«Oh, sí. Claro que es él»

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POV Bulma

«Voy a hundirme en ti tan profundamente que no podrás olvidarme jamás».

Bulma Brief se estremeció al recordar aquella brusca promesa, rememorando cómo se había perdido entre músculos tensos y placer.

Vegeta Ouji.

Incluso el nombre le provocaba una dolorosa punzada de deseo en el vientre. Él había convertido su promesa en realidad. No le había olvidado ni siquiera un momento.

La noche que Vegeta había pasado en su cama había sido asombrosa y mágica. Y, teniendo en cuenta que hacía ya mucho tiempo que ella había dejado de creer en los cuentos de hadas, aquello ya significaba algo. Sentirse envuelta en su dura fuerza fue como estar en el Paraíso. Aquella noche, bajo la intensa mirada de él, no solo se había sentido una mujer deseable, sino única. Aquella intimidad... Oh, Dios, la había arrebatado. Había sido mucho más que enloquecer de placer, él le había mostrado un aspecto del deseo totalmente nuevo. Sus profundos ojos oscuros ardían mientras la penetraba con poderosos envites; su pelo, oscuro y en forma de flama, sus fuertes brazos la habían rodeado como un velo que dejara a un lado la realidad, quedando solo anhelos susurrados y jadeantes respiraciones mientras la hacía alcanzar un orgasmo tras otro.

Vegeta había llevado su cuerpo a extremos incendiarios a los que ella jamás hubiera creído que la pudiera llevar un hombre. Y lo hizo una y otra vez. Durante seis horas. Sin descanso, sin quedar nunca satisfecho. Ávido, codicioso, extraordinario.

Bulma había mantenido suficientes relaciones sexuales en su vida como para saber que habían compartido algo más que sexo.

Y a la mañana siguiente... nada. Él no le dejó ni una nota ni una explicación. Unos días después le envió un ramo de flores disculpándose por cualquier incomodidad o dolor que le hubiera podido causar. Ella se enfadó mucho cuando recibió las flores, aquel gesto tan impersonal le dolió un poco... aunque no le había sorprendido demasiado.

Pero no estaba dispuesta a darse por vencida. Dadas las pocas posibilidades que tenía de ver de nuevo a Vegeta, Bulma rompió sus reglas y le llamó. Dos veces. Él no le había devuelto las llamadas personalmente. Fue su ayudante quien se puso en contacto con ella para decirle que mantendría su palabra. Nada más.

Bulma no significaba nada para él. Sí, antes de la noche que pasaron juntos ya sabía que no la respetaba. Se habían conocido unos años antes en una despedida de soltero; ella había sido la stripper del evento y él un amigo del novio. De alguna manera, Bulma había esperado que si la volvía a ver en otras circunstancias, Vegeta cambiaría la idea que se había hecho sobre ella.

Qué estupidez.

Pero a pesar de todo, él era todo lo que ella buscaba en un hombre: atractivo, triunfador y sexy... Y no pensaba renunciar a él sin luchar.

—Buenas noches, jefa. —Broly Gassu lanzó un largo silbido de admiración cuando ella entró por la puerta trasera del club y se detuvo al lado del escenario. La miró de arriba abajo—. Estás estupenda.

—Hola, Broly —saludó al gigante rubio (Broly en su forma supersayayin)—. Tu trabajo es vigilar a los clientes, no a mí.

—Aún no hemos abierto el local y no hay nadie a quien meter en vereda. Además, estoy harto de ocuparme de niñatos borrachos y casados salidos. ¿De qué color es el liguero que llevas debajo de esa faldita negra?

El gorila del club había sido agente de alguna agencia estatal, aunque nunca había mencionado cuál. No hablaba mucho de sí mismo. Bulma no sabía por qué había comenzado a trabajar allí. Pero en los pocos meses que llevaba con ella, se había convertido en alguien indispensable. Había días en los que el negocio, sencillamente, le necesitaba.

Más que solo deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora