Capítulo 14: La trampa.
—Es peligroso —cuestionó Richard.
Ambos se encontraban comiendo estofado de cordero, algo típico de la zona, en la extensión ubicada sobre la vereda de un pequeño restorán. La pequeña mesa para dos estaba cubierta por mapas y afiches para turistas. En el mapa, las ciudades ubicadas más al norte estaban marcadas con cruces rojas, y las del sur, con un difuminado negro. Cuanto más cerca de Invercargill, la ciudad en que se encontraban, más oscuro era el difuminado.
—Sin dudas es aquí el la ciudad más cerca del portal. Todo lleva a aquí, y si le sumamos lo atestado que está de sombras y la magia Arfelski que se siente en el aire, puedo asegurarte que estamos en el lugar correcto.
—Sí, el lugar correcto para que nos maten. Mi favorito.
Luzma soltó una carcajada.
—Más bien, para intentar que nos maten.
Richard ignoró a la chica y sacó un mapa más pequeño, esta vez de la ciudad de Invercargill.
—¿Dónde?
Luzma tomó su tenedor con restos de comida y lo clavó con fuerza en el centro del mapa, en un museo de motocicletas. De el cubierto se desprendió un trozo de cordero que se deslizó lentamente por el mapa hasta caer por el borde de la mesa, dejando un rastro de salsa de estofado a su paso.
Richard soltó un suspiro y Luzma sonrío apenada.
—Se veía más genial en mi mente —se defendió, quitando el tenedor del mapa, que salió con el museo de motocicletas incrustado—. ¡Ay, perdón, en serio!
Richard ablandó su rostro y rió.
—Pero de verdad, ¿quieres ir ahí? Es donde vimos más sombras.
—Nunca se quedan mucho en un lugar, deben quedar unos pocos en esa zona.
Richard la miró, dudoso.
—Si tú lo dices...
La chica asintió.
—Está a unas calles de aquí, vamos.
El museo era de una arquitectura algo antigua, con grandes ventanas, redondeadas por arriba, que cubrían la parte delantera junto con una gran puerta. La magia Arfelski ya se había empezado a movilizar, como pronosticando un enfrentamiento. El agua que corría por las calles a causa de la fina llovizna se hacía pesada, cada vez más lenta, y las pequeñas gotas caían como si de copos de nieve se tratase.
No hizo falta ni entrar. Ni cometer un error estúpido que alertase a todas las sombras de la ciudad, fue casi instantáneo. Se vieron rodeados por unas veinte sombras, que descendieron lentamente de los tejados.
Richard blandió su espada, listo para dar pelea. Las sombras de mantuvieron a cierta distancia, temerosas. Luzma le guiñó el ojo, y levantó sus manos, en señal de rendición.
—¡Nos entregamos, somos todos suyos! —dijo, colocando las manos sobre su cabellera dorada.
El muchacho la miró confundido, buscando una respuesta. La chica le hizo un gesto con la cabeza, como invitando a que haga lo mismo.
Richard le dirigió una última mirada antes de soltar su espada, que cayó con un fuerte ruido metálico en el suelo de baldosas, antes de deshacerse en luz.
El lugar era oscuro, a las afueras de la ciudad. Ni siquiera habían evitado que vieran el camino a este. Ambos se encontraban atados a una columna de madera, ubicada hacia el centro del galpón.
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Los pilares de la magia
FantasyMilenarias guerras, rencores forjados durante eones y pérdidas que nunca se olvidan. Todo esto los hace incapaces de actuar en conjunto, pero el surgimiento de una nueva amenaza y la misión de un joven lo cambiarán todo. O se unen contra un enemigo...