CAPITULO 13 "¿Y tus nalgas?"
N A R R A M I L I
Hoy era un nuevo día. Desperté en la misma habitación fría y solitaria. Lo primero que hice al abrir los ojos fue mirar el techo cremita. Bostecé y me estiré.
El día parecía sábado, pero era martes por la mañana. Me di vuelta hasta que quedé cerca de la mesita de noche y pude alcanzar el celular para apagar la alarma.
Me levanté, me di una ducha y salí de allí para dirigirme al piso inferior. Ahí no había nadie.
—¡Scott! —grité.
Al ver que no contestaba, me preparé mi propio desayuno; un tazón con leche y cereal.
—Tenemos que irnos, Mili —apareció de repente Scott—. Termina el desayuno por el camino.
—Pero...
—Nada de peros. No hay tiempo —me interrumpió.
Bufé, agarré mi mochila y luego el tazón para subirme al Peugeot gris claro de Scott.
Así comenzó mi maravilloso día. Podría decirse que fue un martes 13. Aunque, no lo era.
En el trayecto de la casa al colegio Scott me preguntó por las clases y cómo me estaba yendo.
—No me son fáciles, pero tampoco son difíciles.
Conducía rápido. Por eso, al girar en una esquina algunos cereales se me cayeron encima. Claro que tenían leche. Así que terminé un poquito mojada.
¡Maldita fuerza de gravedad!
—Tendrás que secarte eso, si no quieres que se burlen de ti.
—Lo sé. La chica nueva es siempre la ley de atracción. La utilizan como un payaso y la critican a sus espaldas.
—Ser nueva no tiene nada de malo.
—¿Me lo decís en serio? —pregunté sarcástica—. Claro que tiene algo de malo. ¡Sos la burla de toda la escuela! —expliqué.
—En mis días no eran así.
—Pero ahora es así.
—¡Ay, por favor! No seas tan dramática, Mili.
Mi padre dobló hacia el colegio, y sostuve con las dos manos el tazón casi vacío por dos cosas a) la esquina y b) un salto. Contemplé los adolescentes que había en el lugar y la cantidad de autos que se encontraban en el estacionamiento escolar. Scott estacionó en frente de una casa grande y blanca. Me despedí de él y bajé.
No tenía ninguna amiga. Por eso, decidí entrar al aula directamente.
❀❀❀
Sentía como alguien me perseguía. Estaba a dos cuadras de Columbia. Y cada vez que quería saber quién era aquella persona, no la veía. Era producto de imaginación, pensé.
Salí de aquella cárcel que es la escuela y todo el tiempo sentí la mirada de alguien. No sé por qué lo hacía ni quién era.
Caminaba rápido o mejor dicho, estaba casi corriendo. Si no fuera por el casi.
No tenía apuro de llegar a mi lugar de trabajo. De hecho, no quería ir allí. Y si no lo hacía sabía que Scott no me diría nada.
Por eso, me desvíe del camino. Fui al lugar en donde me encantaba estar; un teatro abandonado. Se encontraba cerca de la discográfica. A una cuadra y media, para ser exactos.
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Amor Confuso
Teen FictionMilagros Elizabeth Greenrace es una chica de 17 años que va a cursar el ultimo año de preparatoria. Para su madre, ella es una hija ejemplar. Milagros, vive en Argentina con su madre. No conoce a su padre y eso no le importa. Aunque, le molesta que...