Capítulo 9: Stella virtus.
Lejos de China, en un paisaje congelado, un tranquilo bosque reposaba sobre la ladera de una gélida montaña ubicada al norte de Suecia. Debajo de éste, un círculo —con un radio de unos cincuenta metros— yacía semioculto en la nieve. Fuertes motores no tardaron en escucharse, y en el horizonte se comenzaron a divisar helicópteros. Por el suelo, unas diez motos de nieve venían en tropel.
Toda la naturaleza del lugar parecía percatarse de lo que sucedía. Los árboles se notaban inquietos, los animales del lugar corrían alborotados e incluso la nieve parecía caer con más fuerza. El gran aro había emanado una densa neblina que dificultaba la visión.
A pesar de todas estas manifestaciones, las hélices de los helicópteros no tardaron en dispersar la niebla y remover la nieve.
—Hemos llegado —pronunció uno de los tripulantes del helicóptero, era corpulento y su pelo, aunque teñido de negro oscuro, dejaba ver grises canas.
—Tengo un mal presentimiento sobre este lugar —mencionó el piloto, dirigiendo su vista hacia los tripulantes.
Tan solo unos segundos después, el helicóptero dio una gran sacudida. Y otra, y luego siguió otra aún más fuerte.
El piloto hizo todo lo que estaba a su alcance para nivelar el vehículo, pero algo estaba obligándole a bajar, y no de una forma cordial.
El causante de esto eran unas grandes ramas que sujetaban la base del helicóptero. Parecían salir de la tierra misma, y querían llevar el aparato exactamente ahí.
El corpulento hombre, llamado Marck, era el encargado de llevar a cabo la operación «Primera Fuente», encomendada por Franco.
Este mismo, sin meditar la situación del helicóptero, aseguró su paracaídas y saltó. Las hélices pasaron por un costado de su mejilla, y tan solo unos segundos después se encontraba descendiendo lentamente, con el gran paracaídas abierto sobre su cabeza. El helicóptero no mantuvo la misma suerte, y dio un par de vueltas antes de ser engullido por la tierra.
El hombre ni se inmutó, mantuvo su rostro rígido y descendió dentro del círculo. De las diez motos de nieve, sólo cuatro llegaron intactas. Por la parte de los helicópteros, no corrieron tal suerte. Solo un tripulante se salvó.
—Una pena, se perdió mucho dinero —habló Marck, haciendo una mueca. Los demás sobrevivientes lo miraban expectantes—. Pero tenemos una tarea, abrir la primera Fuente. ¡A trabajar!
Todos los presentes tan solo asintieron, reacios a llevarle la contraria. Marck se quitó su mochila, y rompiendo la tela de un costado, sacó el dichoso papiro. Inmediatamente, al abrirlo, las runas de los extremos del círculo comenzaron a brillar.
Sonrió, ahora sólo quedaba el último paso y la primera fuente estaría abierta.
(. . .)
—¡Es intolerable! Ya van tres ataques en dos meses —gritó el comandante del ejército de la luz—. ¡Ya van más bajas que en el último siglo!
Un murmullo se escuchó desde la audiencia.
Luego del ataque de las sombras, habían decidido formar una reunión para debatir el problema, en la gran sala de la ciudad-castillo. En el asiento principal, el cuál se asemejaba a un trono, se encontraba Rafael, actual líder del Reino Luz. A la izquierda se ubicaba una mujer mayor, la cual prácticamente estaba formada por luz. Y a la derecha se encontraba una joven, según Laila, la princesa, llamada Luzma. Algunos, como la princesa, tenían rasgos completamente humanos y su aura de luz era muy suavizada.
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Los pilares de la magia
FantasyMilenarias guerras, rencores forjados durante eones y pérdidas que nunca se olvidan. Todo esto los hace incapaces de actuar en conjunto, pero el surgimiento de una nueva amenaza y la misión de un joven lo cambiarán todo. O se unen contra un enemigo...