𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟎: 𝑨𝒛𝒖𝒔𝒂...

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Azusa y su hermano mayor regresaron a la Mansión al día siguiente, sin esperarse el hecho de que sus hermanos estuvieran más distanciados que nunca.

― ¿Listo? ―preguntó Yuma.

―Sí...

El castaño lanzó un frisbee lo más fuerte que pudo, la velocidad y el aire eran precisas pero el menor sin siquiera mover un solo músculo lo recibió cayendo al suelo.

―¡¡Azusa! ―alarmado corrió hacia él y se agachó para palmear su rostro.

~POV AZUSA~

Entonces, recordé eso tan importante, el día en que me llevaron al hospital.

Mis músculos dolían, podía sentir ese líquido rojo salir de mi piel, era tan divino, y aunque después tuve la necesidad de pedir ayuda, no la recibí por parte de quien yo quería...

Por miedo a que no lo perdonara o lo culpáramos... se había ido, no me ayudó ni me tranquilizó en lo absoluto.

No era la primera vez que Yuma no medía su fuerza...

. ―FLASHBACK―.

Eran días difíciles para varios niños en aquel lugar donde les gustaba torturarnos de la manera más vil posible,

Era un hogar perfecto para mí.

Yo disfrutaba tanto el ver reír a mis amigos cuando desquitaban su ira en mi pequeño y frágil cuerpo.

Todo eso acabó el día en que Yuma me defendió.

Yo estaba riendo de las fuertes patadas que todos ellos me daban, algunos habían vuelto de los cuartos de tortura donde nos castigaban por intentar huir, u otros eran recién llegados que querían acoplarse a la diversión...pero hubo un niño que se metió en medio de todos ellos, por proteger mi integridad.

― ¡Hey! ¡Déjenlo tranquilo! ―me levantó del suelo y yo lo miré a los ojos.

― ¿Tú...quién eres?

―Hola, no te preocupes ya estás seguro ―acarició mi mejilla y me sonrió.

...

― ¡Y será mejor que no lo vuelvan a molestar! ―dijo jadeante Yuma.

Había quedado totalmente lleno de heridas, pero había conseguido que no me tocaran, yo me levanté y corrí a sostenerlo en pie.

―Vaya, realmente lo logré ¿no es así? Uf, pelean como becerros.

― ¿Por qué...hiciste eso?

―Hum, ¿ni siquiera las gracias?, bueno nos vemos, y aprende a defenderte o te volverán a apalear ―rio y luego se quejó―. A~auch.

― ¿Gracias? ―pregunté confundido.

―Denada ―sonrió cínico y caminó con dificultad a los dormitorios.

―Espera...―lo seguí a paso rápido y le di mi hombro―. ¿Cuál...es tu nombre?

―Dime Oso... ¿y tú?

Azusa ―dije limpiando una de sus heridas con mi capucha.

―Pues, me agradas, ya casi llegamos, tengo unos amigos a los que les vas a agradar también.

...

A esos niños les gustaba golpearme, pero ahora que no me tenían a mí, molestaban a Yuma, aparentemente por un secreto que él prefería no contar.

Tus vendajes...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora