Axel. Un amigo, un hermano y algo más.

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No sé si ya les había contado que Axel era nuestro amigo. Y que lo veíamos después de la escuela. Si no fue así, perdónenme, es que de tanto leer Persuasión se me había pasado por alto ¿amigo nuestro? Pues sí, señoras y señores, nuestro amigo. Como Sharon es como nuestra hermana, Axel se había convertido perseverantemente en alguien importante en nuestro grupo. Desde chiquito la seguía a  todas partes, tanto que se desesperaba si ella se escapaba sin él. A los doce, cambió mucho, ya no la perseguía y salía más con sus amigos. Aún tiene ese amor de hermanos que siempre tuvo con Sharon (a pesar de que se la pasan peleando) y la defiende siempre que puede.
Axel es un año menor que nosotras, por lo que va a un curso inferior, pero parece más grande. Había pegado tal estirón que ya parecía que no iba a entrar por la puerta. Siempre nos encontrábamos en su casa los sábados después de que ambos salieran de su grupo juvenil. Una gaseosa, veinte panchos, un sillón y películas toda la noche. Axel nunca se quejó de nuestras elecciones en cuanto al video; con personalidad extrovertida, siempre estaba enganchado a cualquier cosa que hiciésemos. Cuando tenía diez lo obligamos a que llevara máscara para pestañas todo una semana, y de verdad lo hizo. Su foto salió en todas las redes sociales, pero no pareció afectarle mucho que digamos.
Todo esto era exacto lo que nos beneficiaba para acercarlo a Mariana, y, como toda buena hermana, la primera que ya quería acción, era Sharon.
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Sábado.
Con tres bolsas de chocolates y mucho optimismo, caminamos hacia la casa de Sharon. Karen y yo, porque para desgracia de Anali los papás siempre insistían en llevarla a todos lados. Y no es que no confiasen en ella, creo que desde el accidente del perro y el pipi, ellos no confían mucho en nosotras. Karen no había tenido problema con eso. Más bien habría que decir que se habían reído un buen rato con la anécdota.
Cuando llegamos, llamamos a la puerta.
-Me encanta venir-. Dijo Karen.
-A mí igual. Pero no hay quien aguante a ese perro.
No me juzguen, ya van a ver por qué.
-No siempre se porta mal, hay veces que no hay lío.
-Sí, cuando duerme.
Se escuchó un ruido como a de telas que caían, a cosas que se rompían. Karen y yo nos miramos asustadas.
-Oh no.
-Oh, si-. Dijo Sharon abriendo la puerta-. Si quieren ayudar, pues , bienvenidas sean.
Cuando entramos vimos una escena estremecedoramente familiar. Las cortinas estaban en el suelo, una taza se había caído y roto en mil pedazos, una soga cruzaba toda la habitación y la mesa estaba volteada. Un grito nos hizo girar la cabeza y vimos a un desesperado Axel que corría por el pasillo atrás de su 'linda' mascota. El bicho era un cuzco del tamaño de una pelota de fútbol color crema, peluda hasta la punta de la cola, que si lo veías quieto podías confundir con un peluche. En ese momento, era una bola de pelos que corría a la velocidad de la luz y que ganaba por mucho a Axel con sus pequeñas patitas. Llevaba un par de medias de mujer en el hocico y, no se sabe cómo, tiró una maceta con ellas esparciendo toda la tierra que llenaba el poco espacio libre que tenía el piso. Axel pegó un resbalón y cayó con todo el peso del cuerpo encima del estropicio y marchándose la cara completa. E hicimos lo que toda chica madura hubiese hecho.
Nos reímos.
-Creo que esta es una de las cosas por las que aún seguimos dejándolo entrar a la casa-. Dijo Sharon sin parar de reír.
Axel la miró mal y se levantó como pudo.
-La próxima vez que entre yo voy a ser quien reciba a las visitas. Tu tarea va a ser la de agarrarlo.
-Ni de chiste-. Dijo ella-. Siempre tuviste un don especial para calmarlo. Yo carezco de él.
-¿Y por qué no usa ese don ahora que lo dejó embarrado?-Pregunté curiosa.
-Digamos que no se lo merece. Pero ya que vamos a tardar un montón recogiendo todo.... vamos hermano-. Dijo Sharon y le dio una palmadita en el hombro.
Axel la señaló con el dedo.
-Es culpa tuya que sea así de malcriado. La semana pasada hizo de lo suyo en mi ropa...¡¡¡Y lo defendidas!!!
-Es que es adorable, míralo.
-Esos ojos soñadores no me van  a engañar. Aunque es cierto que esta vez vamos  a tardar demasiado si esperamos que pare por sí sólo.
Alex suspiró y miró a su hermana.
-Odio cuando te salís con la tuya.
-Ya lo sé mi niño-. Dijo ella con mirada angelical.
Alex se arrodilló en el suelo y respiró hondo. Después puso sus manos al rededor de su boca para ampliar el sonido y empezó. Era un sonido raro, similar a un perro pero también al de un silbato. Una, dos, tres veces. El perro paró de correr y lo miró atentamente. Axel siguió haciendo ruidos hasta que captó totalmente su atención. Chasqueo los dedos y la bola de pelos empezó a correr hacia él con su lengüeta afuera. Se tiró a sus pies panza arriba y Axel le hizo masajitos suaves hasta que, poco a poco, el animal fue cerrando los ojos y se durmió.
Impactada.
-¿Y eso qué fue?
-Es un canto para domesticar animales que aprendió con unos amigos. Lo del masaje de panza es cosa de él.
-Zero debe de ser un perro bastante desobediente como para que lo hayan tenido que usar varias veces.
Sharon señaló la habitación destrozada.
-¿Esto te dice algo?
-No, nada.
Intentamos levantar la mesa y limpiamos el piso. Cuando terminamos de ordenar todo, nos rescostamos exhaustos en el sillón.
-¿Cómo es que siempre terminamos viendo la película a las diez de la noche, si llegamos a las siete?
Porque siempre nos la pasábamos limpiando el desastre de Zero, pensé. Al principio era divertido y tierno, pero cuando ya van dos meses de pasar el trapo....pasó a declararse La Tortura. La tortura de la semana anterior fue la de pintar una columna donde el cachorro había dibujado con crayones (¡¡¡dibujado con crayones!!!!¡¡¡Un perro!!!) y Sharon no quería ser descubierta. Lo raro fue que después no notaron tampoco la pintura fresca.
Para el que se haya preocupado por Anali, hacía dos horas antes nos había avisado que no podia ir por no sé qué problema con un cerdo y un alfiler. Ni quería pensar qué andaba haciendo esa mujer.
La película que habíamos puesto no era mala, aunque tampoco era de esas que te enganchaban de verdad, por lo que hecha vamos conversación.
*Alex y Karen*
-Te odio. No puede ser que me ganes en pulseadas cada vez que jugamos.
-Soy un chico, no es demasiado raro, sobre todo cuando le sacó una cabeza al contrincante.
-¿ME DIJISTE HOBBIT?
-Tus palabras, no mías.
-Divso hombre muerto.
-No sé si un hobbit va a poder tirarme al piso después de ganarle en pulseadas.
-Ya está. Caiste. Ahora tus papás van a saber que mezclaste dulce de leche con el guiso de la vecina.
-No lo harías.
-Oh, sí lo haría. No es mi culpa de que no puedas decirle que no a Luciana.
-En mi defensa, la vieja se lo merecía después de usar todas mis pelotas de fútbol como arenero para sus gatos.
-No tiene gatos.
-Bueno, no, pero si tuviera ésa es la única explicación para el qué hizo con mis pelotas de fútbol. Y las de basket también.
-Entonces vas a averiguarlo la proxima vez que te lleven porque de seguro tus papás te van a llevar cuando se enteren.
-¿Todo por llamarte hobbit?
-Si.
-Qué vengativa.
-Así soy yo.
*Sharon y yo*
-No me contaste nada del chico de tus sesiones ¿Quién es la afortunada?
-No quiso decirme pero tampoco voy a meterme. Hicimos un trato.
-¿Qué trato?
- Si lo ayudaba sin saber quién es me iba a comprar el almuerzo todos los días.
-Ya me parecía raro que trajeras comida ¿Pero de verdad te regala carne y papas?
-Sip. En eso salí beneficiada.
-¿Y ya tenes una idea para actuar?
-Claro que sí. Solamente me hace falta comunicarlo con las chicas.
Silencio.
-¿Es lindo?
-¿Quién?
--El chico que se las da de misterioso.
-Ah... (colorada nivel dios) sí, un poco.
-Entonces no seas tonta y aprovecha.
-¿Qué?
-Él es lindo, sos linda, ambos son buenos...¡PUM! Compatibles.
Risas.
-Se nota que no estás mucho en el tema del amor.
-Cierto, no es mi pasión. Pero te lo digo con la mejor intención.
-Sí, claro.
Risas.
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De vuelta a la conversación entre todos, los temas iban y venían, pero nunca tocaban la película. El final era abierto pero se sabía que no daba para secuela. Ugh.
Tema va, tema viene.
En uno de esos momentos de revelación de Karen, casi mete la pata totalmente hasta el fondo cuando preguntó:
-Ahora que lo pienso..¿No habías pedido dos jarrones Lu?
Me atragante con la gaseosa hasta que pude disimular un poco. Tosi.
-No sé de qué me estás hablando.
La miré y le hice muecas a cada cuál más rara. Al final ella entendió, aunque demasiado tarde.
-Ahhh... No...nada, estaba pensando en mi tía que una vez rompió un jarrón y tenía uno de repuesto...
Madre mía. Esta chica sí que era increíble. Nos había delatado, dos veces.
Alex, que estaba escuchando, se irguio en su sitio y nos miró con cautela.
-¿Dos jarrones?¿Rompió uno?
Noo. El chico no era retrasado. Estaba empezando a relacionar.
Nota, Sharon, jarrón roto. Situación extraña.
-Sssi.
-A propósito...¿Ustedes saben algo de lo que pasó hace una semana aproximadamente? ¿El problema con el jarrón y con las zapatillas?
No. No, nonononono. Antes de que Karen dijera nada más salté.
-No, la verdad es que no tenemos idea. Parece ser que se armó un lío en el patio. Nosotras estábamos ahí pero era todo muy confuso.
Otra vez, viva mi cara rota. Eso podría llamarse una mentirita piadosa. Era por el bien del futuro romance entre mis amigos.
-¿Seguras?
-Totalmente.
Me iba a crecer la nariz como a Pinocho. Maldita la hora en que leí mi primera novela de amor.
Axel me miró a los ojos. Uau. Sí que tenía lindos ojos. Pero esos lindos ojos no paraban de radiografiarme ¿De verdad no me creía? Finalmente asintió.
-Supongo que no hay más que esperar.
Respire y exale todo el aire.
No nos descubrió.
Sin embargo, supongo que tendrán la misma duda que Karen, ¿no? Para qué usé el segundo jarrón. Bueno, en realidad solamente lo guardé en el armario, porque la idea era usarlo para enviarle una indirecta a Axel... bueno, cuando lo use se van a enterar para qué era.
La cuestión es que ahora Axel sospechaba. Había que actuar por medio de terceros ahora, sino nos iba a descubrir.
Estábamos ahí en la sala, pensando en todo, cuando apareció. Volvió lo que más temíamos : La Tortura. Con sus patitas despatarradas, esta vez llevaba enredado el cable del teléfono fijo, por lo que se alargaba y atrapaba todo lo que encontraba.
-¡¡¡La mesa!!!¡¡¡Usemosla de Barricada!!!
Detrás del mueble tumbado otra vez, nos protegiamos de aquellas cosas que poco a poco iban cayendo.
-¡¡¡¿¿¿Qué no lo habías dormido???!!!
-¡¡¡Se despertó!!! Frente a eso no puedo hacer nada.
El perro corría, saltaba, enredaba y volvía a correr. No, mi dios. Ibamos a tener que limpiar otra vez.
-¡Que alguien haga algo!
Alguien. Ósea, nadie.
-Si encuentran mi cadáver en el piso, Asegúrense que sea bien enterrado-. Dijo Axel y salió.
Vamos Axel, desde aquí te apoyamos.
Con una valentía de cualquiera que logre enfrentarse a un perro de 25cm de altura, él se paró en el medio de la habitación e intentó volver a hacer su llamado. Pero no funcionó. Zero lo miró un segundo pero después siguió con su carrera alocada. Axel se puso pálido. Lo intentó una vez más pero se tuvo que correr porque casi le cae encima una lámpara de pie.
-¡¡¡Ax-el!!!¡¡¡Ax-el!!!
No es que ayudara mucho, pero por lo menos lo animó. Se levantó otra vez e intentó algo totalmente inesperado: fingió sufrir un desmayo tirándose ruidosamente al suelo.
-Pero qué...
El perro lo escuchó y se detuvo. Lo miró, y al darse cuenta que su dueño no se movía, dejó de mover la cola y corrió a su lado. Axel seguía sin moverse. El perro intentó animarle lengueteandole la cara, pero no. Seguía quieto. Un lamento llegó hasta nuestros oídos, un llanto perruno que creía muerto a su mejor amigo. Me conmovió hasta el alma.
Despacito, Axel empezó a reaccionar. Levantó la cabeza y le sonrió a su mascota. Zero se alegró de repente y se le tiró encima, lamiendole la cara demostrando su afecto. Axel se sentó en el piso, aún con una sonrisa y lo acarició y abrazó.
-No pensé que me quisieras tanto, pequeñin...
Las tres salimos de nuestro escondite y miramos la escena con los ojos llorosos. Mariana, te buscaste a un gran chico.
Axel nos miró.
-¿Qué?
Y las tres nos reímos.

Flechazo a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora