Un revoloteo desubicado

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No sé si una nube de gas me había embotado parte de las neuronas, o si la emoción de mi primera misión me provocó una parálisis en mi cerebro, pero me había olvidado completamente de que tenía una reunión para planear el plan de acción con Onan. Al verlo entre la multitud confundido, me paré en seco, y como estaba delante mis tres amigas llevé a que se estrellaran y terminaramos contra el piso.
- No voy a decir nada porque ahora es mi jefa, pero no voy a lamentar que cierta persona sea la más lastimado de las cuatro-. Dijo mi "mejor amiga".
Con un esfuerzo enorme, nos paramos y empezamos a sacudirnos la ropa.
-A la cuenta de tres salen corriendo las tres, no me esperen que tengo que arreglar otros asuntos. No podemos arriesgarnos a ser descubiertas.
Obviamente, no cuestionaron la orden de semejante figura de poder. Conté tres y con unas energías sacadas de su Yogurisimo Energía Total que les obligue a tomar a la mañana para casos así, salieron disparadas hacia las aulas. En mi caso, sabiendo perfectamente que Pachorra logró atraparme, caminé lentamente con toda la elegancia-después-de-la-caída que fui capaz y me acerqué a Onan.
El chico estaba decidiendo si fingir que todo estaba bien o largar una carcajada. Lo miré con las cejas levantadas intentando no reírme también.
-Creo que no hace falta preguntar si estás bien.
-Son gajes del oficio. Nunca sale un plan perfecto sin ensuciarse las manos.
-Y la cara-. Dijo con una sonrisa.
-Exacto, ahora nos vamos entendiendo.
Busqué un pañuelo o algo para limpiarse, pero no encontré nada. Él me ofreció su manga. Me reí.
-No te conviene, después andarías con una manga sucia y te vincularian con la que rompió un jarrón.
-¿Qué?
- Nada, seguro después te vas a enterar. Por el momento nos vamos a abocar a tu persona ¿Vamos?
-Con gusto.
Con una reverencia abrió camino con su brazo y esperó a que pasara primero, como todo caballero. Con el porte altivo (mientras mi cara seguía del color del chocolate ) me adelanté y me dirigí despacio hacia la Base. A los pocos segundos Onan se me unió.
La sala estaba desierta. Aunque sólo iba a durar unos minutos. Lo hice sentarse en una silla y me paré al lado de la pizarra como habia visto hacer a los profesores.
-Reunión número uno. Decisión a tomar, paso uno para conseguir el amor de una chica que no conozco y probablemente no haga hasta que se complete el proceso.
Onan levantó la mano educadamente. Me reí.
-¿Sí? ¿Alumno del fondo?
-Disculpe, pero no me es posible concentrarme cuando está usted tan sucia.
Lo miré y asenti.
-Ya lo sabe, son gajes del oficio. A veces hay que estar sucia. Corrección.  Empolvada.
Onan hizo una mueca disconforme y se cruzó de brazos.
-Si quiere, puede.
-¿Perdón?
-Limpiarse después de ensuciarse.
-Es difícil usar de trapo alguna de mis ropas, las cuales están lo suficientemente sucias. ¿Es fanático de la limpieza, señor Cabrano?
-No necesariamente, pero las chicas prefieren tener la cara despejada. Creo que usted también.
-Puede ser, pero...
Sin previo aviso se levantó de su asiento, y acortó la distancia. Con   una expresión decidida levanto el brazo y con su manga empezó a limpiarme suave pero firmemente. Primero los pómulos, la frente, la nariz y la barbilla. La cara estaba tan cerca que tuve que cerrar los ojos para no sonrojarse. Cuando sentí que había parado los abrí despacio. Miraba concentrado algún punto de mi cara. Seguía cerca y se me acortó la respiración. Con la mano tocó mi ceja y pasó el dedo por mi lunar. A esa altura estaba por sufrir un paro. Inevitablemente me puse roja. Cuando pareció que se iba a quedar así por siempre, se dio cuenta de que estaba casi pegado a mí. Abrió los ojos y retrocedió. Intentó disculparse desesperadamente.
-Perdón, perdón, perdón, yo lo único que estaba haciendo es fijarme si había quedado tierra...
Se hundió en la silla. Estaba rojito como tomatito.
-No importa lo que hacía. Disculpame.
Todavía estaba en el proceso de enviar oxígeno al cerebro. Pero me recompuse lo mejor que pude.
-No te preocupes. No pasa nada.
Me di la vuelta y me acomode frente a la pizarra de nuevo.
-Ah... gracias por... la manga.
Asintió. Respire hondo unos segundos. Si él estaba ahi y yo también, era por algo. No habia que distraerse con otra cosa.
- Volviendo al tema, nuestro objetivo es, desde mi posición, una desconocida.
Onan pareció estar más tranquilo ahora. Bien por mi cara rota.
- Lo más factible va a ser que primero me digas si sos cercano o no a ella.
No sabía si ya me lo había dicho antes, pero había que simular. Se lo pensó un segundo.
- No, solamente de vista. Hablamos un par de veces, pero sólo por asuntos escolares.
-Bueno... otro que busca un encuentro más "casual"... Dios, qué gente.
Se me era raro hablar de otra chica cuando acababa de casi sufrir un corte con este chico. Es decir, ya les había dicho que no me había enamorado nunca , pero sí  me han gustado chicos. Y esto no era eso precisamente, porque soy así en esas situaciones, pero se acercaba bastante. Era muy raro el tratar de conseguirle la novia que le atraía.
-¿De qué ámbito es que la ves más seguido? Club de Ciencias, Centro de estudiantes...
-De tenis.
Lo dijo sin pensar. A los tres segundos se tapó la boca, quizá estaba siendo muy específico y yo me daba cuenta.
El grupo de tenis no era muy numeroso, unas nueve chicas lo conformaban, seis titulares y tres suplentes. Tal vez Mariana la conociese...
Pero no. Habíamos hecho un pacto y no lo iba a romper buscando quién era. Mis almuerzos gratis estaban en juego.
-Bien, ese es un avance. Deporte. Si te unieras a algún equipo quizá...
-Juego-. Se rió-. Fútbol y básquet.
Me sorprendí. Onan jugaba dos deportes y yo no sabía nada. Y eso que Sharon era una de las mayores chismosas que pisaron la escuela.
-Más fácil todavía. Un segundo.
Me senté en el piso cruzandome de brazos y de piernas. Cerré los ojos y me puse a pensar. Un minuto después, después de un silencio respetuoso, yo ya tenía una idea para ese encuentro "casualmente casual" que los iba a unir un poco, sea la chica que sea.
-Listo. Ahora necesito el pronóstico del tiempo, probablemente un paraguas, un balde, una cinta roja, y seguramente una buena dosis de Yogurisimo para mi cliente.
Lo probable es que con una lista así se empiecen a preguntar qué cosa rara voy a hacer con mi Liga, no se asusten,no es nada raro.
La cara que puso Onan en ese momento fue épica. Largue una carcajada.
-Tranquilo. Ya te voy a pasar las instrucciones. Pero tranquilo que esta vez no hay peligro de salir heridos.
Esa última frase fue peor. Abrió los ojos inseguro y evaluandome, como si ahora supiera con quien estaba tratando. No tenía ni idea.
- Tranquilo. Ya vas a ver.
Sonó el timbre del fin del receso. Fueron unos treinta minutos bastante movidos. Lo acompañé hasta la puerta.
- Si de verdad no confiara en tus palabras no te hubiera pedido ayuda.
-Puede que sí, puede que no. Buena suerte.
Al salir al pasillo para irnos, nos dispusimos a saludarnos. Fue el amague de un abrazo, el proyecto que se detuvo a medio camino porque ambos nos acordamos de los sucesos anteriores. Nos quedamos un segundo con los brazos en el aire mirándonos a los ojos. Después él    resolvió nuestra incomodidad estrechando las manos.
-Nos vemos.
-Nos vemos.
Se fue caminando con las manos en los bolsillos y la vista baja. Lo miré de lejos pensando en lo tierno, atento y divertido que era. Y me gustaba. Sí. Pero era mi cliente, lo que significaba que estaba interesado en otra. Respire por enésima vez. Lo bueno que no estaba enamorada, así lo superaría rápido.
Con un suspiro me fui a mi curso, esperando que realmente eso fuese verdad.

Flechazo a CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora