𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟖: 𝑬𝒍 𝒈𝒓𝒂𝒏𝒆𝒓𝒐

1.2K 78 7
                                        


Yuma reaccionó al instante agitando su cabeza.

―Azusa, vamos ―lo tomó de los muslos y rápidamente lo cargó en su espalda―. Sujétate.

―C~claro... ―dijo avergonzado y asustado mientras Yuma corría.

―Mira Azusa, ahí adelante, un granero.

―Lo veo...

―Parece un buen lugar, ya casi llegamos ― corría a toda velocidad con Azusa en su espalda.

Al entrar al granero, estaba lleno de animales grandes y pequeños como caballos, cerdos, cabras y algunas gallinas.

―Parece...que estamos...invadiendo ―dijo Azusa sacudiendo su cabello mojado.

―Oh claro que no, ellos nos darán la oportunidad de quedarnos, ¿no es así? ―dijo acariciando el hocico a un caballo.

―Gracias...por cargarme.

―No hay problema hermanito.

El corazón de Azusa se hizo pequeño por dentro, no podía creer lo que iba a hacer, su cuello aún seguía sangrando y él, subió rápido a la planta alta del granero y evitó mirar a Yuma a los ojos.

Él preparaba dos futones de paja en el suelo y silbaba.

―Vaya, qué aventura, cuando lleguemos a casa los chicos se reirán de esto, ¿no lo crees Azusa?


...

―Has estado muy callado desde hace rato hermanito, ¿qué pasa?

―Kgh, ―refunfuñó Azusa con ira apretando más sus vendajes.

―Hoe, lo estás apretando demasiado, ten cuidado.

―No me...toques Yuma.

Yuma estaba consciente de lo que había pasado hace unos momentos, pero tenía tanto miedo de perderlo que prefería no distraerse más.

―Si es...por lo que pasó hace rato yo lo siento, no debí hacerlo sin que tú lo consintieras.

―¿¡Cómo puedes... decir eso?! ―empezaba a lagrimear―. Eres tan cruel...

―¿Q~qué? Azusa de que estás hablan...?

―¡Deja de...jugar conmigo!

Se levantó mientras de su cuello brotaba la sangre de hace un momento.

―Azusa ¡¿qué es lo que te pasa? ―frunció el ceño.

―Ahora te haces...¡el que no sabe nada!

Cada día que pasaba desde que empezaste a cuidarme...

la medicina que eran tus besos para mí

al principio no lo entendía

no podía expresarlo, las palabras no son mi fuerte

y el ser un problema para ti,

me causaba nervios y angustia

pero conforme pasaba más tiempo

disfrutaba más y más de ti

Esas caricias que me dabas para dormir

poco a poco las entendía,

y por fin en toda mi existencia sentía

que tenía una razón que no era ser "Adán" solamente

yo que ahora estoy...

enamorado, Yuma.

Tus vendajes...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora