_ Es cumpleaños de Anna y los únicos que ella conoce somos nosotros así que pensé en hacerle algo sorpresa, cuento con ustedes? – la respuesta fue afirmativa – Entonces llamen a los demás.
Los "demás" no tardaron en llegar pues cuando oyeron el tema del cumpleaños lo asociaron inmediatamente con licor y aquello era suficiente como para acudir en menos de media hora. Todo iba perfectamente bien conforme a lo planeado pues Anna se prestó con el tema de la cumpleañera al igual que Silvia pero, no conté con que tan solo podría observar a Johnny a la distancia pues aquella mujercita no se le despegó durante las primeras dos horas en las que el alcohol parecía no hacer efecto. Empezaba a perder la paciencia cuando de pronto a ella se le ocurrió ir al baño y al pararse de golpe sintió como el licor se le subía a la cabeza.
_Te sientes bien? – preguntó Silvia fingiendo interés.
_ Le dije que no bebiera tanto – intervino Rachel intentando sujetarla en vano –Ayúdame, Johnny – le pidió a lo que él se acercó para tomarla entre sus brazos.
_ Pueden llevarla a mi habitación si quieren – le dije a Johnny señalando las escaleras, como si tratara de indicarle el camino que él conocía muy bien – Quizás lo mejor será prepararle un té o algo – comentaba mientras subíamos las escaleras.
_ Si vas a preparar algo que sean unos piqueos porque tengo hambre – dijo Anna irritando a Rachel con aquel comentario – Solo decía, no tienes por qué mirarme así – agregó ella.
_ Bueno! – exclamó Johnny callando a las muchachas – Dejemos que descanse, vamos abajo – indicó y obviamente no pusimos resistencia, bajamos las escaleras de regreso a la sala aunque yo me detuve a la mitad del camino pues recordé el comentario de Anna. Entré acompañada por esta última, abrí el refrigerador para sacar lo que necesitaría y luego de colocarlos sobre la mesa, encendí uno de los cigarrillos que tenía en el bolsillo.
_ Y si le ponemos algo en el té para dormirla? – preguntó ella refiriéndose a Karen. En primera instancia me pareció una idea genial pero mis principios no me lo permitieron.
_ Mi intención es apartarla del mundo por un tiempo no matarla – contesté abriendo los ojos desmesuradamente.
_ Apaga eso que detesto el olor! – me exigió Anna de forma enérgica tratando de apartar el humo con sus manos agitantes.
_ Quieres morir pronto – dijo Johnny entrando a la cocina sin que lo oyese, como era de costumbre – Dame esos cigarrillos – me pidió de forma amable estirando su mano.
_ Me llama la atención quien fuma cuatro cajetillas por día?
_ Tengo 21 años – respondió Johnny sonriendo – Tú apenas 17...
_ A penas? – interrumpí indignada – No es mucha la diferencia.
_ La diferencia es que yo tengo edad para fumar y tú no – replicó.
_ Creo que afuera me llaman – señaló Anna con sonrisa irónica – Los dejo – agregó saliendo de la cocina, no sin antes hacerme una señal de que aprovechara la situación cosa que no estaba dispuesta a hacer pues el regaño de Johnny empezaba a molestarme.
_ Los cigarrillos, por favor – insistió él pero solo atiné a observarlo – No hagas que te los quite a la fuerza.
_ Claro! Claro! – exclamé con ironía riendo de forma burlona. En aquel mismo momento, Johnny se abalanzó sobre mí para quitarme el cigarro que llevaba entre los dedos. Una lucha se inició entre risas como si fuéramos dos niños, solo nos detuvimos sonriendo aún cuando eran escasos los centímetros que apartaban sus labios de los míos. Lentamente él se acercó a mí sin que yo apartara la vista de aquellos labios que estaba a punto de saborear.