𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏: ¿𝑻𝒖...𝒂 𝒎í?

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Era un día de diversión en la Mansión Mukami, el sol brillaba, el cielo estaba despejado y Ruki preparaba salchichas en un asador en el jardín trasero de la mansión, cortesía de la empresa que patrocinaba a Kou.

—¡Ruki, yo quiero mis salchichas muy tostadas! —dijo Kou sonriendo—. Ya puedo olerlas y saborearlas.

—Ten paciencia, deben quedar en su punto —decía volteando las salchichas con una tenaza—. ¿Alguien ha visto a Azusa?.

—Yo lo traigo, debe estar en su habitación puliendo sus cuchillos —dijo Yuma haciendo una expresión de habitualidad.

Aquel agricultor estaba recolectando algunos de sus tomates para su salsa especial, ya que más tarde prepararían espaguetti para la cena.

—¿Otra vez? Azusa-kun debe buscarse otro hobbie que no sea tan aterrador —Kou torció su boca mientras dejaba caer sus codos en la mesa de madera.

—Supongo que sí, aunque se le ve muy entretenido cuando lo hace —sonrió Yuma.

Él se dirigía con una cubeta llena de tomates a un grifo de agua al otro lado de la casa. Aquel grifo estaba justamente debajo de la ventana de la habitación de Azusa, aprovechando la oportunidad; Yuma llamó por él.

—¡Hoe, Azusa! Apresúrate a salir o Kou se comerá tu parte.

—Yuma...no quiero salir hoy... está muy soleado...

—Pero si está techado, además las salchichas están deliciosas.

—No gracias...prefiero quedarme aquí...en mi habitación.

—Hum, que remedio, bueno estamos en el jardín trasero por si cambias de opinión.

—Sí...

El ojigris cerró las cortinas de su ventana y Yuma volvió la mirada a la cubeta con los tomates, recorrió sus mangas para moverlos entre el agua y así desinfectarlos, una vez terminó tiró el agua y los vació en una canasta que llevó a la mesa.

—¿Y Azusa-Kun? —preguntó Kou con curiosidad.

—Él dice que no quiere bajar, aún odia el sol después de todo.

—Últimamente ha estado extraño.

Ambos vampiros miraron a Ruki desde atrás con realismo.

—Bueno...más de lo normal —corrigió y puso los embutidos en un plato con una servilleta llena de grasa debajo.

—¡Ni se te ocurra tomar todas Kou! —dijo vigilante Yuma mientras se lavaba las manos.

—¡No prometo nada Yuma! —empezaba a apartar sus salchichas en su plato.

Ruki sonrió levemente al ver al par peleando por unos simples embutidos.

—Oigan, tengan cuidado, que me esforcé mucho.

—No te preocupes Ruki, no le haré nada a las salchichas, pero Kou será mejor que corra —bromeó Yuma al tratar de picar al idol con un tenedor.

—¡Ara ara, Yuma! —carcajeó también empezando un duelo con cubiertos.

Entre el movimiento diestro de sus manos hizo que Kou derramara un vaso con jugo en la camiseta de Yuma, éste bajó la guardia y su tenedor salió disparado hacia el césped.

—¡Ha! ¡Ahora quien es el...! Ouh, lo siento.

—N~no, no es nada Kou, iré a casa a cambiarme.

—Sí, anda, y no te preocupes. Yo vigilaré al ladrón de comida —Ruki miró a Kou y el volteó.

—¡No tardo!

Yuma entró a la mansión; a paso moderado llegó a su habitación y quitó su camisa dejando ver su torso desnudo, se detuvo unos segundos para verse al espejo.

—Qué extraño...me parece que he embarnecido.

Una vez colocada su camisa se dirigía otra vez hacia el jardín por los pasillos de la mansión hasta que algo irrumpió en su canal auditivo.

—Eva... ¿por qué?

—¿Ah?

Yuma paró en seco y se asomó levemente por la cerradura de la puerta de Azusa.

—¿Acaso yo no te...fui suficiente?

Azusa se estaba cortando el tejido de su piel como solía hacerlo.

—¿Azusa?

Yuma nunca había visto a su pequeño hermano lastimarse de esa manera.

—Justin, si Eva... no me lastimó...fue porque...no me quiere —dijo Azusa a la vez que pasaba la punta de uno de sus cuchillos por la parte superior de su muñeca.

Estaba consciente de que por su cabeza pasaban ideas muy ilógicas sobre el dolor, pero nunca pensó el tener que verlo así, y por una razón que probablemente todos en la mansión compartían: Yui Komori.

—¿Será normal el que esté cortando así de profundo? No se ve nada bien.

—Eva...Eva...quiero ser Adán...para poder estar...contigo siempre —decía forzando más la punta en su delicada piel.

—Basta Azusa, no hagas eso —repetía Yuma en su cabeza.

Por alguna razón ver a su hermano sufrir por la idea errónea de "Adán" lo llenaba de ira, alguien de mente fuerte como Yuma pudo haber superado el hecho de que él podría no ser Adán.

Pero la mente de Azusa ahora sólo estaba poniendo toda su esencia en eso; aferrarse a algo para creer que su existencia es por la razón que dijo Ruki.

Francamente era estúpido, pero no se pondría a pensar bien las cosas.

—¡Azusa, suelta eso!

El menor se estremeció al escuchar la voz de Yuma y soltó el cuchillo.

—¡No puedo creer lo que estás haciendo!.

Azusa dirigió su mirada perdida a Yuma y tomó de nuevo su cuchillo.

—Melissa, calma, tendré tiempo para ti también —olfateó su herida y lamió la sangre que aún goteaba de su brazo.

—Escúchame, ¿esta es la razón por la que has estado actuando extraño? —dijo apretando el mentón de Azusa.

Yuma sostenía un libro con la adaptación de la historia de Adán y Eva con el grosor de unas 1079 páginas.

—Tal vez...tal vez no.

Azusa se liberó del agarre y le arrebató el libro para guardarlo en un cajón de su estante de cuchillos.

—No juegues conmigo Azusa, te exijo que me digas la verdad —lo tomó del brazo fuertemente y éste peló los ojos de admiración dolorosa.

—¿Qué es lo que...?

Yuma había apretado tan fuertemente el brazo de Azusa que la sangre goteaba a corriente.

—Oh, no.

Al revisar su palma era como una escena del crimen con 5 dedos.

—Yuma...me has... ¿lastimado?

—¡N~no, esa no era mi intención Azusa!

Estaba tan nervioso que titubeaba mientras que sostenía el goteante brazo de su hermano menor.

—Yuma...yo ~

Azusa sonrió de una manera que se diría extraña para el resto de las personas, pero sólo alguien como él le podría dar significado a un acto tan doloroso como el que le apretaran el brazo.

Y sí, se lo que estás pensando...claro que el mayor no se quedó, ni siquiera le importaba si de él salió una sonrisa. Corrió lo más rápido que pudo hacia el grifo de agua del jardín y se enjuagó la sangre de Azusa de sus manos muy nervioso.

—Acabo de lastimar a Azusa —puso una mano en la mitad de su cara y la talló en la misma—. ¡A mi pequeño hermano!

Y como si sus nervios no pudiesen estar más al borde del colapso...una gota de agua calló en la frente de Yuma, dirigiendo su mirada al cielo.

...

Tus vendajes...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora