Un almuerzo de amor. Parte 1.

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Martes.

Estábamos escondidas atrás de una de las columnas que daban al comedor. Había algo que nos enteramos y que debíamos comprobar con nuestros propios ojos. Así que estábamos esperando de que sonara el timbre del almuerzo para poder mirar disimuladamente. Aunque a decir verdad, tres chicas pegadas a la pared y usando visera y lentes de sol dentro del colegio, llamaba un poco la atención.
-Chicas, esto es más que ridículo-. Dije-. Si queremos saber si son amigos, deberíamos ir y preguntarles. Esto es demasiado sospechoso, hasta la cocinera nos está amenazando con la sartén.
-Tranquila. Hice esto hace un año y funciona.
Karen se quedó pensando.
-Bueno, después te persigue la policía, pero el truco es no correr.
-Creo que Lu tiene razón. Esto ya es demasiado.
Nos quitamos los lentes y las gorras y nos relajamos en una mesa. Un minuto y medio después sonó el timbre y una marea humana entró por las puertas y ocuparon todo el lugar. Nos miramos entre nosotras y decidimos buscar. No nos dimos cuenta que alguien había colgado un pequeño cartel en la pared.
-¡Allá está chicas!
Divisamos a Axel entre la multitud. Nos dedicamos a observarlo atentamente y tomar nota mental. Caminaba despacio, seguro de sí mismo, atravesando el comedor con una bandeja y su comida en una bolsita de plástico.
-Falta poco.
Escuchábamos que habían murmullos excitados por todos lados, pero no les prestabamos mucha atención.
Algo aún más importante: Axel, el querido hermano de Sharon, se había sentado al lado de Onan.
Nos miramos.
-Ya.
Nos levantamos de la mesa y corrimos hasta su mesa con cara de incredulidad. Ambos charlaban animadamente y se compartían la comida¡¿Qué diablos?!
-Buenas, buenas...
Anali tenía un peculiar toque para tratar con gente.
-¿Nos cuentan un poco todo este asunto de que son amigos?
Ay, Anali, tenías que ser tan directa.
Se miraron un segundo y empezaron a reírse.
-¿Qué, es un crimen?
Confirmado. Alex y Onan eran amigos.
-¿Y no pensabas decirnos nada?
-¿Por qué iba decirles?
-Porque es uno de nuestros clientes, no se supone que heches migas con él.
-Ah, bueno, tranquila. Si queres te lo dejo. No sabía que fueras tan celosa.
Maldito. Muerete.
-No es eso, es que se supone que hay que mantener una relación profesional ¿Cómo voy a hacerlo si se volvieron amigos?
Onan nos miraba confundido y divertido a la vez.
-No se preocupen, yo te quiero Axel, pero también la quiero a Luciana.
Ay no. No te pongas roja, no te pongas roja...
Suspire y me senté al lado de ambos.
-No es justo.
-La vida no es justa.
-Tus filosofadas no, por favor.
Me tape la cara con el pelo y con ella golpee la mesa. Las otras dos me imitaron; reí.
-Gracias chicas.
-No hay de qué. Si te tiras a un pozo, debemos tirarnos también.
Awwww. Chicos, no lo intenten en casa, es sólo cosa nuestra.
-¿Qué pasa?
Ése era Onan. Los chicos que estaban sentados en las mesas habían empezado a pararse y despacio se iban acomodando atrás de las mesas. Fueron sacando los platos y escondiendo los utensilios abajo de las mesas, mirándose con picardía.
-¿Pero qué...?
En eso miré hacia la pared y encontré el cartel que habían colgado al inicio de la comida. Un fondo azul resaltaba las letras llamativas:
"ATENCIÓN
Tenemos el agrado de comunicarles que a las 13:30 hs. se empezará con la Gran Batalla Gran...¡¡¡DE COMIDA!!!"
No, por favor. Mi ropa.¿Quién pone un aviso en la pared para fijar un horario a una guerra de comida?¿De verdad todo el mundo estaba de acuerdo con eso?
Miré por encima de las mesas. Habían algunos igual de confundidos que nosotros (que seguramente tampoco habían visto el cartel), trataban de adivinar qué estaba pasando. En uno de esos grupos divise una cara conocida.
-¡Mariana!
Esto iba a ir al pelo al plan.

Flechazo a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora