Vigésimo noveno recuerdo

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31 de diciembre 2001

Zhyt:

Perdona mi anterior carta, entiendo que las disculpas suelen pedirse ipso facto de haber cometido el error, sin embargo, debes comprender que fui criada desde niña a no dar mi brazo a torcer y menos aún a ofrecer disculpas, siento, desde lo más profundo, una humillación tal que al escribir estas palabras tengo ganas de romper la hoja. Ha transcurrido desde tu carta casi dos meses, según el tiempo humano, lo lamento y, sé que una persona como tú puede advertir las ataduras que existen en alguien como yo, y tu noble corazón será bondadoso y me dispensará mis anteriores actitudes, mi mente está dispuesta a olvidar lo que ocurrió aquella noche.

Acudo a ti como verdadero apremio, el tiempo ha avanzado y son cuatro años desde el despertar de mi hermano. No había entendido por qué mi familia se empeñaba en aplazar el tiempo antes de ir a reclamarlo; hoy lo he averiguado. Tú sabes que cada que morimos por condenas reencarnamos en familias humanas, y cuando no volvemos al Mundo Mágico, bien como puras sangres o mestizos, esto es lo peor... Cada que reencarnamos en el Mundo Humano conforme más tiempo pasemos en él, y más aún si morimos en él, menos probabilidades existen de recordar lo que una vez se fue en vidas pasadas. Este es el terrible plan que tiene mi familia para mi hermano, volverlo un errante del Mundo Humano cuando menos dos vidas para alejarlo de lo que una vez fue... Olvidarse de ti, y, como es consecuente, de nosotros, de mi. No puedo tolerarlo. Ellos creen que solo te olvidará a ti, pero no entienden que su memoria no sabrá discriminar, e incluso si lo supiera el amor que te tuvo sería mayor del que nos tiene a nosotros como familia. No es el momento, pero confieso que tenía celos de ti porque compartías con él un vínculo tan diferente al que yo con él, y comprendías de Kazhter lo que yo apenas comienzo a imaginarme.

Sé que entre tus posibilidades no se encuentra hacer nada, porque mis padres se han encargado de mantenerte vigilado para que no cruces palabra con... ¿Sabes el nombre de mi hermana? No... Ella se llama Asderel, para que no hables nunca con ella y la dejes vivir.

Recurro a ti, como un consuelo, como un lazo con mi hermano, y si todavía tienes extendida la oferta de irla a ver juntos, aunque sea a distancia, con gusto aceptaré.

Sinceramente Ihmar


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