conozca, destruirán todos ¡Cómo quieres que me sienta! -chillo. Me desespero y saco la nota que tengo del bolsillo-. ¿Ven esto? Esta nota me llegó, a mí, pegado a una flecha, advirtiéndome de la explosión. ¿y tú crees que no debo de tener culpa?

-Pero nosotros no te culpamos, Zauri. Eres víctima de ese animal con sus seguidores -habla Estela-. A él lo culpamos y nos vengaremos.

-No lo harían -susurro.

-Sí lo vamos hacer. ¡Mataron a nuestras familias! Nos vengaremos -gruñe Bill, ansiando sangre de venganza.

-No conocen a mi padre y a su grupo militar -digo-. Son despiadados, no dudarán en matarlos. Daryl, es una leyenda ¿NO? Él salió con vida gracias a mí ante las garras de mi padre, minutos de matarlo. Si ustedes quieren hacerlo, no puedo detenerle, no saben el deseo de también vengarme y matarlo, pero sabemos que es imposible.

-Tú lo dices. Es nuestra decisión. No tenemos nada ¿Qué vamos a perder? -agrega Bill.

Otro silencio.

-Si es así, yo iré con ustedes -digo-. Habrá algo que no los mate de inmediato y los llevaré a su nueva guarida. Lo que hicieron es injusto.

-Claro que lo fue -habla Alan, mirando el suelo.

-Está decidido. Nos vengaremos, por nuestras familias, por los que amamos -añade Bill, como un verdadero Líder y no como un idiota.

Pasa la noche y algunos se tiran al suelo para dormir, Bill y Yo decidimos hacer guardia esta noche. Creo que Daryl también hará el trabajo con nosotros, ya que sigue despierto. Me levanto con cuidado y camino hacia él. Me siento a su lado y miro la puerta cerrada.

-Me quedaré y lucharé con ustedes -susurra.

-Esta no es tu guerra -le digo.

-Lo es. Él se metió conmigo hace unos años. También es mi guerra.

Le quedo mirando de reojo. Asustada de que lo pueda perder, como he perdido a muchas personas por lo mismo. Bajo la mirada. Sí, estoy asustada, más que nunca en mi vida, pero creo que eso es la supervivencia.

Daryl suspira.

-No me va a pasar nada. Soy una leyenda ¿No? -pregunta.

Yo asiento. Lo quedo mirando y, aunque esté todo oscuro, aún puedo ver su rostro y sus ojos tentadores, de esos ojos que veía de pequeña, cuando él me protegía de los Caminantes, me cuidaba como un padre. ¿Me verá de esa manera? Como una hija. Sus ojos se quedan en los míos y una corriente eléctrica choca conmigo al sentir su mano en mi mejilla y en un segundo a otro se acerca a mí. A unos centímetros, dejo de respirar al sentir su aliento chocando contra mi nariz. No sé qué decir de mi corazón, pero siento que no late.

Pero él hace un sonido de su boca, como si se arrepintiese de haberse acercado a mí. Me suelta y se aleja.

-Estoy cansado. Creo que dormiré unas horas y luego te tocará a ti dormir. Buenas noches Chica Punk.

¿Eso es todo? ¿Solo se acercó a mí? ¿Nada más?

Respiro, perpleja por su acercamiento sin haber nada más. Pero lo que más de duele ahora es que me ha creído, de que se olvidase de mi confesión.

Sobre-Plaga (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora