Nunca en mi vida había tenido tanta suerte. Bueno, mala suerte. Pero era suerte al fin y al cabo, hay que ser positivos. Lo mejor era seguir el plan que venía trazando desde hacía unos días y cumplir de esa manera la condena. No sabía qué era lo que tanto anhelaba pero estaba segura de que mi destino no era emparejar viejos por las redes sociales, por mucho que ame el Internet y el amor. Es decir, mi profesión debia de llegar a grandes cosas, no al empleado amargado de mi colegio.
Me detuve. Después de lo que había pasado no era conveniente seguir creyendo en imposibles. No era la que siempre creí que era, pero si lo intentaba y me esforzaba lo iba a lograr. Sólo debia de hacerlo con precaución y mucha búsqueda de información. Nada debía de ser desconocido. No si no quería volver a cometer ese error.
Había pasado varias horas recolectando toda la información posible sobre lugares de entretenimiento frecuentados por cuarentones y cuarentonas, además de buscando páginas de citas populares entre los adultos y los mejores precios en alquiler de ratas. Ya sé, ya sé. Esta vez debería de ser normal, estamos hablando de una búsqueda de parejas en Internet, se suponía que si se enganchaban por ahí iba a ser seguro que irían a salir, ya que ése era el propósito¿ o no? El problema, según yo, era el de mantener a la pareja unida, o al menos interesada. Y conociendo al sujeto, yo diría que eso llevaría bastante esfuerzo.
Como sea, lo primordial era llamar a la Liga. Era ridículo proseguir sin ellas, mi instinto me decía que algo grande se acercaba y necesitaba toda la ayuda posible. Ósea, por favor, podía hacer esto sola, pero no era seguro proseguir de esa forma cuando olía el peligro.
Porque eso es lo que estaba pasando. Olía que algo malo estaba por pasar. Es probable que haya quedado un poquito traumada por lo de Onan, pero más me valía estar preparada por si las dudas ¿ no?
Marqué el número de Anali. No respondió. Mjummm. Si quería un aumento le iba a costar. Volví a marcar, acordándome de que en realidad no les pagaba, y dio ocupado de nuevo.
Probé con Karen. Ella era responsable, de seguro contestaba el teléfono (no como otras), y era fácil contactarme. Atendió al primer ring. Bien Karen, te mereces el aumento.
-¿Hola?
-¿Karen?
-Presente.
-Necesito ayuda urgentísima de la Liga. Después de la sesión de espiritismo, no nos queda de otra que empezar ya mismo con el plan del Sr. Ernesto.
-Cierto ¿Y Anali?
-Por alguna razón no me contesta. Los elementos del plan están en período de recolección, pero mientras antes tengamos los detalles afilados mejor.
-Sí, jefa. Pero...hay un detalle.
-¿Cuál?
-El señor Ernesto no trabaja más, en un mes se va a Turquía.
Hubo un momento de desconexión del pen-Drive en mi cabeza.
-¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡¡QUEEEEEEE!!!!!!!??????
-Jefa...
-¿¿¿¿¿¿¿POR QUÉ NO ME LLAMASTE ANTES PARA CONTAR ESTE PEQUEÑÍSIMO DETALLE????????
-Es que...
-¿¿¿¿¿¿¿Y CÓMO SE SUPONE QUE VAYAMOS A CONECTARLO CON SU MEDIA NARANJA EN MENOS DE UN MES???????¿¿¿¿¿¿TE VOLVISTE LOCA???????¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL AMOR LLEVA TIEMPO!!!!!!!!!!!
-Lo que pasa es que....
Click. No necesitaba seguir escuchando malas noticias. Esperen...¿Habrá más noticias?
Llamé otra vez.
-Hola.
-¿Algún otro pequeño detalle de la que no esté enterada?
Se hizo el silencio del otro lado.
-No. Ninguno.
-Bueno, perfecto. Ay, dioses. Un día de éstos me va a agarrar un paro cardíaco. Necesito que te comuniques con Analí y que pacten un horario para organizar bien.
-Si, jefa.
-Además: te encargas de que Analí busque su cita perfecta en Internet. Confío en que lo va a hacer bien.
-Hecho.
-Y por tu parte, me gustaría que mantengas vigilado al conseje. Mientras tanto yo termino de recolectar los materiales y la información necesaria.
-Si jefa.
-Te lo confío a tu cerebro, y discreción, no se lo confiaria a ninguna otra persona.
Hubo otro silencio.
-Gracias de verdad, jefa. Eso es un gran halago.
-Si, y podemos hablar otro día de ese aumento tan hablado.
-¿Qué?¿Qué aumento? Pero si no nos...
-Hasta luego amiga.
Click. Listo. Algo estaba resuelto al menos. Lo que no entendía es por qué Karen no me había contado lo del viaje a Turquía. Es decir: teníamos menos de un mes, y además ¿Quién va a querer emparejarse con alguien que se muda a otro país?
Otro obstáculo gigante. No paraban de sucedernos cosas. Ya se empezaba a parecer a la Odisea. Bien, si el destino me quería lanzar piedras, se las iba a devolver, como toda buena niña.
Salí de la casa al escuchar el timbre. Era el cartero, y traía una especie de paquete con orificios. Perfecto.
Firmé, entré a la casa y guardé el paquete debajo de mi cama. No vaya a ser que mi mamá se enterara.
Cuando estuvo asegurada volví a salir y me dirigí al centro. Necesitaba conseguir cinta de pegar, de pelo, y un vaso grande de cotillón.
Fui primero hacia la librería. Iba caminando distraída, pensando en todo lo que me estaba pasando últimamente. No era casualidad, debía de ser una llamada divina. El aire estaba limpio, había una corriente de frío pero era refrescante. Estaba precioso.
De pronto, alguien pasa corriendo a la velocidad de la luz y me empuja, haciéndome caer al piso con estruendo.
-¡¡¡¿Pero qué mier#@#?!!!
La persona que me había empujado se dio la vuelta, y al verme en ese estado calamitoso puso los ojos como platos y se acercó a ayudarme.
-¡¡Oh por Dios!!¡¡La maté!!
Su cara de espanto me produjo carcajadas. Al ver que estaba viva suspiró quitándose ese enorme peso de encima.
-Tranquila, todavía no me llegó la hora-.Dije con todavia una sonrisa.
La miré fijamente. Era una mujer de unos veintipico de años, el pelo corto a la altura de los hombros del color del trigo maduro. Tenía ojos grandes y expresivos. Estaba usando ropa de trabajo, una falda hasta las rodillas y una chaquetilla sobre la camisa blanca y un collar de perlas exagerado en el cuello. Usaba tacos de tres metros que le quedaban grandes, además el peinado se le había deshecho con tamaña carrera.
-De todas formas- dije mientras ella me ayudaba a levantarme-, no deberia andar corriendo por la vereda, y menos con esos zapatos.
Ella rió nerviosa y se corrió el pelo de la cara.
- Se podría decir que voy justa de tiempo a mi quinta entrevista de trabajo. Incluso mi mamá me preparó esta ropa para que diese mi mejor impresión a los ...-Miró su reloj y se derrumbó de golpe- Pero voy atrasada media hora.
Qué mujer, pensé. Es deci, vamos ¿Media hora?
Traté de tranquilizarla.
-Eh, seguramente vas a conseguir otro trabajo...
-¡¡¡¡Noooo!!!!- gritó asustandome- Ya va a el quinto, y siempre llego tarde. De hecho...-Añadió con una sonrisa triste- es el quinto trabajo de la tercera tanda. Sería la entrevista número veintitrés.
Osea ¿Dónde estaba la cámara oculta?
-Pero no te desanimes tan rápido, hasta que no llegues a treinta no deberías abandonar.
Ni yo me lo creía.
-¡¡¡¡Es cierto!!!!-dijo revitalizada- Todavía no llegué a treinta. El próximo empleo es el mío. Ya verás mundo.
La miré mientras levantaba el pecho y erguia la espalda. Wow, eso era lo que yo llamo bipolaridad.
-Bueno, me alegra haberte conocido... ehhh
- Aria.
-Aria. Bien, pero me tengo que ir a hacer algunas cosas...
-Espera, espera, que quiero acompañarte.
-Pero...
-¿No puedo?
Hizo un puchero y puso los ojos llorosos.
-¿No te caigo bien?
-No, no, no es eso, para nada.
-¿Entonces?
Su mirada llevaba la esperanza incrustada. Ay.
-Okay, okay, vamos juntas.
-¡SÍ!- Hizo un signo de la victoria con los brazos. Sí que tenia alma de niña.
Y fuimos, sin saber que este encuentro ya estaba escrito por el destino.
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Flechazo a Cupido
Teen FictionLuciana nunca ha salido con nadie pero tiene un particular tacto para el romance; sus amigas siempre le piden consejo. Ahora, es la primera vez que un chico le pide ayuda. Ella acepta encantada, ayudarlo a conquistar a su amor secreto es un desafìo...