Capitulo 27: El inesperado pedido del Sr Tsukino

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Mamá voy a salir –Serena respiró hondo, se acercó a Ikuko y le tomó ambas manos- Mamá...¿Recuerdas aquella charla que tuvimos acerca de la persona por la cual me decidiera?

Sí mi niña –Ikuko la miraba expectante- cómo no recordar ese tipo de charlas.

Bueno...lo encontré mamá, él es increíble! Quiero traerlo a cenar esta noche para que hable con papá -Serena sonrió emocionada pero luego cambió súbitamente a una expresión de preocupación- ¿Crees que será un buen momento?

Claro que sí hija –Ikuko la abrazó con todas sus fuerzas- sabes que tu papá es muy celoso, por lo tanto a sus ojos, no habrá persona que esté a tu altura, pero terminará aceptando lo que te haga feliz. Puedes invitarlo, prepararé una cena especial.

Gracias mamá...ya me voy-hizo una reverencia y se retiró.

Ikuko observó a su hija alejarse. El tiempo se le había escabullido como arena entre los dedos. Su hija estaba creciendo muy rápido, se convertía en una mujer y eso le causó una pequeña nostalgia que dejó emerger una lágrima de sus ojos.

Serena se bajó del metro y se dirigía a la calzada fuera de la estación. Buscaba a una persona entre la multitud. Esa persona que le quitaba el aliento. Esa persona que estaba todo el tiempo en su mente.

Hola! Aquí bombón –Seiya alzaba una mano en alto entre la gente caminando hacia ella.

Seiya! –Serena apresuró el paso a su encuentro.

Cuando estuvieron frente a frente, él la tomó con suavidad de la cintura y posó sus labios en los suyos. Serena entrelazaba los dedos en los cabellos de Seiya, tomándole de la nuca. Se aferró a él en un instante que parecía la vida misma.

Extrañé tus besos demasiado. Dime ¿tú cómo has pasado tu día? –la miró embobado, un poder innato que Serena no había perdido.

Muy bien, las horas en la escuela pasaron muy lentas, pero estando luego en casa con las chicas pasaron demasiado rápidas –Serena se ruborizó inconsciente de ello.

Y eso ¿Por qué será? –Seiya la miró divertido mientras ella se ponía en evidencia- Seguro la charla entre ustedes habrá estado muy entretenida.

¿A qué te refieres? –quería escaparse del enredo en el que se había metido- Supongo que al igual que ustedes teníamos mucho de qué hablar –lo miró acusadora.

Seiya trastabilló.

Ejem si sí, debe ser –la miró de reojo no se esperó esa vuelta de jugada.

Caminaron largo rato de la mano. Serena se sentía completa junto a él. Lo miró de soslayo. No parecía ser el mismo, lo veía muy diferente a como era antes, a pesar de sus facciones juveniles se lo veía más maduro y atractivo; él pudo notar la fuerza de la mirada de Serena, casi podía sentir cómo le escudriñaba de arriba abajo.

¿Qué sucede? –le preguntó luego de un rato de silencioso trecho- me da la impresión de que estás estudiándome.

Perdón no fue mi intención incomodarte –Serena desvió la mirada al suelo- la verdad es que estaba pensando cuanto has cambiado, se te ve más...maduro.

Bombón me haces sentir viejo! –refunfuñó malinterpretando la frase. Detuvo la marcha del paseo para pararse delante de ella con un gesto de desaprobación y las manos en la cintura muy al estilo de Peter Pan- lo he dicho y lo sostengo ¡Que rara eres!

Ella lo miró detenidamente. Las piernas del joven eran larguísimas, su cintura pequeña, aún así era fornido, tenía los hombros anchos y su rostro angelical. Si los ángeles usaran lentes de sol, seguramente se verían así.

Sailor Moon :Seiya, Serena y los sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora