Pacto

13 0 1
                                    

Lunes.

Bien. Vamos a decir que el asunto me estuvo rondando en la cabeza toda la mañana. Y ninguna persona cuerda va al primer llamado de un chico despuès de la salida, a menos que se conozca el motivo o al menos sea tu amigo. Pero ya saben que no soy precisamente cuerda. La semana anterior habìa sido castigada por comerme doce paquetes de galletitas Oreo antes de pensar siquiera de que despuès iba a estar horas en frente del inodoro. Por esa misma razòn fui derecha a ver de què manera iba a sorprenderme a pesar de que sabìa que el chico podìa ser perfectamente un loco.

El chico en cuestiòn, estuvo sentado por un rato al lado de la puerta de la puerta de la sala de informàtica sobre el borde bajo de la pared. Bueno, hasta ahì todo normal, ningùn arma peligrosa a la vista ni amigos cargados con globos de agua. Tenìa el pelo castaño tirando a rubio, era de mediana altura y era mas bien delgado. Buen porte, cara linda, pose humilde... Dios, estaba en frente del romàntico rompecorazones perfecto de muchas de las historias que habìa leìdo antes. Pero no habìa que fiarse, tambièn era probable que guardara chicas en el sòtano.

-Em... ¿Onan?- Dije cautelosamente antes de que dijera algo.

Èl me mirò y me sonriò con alegrìa.

-Sì, perdòn por llamarte de forma tan indirecta. Pero no sabìa de què forma te lo ibas a tomar.

Linda sonrisa. Ojos de àmbar. Una Luciana impresionada por haber encontrado al fin a un personaje ficticio salido un libro.

-Sì, en realidad no estoy segura del por què me llamaste pero si serìas tan amable de explicarme...

Lo dije con toda la amabilidad que me podìa permitir pero la curiosidad me estaba matando. Tenìa que reprimir mi instinto para no sacàrselo a la fuerza.

-Es un asunto del que escuchè que eras la persona indicada para tratar-. Dijo con voz firme y sin titubear-. Se trata del amor.

Si me hubiera dicho que estaba enamorado de mì probablemente me hubiera quedado menos pasmada. Yo jamàs de los jamases habìa tenido un chico como paciente, ni siquiera cuando colguè un cartel de metro y medio en la puerta de la escuela ofreciendo mis servicios por solamente la mitad del almuerzo del cliente. Al parecer los consejos amorosos no eran merecedores de algo tan importante como el pan de cada dìa. Ignorantes.

-¿Un consejo?¿De verdad?-Dije incrèdula levantando ambas cejas para remarcar mi sorpresa.

-Sì, bastante patètico, pero sì. En realidad lo que te quiero pedir son... lo que mi mamà llamarìa "clases semanales de encantamiento". Ella es fan de Harry Potter-. Dijo riendo.

Onan venìa ganando puntos. Èl querìa a su familia y lo demostraba sin tener miedo de ser ignorado.

-Sì, puedo ayudar. A eso me dedico-. Dije con todo el orgullo que me cabìa en el cuerpo.

-¿Entramos y me contàs de què se trata?

Entramos y nos sentamos en unas sillas que usaba para mi "oficina", ya que la luz que daba de tarde era perfecta. Onan se sentò en una un poco incòmodo y nervioso, como cuando vas al dentista.

-Perfecto. Liberame la lengua.

Èl riò un poco y se puso colorado. Awwwww...

-Es que hay una chica que me gusta y me gustarìa que me ayudases a que se fije en mi patètica persona.

Ya habìa usado la palabra patètico antes, y me pareciò que no era para nada patètico. Si alguien era patètico, èsa soy yo, una chica que quiere ganarse el almuerzo completo ofreciendo consejos de amor como si realmente no pudiera pagar.

Lo mirè a la cara y pensè que habìan pocas posibilidades de que la chica de la que èl estaba enamorado no lo quisiera. El asunto debìa de ser serio, entonces.

-Perfecto. Entonces... ¿tus "clases semanales de magia" son en realidad encuentros para planear un ataque?

Estaba entusiasmada. Trabajar con un chico podìa ser un gran desafìo, y podrìa ponerlo en mi currìculum.

Onan se apurò.

-No, còmo que un ataque, yo no espero amenazarla.

-Amenazarla nunca es una mala idea, en el proceso quizà surja el amor-. Dije un poco desilusionada-. Ademàs las chicas prefieren la proximidad antes que estrategias desde el flanco.

Onan habìa empezado a desesperarse.

-No se puede hacer de esa forma, yo no serìa capaz.

Lo mirè de reojo. El chico era noble.

-Bueno, puedo pensar en un plan màs acorde a tu estilo ¿Quièn es la chica?

-No puedo decirte.

¿Què què?

-Necesito saber quièn es, sino mis ideas no van a surgir efecto.

-Es que es una persona cercana y no me gustarìa que se enterase de esto. Soy hombre, tengo mi orgullo-. Dijo inflando el pecho intentando que ignorase que todo el asunto habìa sido cosa suya.

Me tapè la cara con una mano y suspirè.

-Hago esto con todas las condiciones que querès. Pero yo tambièn exijo las mìas.

Luciana Capitana de Amor no hace nada gratis.

-Te pido que me compres el almuerzo de cada una de las sesiones, y ya que procedo sin saber quièn es la chica tambièn quiero el postre.

Èramos dos desesperados pactando un acuerdo.

-Echo.

Nos dimos la mano para cerrar el trato y nos despedimos hasta el mièrcoles. Mièrcoles, inicio de sesiòn.

Flechazo a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora