Capítulo 1: El papiro.
—Ya le dije, se cancela la excavación.
Richard suspiró. Llevaba más de cinco meses buscando algo que ni él sabía que era. Los inversionistas habían puesto mucho dinero y aún no se veían resultados.
—Tengo el presentimiento de que encontraré algo, deme más tiempo —suplicó a través de la linea telefónica. Del otro lado se escuchó un gruñido de irritación.
—Está bien, tendrás una semana. Luego de esa fecha, se suspenderá la excavación.
Después de estas palabras la llamada se cortó. Richard dejó el teléfono en su respectivo lugar y se recostó en su silla con un gesto de cansancio en el rostro. Si no encontraba nada, su carrera se iría al pozo junto con su credibilidad.
Repasemos un poco sobre él: Richard Larsen, hijo de Clara Ramírez y Alberto Larsen; ambos muertos en un accidente de tránsito. A la corta edad de dos años, fue acogido en un orfanato. Se destacó en sus estudios y lo becaron a una prestigiosa universidad. Para sus veintiún años, ya se había recibido de arqueólogo, e hizo su primera excavación —como aprendiz— trabajando para Marck Hoferman. Éste vio su potencial y le empezó a asignar diferentes excavaciones. Al cabo de unos años ya era un conocido arqueólogo.
A pesar de sus grandes éxitos, era una persona muy solitaria. En el aspecto familiar no tenía a nadie, o al menos, nadie se dio a ver tras el accidente de sus padres. Se podría decir que su vida se basaba solo en su carrera. Pero había un nombre que lo salvaba de la soledad: Ana White. Llevaban incontables excavaciones juntos, y se habían hecho amigos muy cercanos. Ella era el motivo que lo inspiraba a seguir.
Al día siguiente se levantó con un poco más de ánimo y ganas de trabajar. Tomó su desayuno y emprendió el camino hacia la excavación. Todos los trabajadores ya habían comenzado su rutina diaria, la cuál consistía en rastrear toda la selva —alrededor del templo Inca— en busca de algo que indique un descubrimiento importante. En cambio, Richard tenía otros planes para él, buscaría dentro del mismo templo. Esto requería máxima concentración y un perfecto uso de la observación. Como él decía: «Los ojos ven todo, el cerebro solo capta lo conocido».
Primero observó todo el perímetro alrededor del templo buscando algún hallazgo, a pesar de que ya lo había hecho un millar de veces. Este era de piedra tallada que aún con los años mantenía su forma original. En la parte superior tenía una forma geométrica de doce lados, con un símbolo en cada uno de estos.
El arqueólogo procedió a entrar por la puerta de dicho templo, la cuál estaba custodiada por dos criaturas talladas en piedra. Una era una serpiente con raras letras en su estómago y no parecía muy intimidante. La del lado contrario, en cambio, daba algo más de miedo; se trataba de un hombre con tres cabezas. Muchos decían que representaban los tres principales sentimientos del hombre: la tristeza, la ira y la felicidad. De todas formas, sólo eran suposiciones.
Richard atravesó la puerta y se paró al ver los rayos del sol penetrar por una grieta de la estructura. Continuó caminando hasta situarse en donde estos caían. Era el punto medio del templo, desde ahí se veía el perfecto circulo que formaban las columnas interiores, talladas cada una de una forma magnifica. El excavador se agachó y tocó el suelo bajo sus pies, la textura era diferente al resto, pero imitaba casi a la perfección la roca de la que se componía el resto del templo.
—¡Traigan un pico y una pala! —gritó, aún inspeccionando el material. Rápidamente llegó un joven con ambas cosas. Éste lo miró con un gesto de confusión—. ¿Qué?
—No puede excavar aquí, es un lugar histórico. —El joven tenía razón, era un delito muy grande hacer eso, podría hasta considerarse como saqueo. Richard se paró y apoyó una mano en el hombro del chico. Algo le decía que lo que había ahí debajo valdría la pena.
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Los pilares de la magia
FantasyMilenarias guerras, rencores forjados durante eones y pérdidas que nunca se olvidan. Todo esto los hace incapaces de actuar en conjunto, pero el surgimiento de una nueva amenaza y la misión de un joven lo cambiarán todo. O se unen contra un enemigo...