Capítulo 6

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10 de Agosto, 2:00 pm.


Una semana ha pasado desde el día en que Camil había muerto. No pude ir a su funeral debido a que era bastante lejos y ahora no podíamos viajar. Aún recuerdo ese día, por alguna razón, el clima estaba igual de triste como yo, comenzó a llover y después cayó un poco de granizo. Yo solo me la pasé llorando y mirando las gotas caer desde el cielo hasta el suelo.

El jardín de mi vecina, estaba vacío, la señora Campbell junto con su esposo se terminaron mudando tan pronto como les permitían. Lo más seguro querían evitar tener recuerdos sobre esa casa.

Los días pasaban y cada vez se acerca la época de entrar a clases.

Ahora me encontraba mirando por mi ventana, la casa de al lado apenas comenzaban a habitarla, personas entraban con cajas grandes, de seguro es ropa y algunos electrodomésticos. Mi mano ya estaba mejor, mi madre término desinfectándola y vendándola, ahora solo permanecían unas cuantas cicatrices.

Una semana que no he escuchado la voz de Dalila. Ni he visto su presencia. Lo único era, que las puertas del closet se abrían  y se cerraban, o escuchaba vasos caerse, pero a ella ya no.

Apoyé las manos en el marco de la ventana, la madera se sentía fría y rasposa, cada día estaba más vieja.

Ahora llevaba puesto un vestido azul marino, de adorno un listón amarrado en la cintura de color  celeste y unos zapatos negros sin tacón, mi cabello castaño, caía despeinado por mis hombros.

Un chico salió de la casa, no lograba verle el rostro, porque estaba agachado buscando algo entre las cajas, su cabello era negro, vestía algo simple, tejanos en color negro y camisa a cuadros de color roja con blanco, la llevaba remangada en cada brazo a tres cuartos.

— Hola Emily —escuche la voz de Dalila a mi derecha. Ella al igual que yo recargó sus manos en el marco de la ventana, su vista la dirigía hacia el frente.

—Creí que te habías olvidado de mí —me las arreglé para que mis voz no saliera temblorosa, creo que ya comenzaba a acostumbrarme al escucharla.

—Jamás sucedería —sentí su sonrisa como el gato de Cheshire adornando su pálido rostro, su presencia emanaba en el aire un olor a humedad y ropa viejas —.Solo quería que te recuperaras de tu pérdida.

—Eres un monstruo —susurré aún con el dolor que sentía.

Ella soltó una sonora carcajada

—¿Interrumpo algo? —preguntó en tono elegante. A veces su manera de expresarse era con cortesía, supongo que su familia era de la alta en aquel tiempo. Yo solo giré mi rostro en dirección al de ella. Dalila sonreí burlona, sus ojos de nuevo ya no eran blancos, sino azules, su cabello negro cubría los laterales de su rostro. Rodé los ojos y volví a fijar mi vista hacia el chico que aún rebuscaba entre las cajas.

De reojo mire a Dalila, ella miraba hacia conmigo y después hacia el chico del otro lado, concentrada así sucesivamente.

—Ah ya veo —siseó Dalila.

—Lárgate Dalila —hable fríamente.

—mmm...—se llevó un dedo hacia su barbilla pensativa —.Yo creo que no.

El chico rebuscaba entre las cajas, se notaba un poco confundido, se levantó y frunció su entrecejo, se llevó una mano detrás de la nuca y se rascó un poco. Miró para todos lados buscando algo con la vista.

—Jamás lo encontrará —se burló Dalila.

—¿Cómo sabes que...—me giré hacía con ella, en su mano izquierda tenía un portarretrato. Dalila sonrió y lo agitó un poco —.¿De dónde lo sacaste?.

Dalila [Mentes Retorcidas I ] |Editando| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora