«Créeme, estarías más segura sola»

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POV Vegeta

A Vegeta se le detuvo el corazón y saltó del coche, corriendo como un loco por el asfalto. Ella chocó directamente contra su pecho. La sostuvo contra su cuerpo, agarrándola por los hombros desnudos.

—¿Qué ha pasado? —le preguntó con rapidez.

Bulma respiró temblorosamente.

—¡Cabrones!

Antes de que Vegeta pudiera preguntarle a quién se refería o qué quería decir, ella se volvió hacia el interior de su coche en busca de algo. Un momento después, le mostró un largo cuchillo de sierra con un papel clavado en la punta. La luz de los faroles hacía que la palabra «puta», escrita con lápiz de labios rojo intenso, brillara ante los ojos de Vegeta.

La sorpresa fue enorme, pero se transformó en furia rápidamente. Era irónico, él mismo lo había pensado hacía solo un momento. Pero jamás se le ocurriría decirlo en voz alta, y mucho menos escribirlo en una nota y dejársela clavada en el asiento del descapotable.

—¿Quién puede haberlo hecho? —dijo con una profunda rabia vibrando en su voz.

Ella tiró el cuchillo sobre el asiento del acompañante y le lanzó una mirada de cautela por encima del hombro.

—Quien sabe.

Vegeta la hizo girarse hacia él y apretó los dientes.

—¿Quién / puede / haberlo / hecho?

Bulma lo miró con cara de asombro.

—Mira, esto no es nada nuevo. Este tipo de cosas me ocurren a menudo.

«¿A menudo?». Aquello le enfureció aún más. Vegeta se acercó más a ella con el ceño fruncido amenazadoramente. Puede que a Bulma no le preocupara, pero a él sí.

—¿Qué ha dicho la policía al respecto?

—¿La policía? —Ella negó con la cabeza—. Esto solo es... una gamberrada. Quizá lo haya puesto un cliente del club que se haya enfadado porque no le presté la suficiente atención. Sí, es lo más probable.

«Y también lo podían haber hecho en serio. Aquello no era para tomárselo a broma».

—¿Y si esto proviene de una mente lo suficientemente enferma para hacerte daño? ¿Desde cuándo recibes cosas de éstas?

—Como ya te he dicho, pasa de vez en cuando. Pero hace ya tiempo que...

—Entra en mi coche. —Terminó por decir Vegeta, sabiendo que no era lo más prudente quedarse en un aparcamiento oscuro ofreciendo un blanco perfecto. Puede que no fuera guardaespaldas profesional como Broly, el gigante musculoso que se acostaba con ella, pero había pasado suficiente tiempo con su primo Goku y su socio, Gohan, para saber que quedarse allí, a la intemperie, era algo que no debían de hacer.

—¿Qué? —le dijo ella llena de incredulidad—. No pienso dejar aquí el coche.

—Te voy a llevar a casa. Vas a llamar a la policía y a denunciar los hechos para que puedan investigarlos.

Bulma vaciló, pero le sostuvo la mirada.

—Vegeta, me parece encantador que te preocupes de esta manera, pero...

—Entra en el coche de una puta vez.

Ella palideció y él maldijo por lo bajo. Tenía que controlar su carácter. Pero aquel estado de frustración sexual al que estaba sometido, unido a la angustia que sentía por esa amenaza, hacía que le resultara muy difícil. ¿Acaso alguien tenía derecho a asustarla e insultarla? Vegeta cerró los puños y deseó poder incrustárselos a quien fuera que la estuviera amenazando.

Más que solo deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora