Epílogo

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"Y decir que todo había terminado sería una gran mentira"


Bueno, esperaba que todo fuera negro y tal vez un poco de dolor, pero no, todo fue lo contrario, ya no sentía dolor y la oscuridad se fue tornándose de blanco. Y bueno, lo siguiente que vi fue el comedor de mi casa.

En mi mejilla sentí algo duro contra ella, parpadeé un par de veces para acostumbrarme a la luz, alcé mi cabeza encontrándome con la sorpresa que estaba acostada encima del comedor, observé cada rincón de la habitación en donde estaba, cada detalle; las sillas, los sillones, la televisión incluso los libros de la repisa acomodados por orden del alfabeto.


Todo estaba como antes


Miré mis manos, estas tenían unas pequeñas  marcas en los nudillos, solo los podías ver si te detenías a observarlos detalladamente. El ruido de la puerta de la cocina abriéndose hizo que girara mi cabeza para ver a qué se debía, sonreí por inercia al ver a mi madre salir de ella.

—Caray Emily, de nuevo te volviste a quedar dormida —ella negó con la cabeza divertida, no recuerdo haberme quedado dormida,  colocó el plato frente a mí, unos deliciosos panqueques se hicieron presentes junto con un delicioso jugo de naranja —.Desayuna cariño o llegarás tarde

Sonreí gustosa al ver el apodo que utilizaba, nunca me había dicho "cariño", siempre era "hija" o "Emily", nunca así. Ella me regaló una hermosa sonrisa y se acercó a plantarme un casto beso en mi cabeza, pero segundos después mi sonrisa se esfumó en el instante en que ella se recogió su cabello (para hacerse una coleta alta) encontrándome con una cicatriz muy ligera en la parte lateral de su cuello, desde su clavícula hasta esconderse en su nuca.

"Mamá ¿por qué tienes...

Pero mi pregunta no salió de mis labios, en su lugar solo fue.

—Gracias mami, ahorita desayuno rápido.

Yo nunca le decía "mami".

Después ella solo se marchó.

Bajé mi vista hacia mi cuerpo, ahora ya no usaba unos pantaloncillos y camisetas estampadas sino un vestido en tono azul pastel con un moño en blanco en la parte de mi cintura. Mis manos se dirigieron al cubierto tomando una pequeña porción del panqueque, dirigiéndolo a mi boca y comenzar a masticar.

"Pero... ¿qué?

—Vaya, por fin despiertas Emily —dije, después tomé una servilleta limpiándome las comisuras de mi boca —.Ya comenzaba a extrañar tu irritante y chillona voz.

Ahora no entendía nada

—Te lo explicaré —hablé para después tomar un pequeño trago de jugo.

"¿Por qué sigues aquí?"

"Porque era parte de la maldición" ella comía muy gustosa el desayuno

"No mientas, esto tenía que terminarse, tú tenías que desaparecer, el diario tenía que desaparecer, todo, la bruja me lo dijo"

"Bueno, pues no, todo continúa"

Seguía sin entender, la bruja me lo había dicho "solo termina el diario y ella se irá, eso es lo único que quiere"

"Pues mintió Emily, o más bien, yo lo hice" soltó una pequeña risa que involuntariamente tapé con mis manos.

"Dalila...

"Verás, ¿te acuerdas cuando eras mi marioneta?, bueno, eso mismo hice yo con la bruja"

Dalila [Mentes Retorcidas I ] |Editando| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora