Capitulo 9 (Parte 1)

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A la mañana siguiente, después de prepararle un abundante desayuno, Justin se empeñó en que salieran por la puerta de atrás del apartamento. Pero como él había dicho que tenían que tener cuidado, ella le siguió la corriente. Entonces la sorprendió de nuevo. En lugar de desaparecer como hacía normalmente, accedió a acompañarla a la tienda. No sabía si era por protegerla o porestar con ella, pero tampoco quiso preguntárselo. Mejor disfrutar de aquel ladrón de corazones mientras pudiera estar con él.
Después de ponerle un mandil de rayas blancas y naranjas para que le hiciera juego con el pelo, le puso a trabajar detrás del mostrador. Justin se compenetró enseguida con los demás empleados; hacía días que nodo veía tan de buen humor.
Aunque él le había advertido que no se le ocurriera pensar en nada para organizarle la vida, empezó a imaginar que le ofrecía un empleo. Eso de cambiar de vida estaba empezando a ser su especialidad, ¿o no?
Con la suya le había ido muy bien, si conseguía que Justin no le rompiera el corazón.
Intentó quedarse en su despacho para terminar algo de trabajo atrasado. Pero siempre había algo de la tienda que acababa interrumpiendo su trabajo en el despacho; y con Justin allí, no pudo resistirse. Se pasaron toda la tarde despachando golosinas, mientras una de sus empleadas, se ocupaba de la caja y de servir las bebidas, la otra chica que tenía allí, estaba en la parte de atrás, haciendo inventario y abriendo un pedido nuevo.
-¿Te diviertes? -le preguntó de pronto ______.
Estaba esperando a que un par de chicas adolescentes decidieran qué golosinas querían comprar.
-¿Y a esto lo llamas trabajo?
-No te olvides del dolor de pies y de las ampollas -arrancó una tira de caramelos que le dio a un chico-. Despachar gominolas puede causar fractura de muñeca.
-Sí, claro.
-Te ofrezco seguro médico -le dijo mientras él atendía a las chicas-. Tienes un empleo cuando quieras.
Le echó una mirada pero no dijo nada. Era mediodía, y de pronto la tienda se llenó de oficinistas. ______ llamó a Lena y juntas despacharon golosinas como locas durante la hora siguiente.
Cuando dejó de entrar tanto público, Justin parecía menos audaz. ______ le dijo que necesitaban un descanso, así que sirvió dos refrescos y se fueron al almacén. Se sentaron en sendas cajas de cartón, rodeados de estanterías llenas de cosas. En el techo había adhesivos brillantes y coloridos de distintas marcas de caramelos y golosinas.
-Estás acalorada -le dijo él.
-Te lo he dicho... Es un trabajo agotador.
El se echó a reír.
-No es para tanto.
-No, pero es divertido, ¿verdad? Me encanta ver a los niños con la cara y las manos pegadas al escaparate, todos emocionados. Y es una risa cuando entra gente mayor y se emociona al ver que tenemos los caramelos que solía comer de pequeña y que no veían desde hacía años. Las golosinas le traen buenos recuerdos a mucha gente.
Justin, que estaba sentado enfrente de ella, asintió.
-Eres una persona muy dulce, Mack.
-Sé que no es algo tan importante como la medicina o la ciencia espacial. Supongo que no querrías ponerte un mandil y despachar caramelos toda tu vida, ¿eh?
-Se me ocurren trabajos peores.
Ella se puso seria.
-A mí me parece que podrías, esto, abandonar tu línea de trabajo cuando tú quisieras.
-Tienes razón -dijo inesperadamente con expresión distraída.
-¿Y bien?
-En cuanto acabe con este caso.
______ frunció el ceño.
Él se enderezó como movido con un resorte.
-Me refería a un garito... -se calló de nuevo y resopló con fastidio-. Olvídate de lo que has oído.
Justin estaba muy serio. Se pasó la mano nerviosamente por la cabeza y evitó su mirada.
El instinto le dijo que aquel hombre encerraba más misterios de los que había sospechado en un principio, pero no sabía qué sacar de las pistas.
Él volvió la cabeza con evidente frustración.
-Maldita sea, estoy perdiendo nervio.
-Eso le pasa a uno cuando viene al país del dulce -dijo ______ con una risilla nerviosa. Justin golpeó su refresco contra la superficie de una caja.
-Esto no me funciona. Tengo que salir de aquí.
Ella no se atrevió a preguntarle. Estaba pensativa, cavilando sobre lo que él le había dicho, que bien pensado podría perfectamente ser algo que dijera un detective...
El se levantó para marcharse, y entonces volvió y se acercó a ella. Ella levantó la vista. Entonces Justin le agarró la cara con las dos manos y la besó con toda la dulzura y la emoción que no había estado ahí en su primer beso. Le cubrió las manos con las suyas, deseando desesperadamente prolongar el momento porque le pareció un adiós.
-Te quiero -le dijo en cuanto él empezó a retirarse-. Y creo que tal vez tú me quieras a mí.
-Ese es otro de mis errores -le dijo, y salió del almacén.
Ella apretó los puños y los dientes y cerró los ojos con fuerza. Cualquier cosa para conseguir controlar el miedo, la esperanza, la locura.

-Estoy sin un duro -dijo Jimmy Pickles cuando Justin finalmente consiguió alcanzar al mendigo ya mayor en las canchas de baloncesto de la calle Delancey; le mostró una mano temblorosa-. ¿Lo ves? Necesito fumar.
Justin sacó un billete de veinte dólares.
-Cómprate un sándwich de paso -le dijo, aunque sabía que no era probable; la nicotina no era la única adicción de jimmy-. ¿Seguiste al Gordo?
-No tengo buenas noticias -Jimmy Pickles se frotó la nariz.
-Déjate de rollos. ¿Qué has descubierto?
-El hombre está reunido.
Justin maldijo entre dientes. Cheney estaba finalmente moviéndose, y allí estaba él, entreteniéndose en una tienda de golosinas y dejando que una mujer del pasado le obnubilara la mente.
-¿Reuniéndose con quién?
-Con mucha gente. Con gente gorda.
-¿Te refieres a familia?
Había resultado muy difícil reunir pruebas en contra de Boris Cheney porque aquel tipo apenas hablaba con nadie. Sloss estaba más cercano a él, pero él y Bonny seguían haciendo el trabajo sucio.
Jimmy Picklese se rascó el sobaco.
-Mi madre necesita un aparato de aire acondicionado nuevo. Estuvo a punto de morirse cuando hubo la ola de calor.
-Ya.
Justin no se molestó en discutir; simplemente le pasó otro billete.
Le quedaban menos de cincuenta dólares. Había tenido gastos, por ejemplo el de la camiseta y la cinta para el pelo que le había comprado a un vendedor ambulante. Sabía que Elton Devine no saldría del la Zona Este de la ciudad, de modo que se había puesto la camiseta encima de la otra y se había atado el pañuelo a la cabeza.
-¿Jimmy... dónde fueron las reuniones? ¿Quiénes eran esas personas?
-Seguí el coche del Gordo como tú me dijiste. Sloss lo conducía. Fueron al centro recreativo de Grand Avenue.
-¿Estás seguro?
-Sí, sí, sí -Jimmy Pickles asintió con la cabeza.
Justin miró hacia las canchas que rodeaban las calles, donde había una actividad normal. Se arriesgaba mucho yendo allí. Pero tenía que terminar aquel caso antes de poner a ______ en peligro.
-Dímelo.
-Entré para echar un vistazo. El Gordo estaba en una reunión con un grupo de gente gorda. Algunos de ellos eran como elefantes.
-Jimmy, bobo. Era una de esas reuniones que hacen la gente obesa para perder peso.
-Sí, sí, lo sé. Comilones Anónimos. Me dijiste que vigilara al Gordo, y eso fue lo que hice.
Justin contó hasta diez antes de hablar.
-Devuélveme el dinero -sacó una mano y agarró a Jimmy Pickles del cuello de la camisa-. No me interesa el problema de peso de ese hombre.
-¡Eh, espera! Tengo más.
-Espero que sea bueno.
-Lo oí esta mañana cuando entré en O'Shaughnessey's para tomar un trago. ¿Conoces a Catskill? ¿El hombre a quien El Gordo arruinó?
Justin lo soltó.
-Sí.
-Esto salió porque Bonny está seduciendo a la hermana de Catskill. Anoche Bonny le estuvo contando a la chica cómo te localizaron en casa de una chica. Te tienen, tío. Saben dónde te has estado escondiendo.
-Eso es imposible -respondió Justin-. Habrían ido por mí.
Jimmy Pickles se encogió de hombros.
-Lo único que sé es lo que oí; algo de una reunión de instituto -se echó a reír mientras retrocedía-. Me alegro de no estar en tu piel, tío. Te vas a arrepentir de haber engañado al Gordo.

______ debía dejar el anillo de compromiso en Decadencia de regreso a casa, pero se lo había dejado metido en el calcetín esa mañana. Llamó a Kit por teléfono y quedó con él a la mañana siguiente, cuando él tenía pensado proponer a Sabrina en matrimonio.  

Algo Dulce - Justin Bieber y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora