14. "Una grata sorpresa"

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CAPITULO 14 "UNA GRATA SORPRESA"

NARRA MILI

Mi mirada no salía del reloj de pared del aula. Esperaba a que sonara la maldita campana. Todos parecían esperar lo mismo.

Cada pregunta que hacía la profesora no era contestada y era entendible a las 14.49 de la tarde.

11 minutos para irnos. 11 minutos para salir de aquí. ¡Libertad! Eso es lo que necesitaba. O unas buenas vacaciones. La primera semana agobia.

Apoyé mi mentón a la palma de mi mano e intenté prestarle atención a lo que explicaba la profesora. Pero el hambre que tenía era increíble.

Mi mirada se dirigía a la profesora, de la profesora al reloj de pared y del reloj de pared al reloj de mi muñeca.

El tiempo no pasaba. Parecía que la aguja no corría.

14.55. Cinco minutos.

Me comencé a desesperar. Quería salir ya. No soporté aquella mañana de miércoles. Y era literal, era miércoles.

Miércoles de sueño. Miércoles de invierno. Miércoles de frió. Miércoles nublado. Así estaba el miércoles.

Y no sé si fue por el frio que todos estábamos medio dormidos. El día se prestaba para seguir durmiendo. Aunque la escuela lo arruinara todo.

Timbre. ¡Al fin!

Guardar todas las cosas a las apuradas y salir de allí era lo único que anhelaba. Y se cumplió.

Caminé por ese gran pasillo y al abrir la gran puerta que me separaba de la libertad, me encontré con una grata sorpresa. Algo que nunca me imaginé fue verlo allí, parado al lado de su auto esperándome. No me lo imaginé por la situación en la que estaba, pero algo ocurrió. No sé qué.

Mi rostro se iluminó al verlo. Su impecable sonrisa seguía en su rostro. Intacta, como si nada hubiese pasado.

Me alegra verlo ahí, esperándome.

Me acerqué a él corriendo. No podía esperar a abrazarlo.

Llegué al frente y me abalancé hacia él para rodearlo con mis brazos. El morocho hizo lo mismo, despejándome un poco del suelo.

Veía las miradas raras de los demás, pero qué importa lo que ellos digan o piensen. ¿Quién no se alegraría al ver a su hermano después de tanto tiempo?

Lo extrañé. Lo admito.

—¡Hermanita! —dice Carlos al soltarme.

—¿Cómo estás, hermano querido?

—Bien, ¿y tú?

—Muy bien, ¿y Amy?

—De eso tenemos que hablar —dijo serio, sacando su sonrisa de la cara.

¿Qué ha pasado?

—Sube que te llevaré a casa.

Asentí con la cabeza. Pensaba, ¿a tu casa o a la mía? ¿Paso algo con Amy?

Me encaminé para el lado del copiloto, Carlos hizo lo mismo pero para el asiento del conductor.

Estaba serio y triste. Su mirada lo decía todo.

Ojalá hubiese comprendido o sabido cómo se sentía. Quería ponerle una sonrisa en su cara, aunque no sabía cómo.

No lo había visto nunca así. E iba a hacer lo que sea para que se mejore y sea feliz.

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2017 ⏰

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