Capitulo 7 (Parte 2)

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Justin pasó la mano por encima de la trampilla.
-¿Esto es para rellenarlas?
-Sí, aunque no creo que se gasten enseguida. Son decorativas; una especie de depósito de caramelos.
Él se volvió hacia ella.
-Qué interesante.
El rubí le estaba haciendo un agujero en la punta de la bota. Lo llevaba ahí desde hacía unos días, desde que Bonaventure lo había pillado rebuscando en la caja fuerte de la tienda de empeños del Gordo. Sólo había estado intentando verificar que varias piezas eran robadas; el rubí era identificable aunque lo hubieran sacado de la montura. Pero Bonny lo había acusado de robar. Mientras que aquel criminal estaba ocupado llamando a Sloss para que le diera instrucciones, Justin había conseguido guardarse el rubí en la bota. Sloss había llegado y, cumpliendo órdenes del Gordo habían llevado a Justin hasta un almacén del muelle para «interrogarlo». Afortunadamente, sólo habían ido buscando armas. Sólo echaron de menos el rubí y, horas más tarde, a Justin.
Desde entonces había tenido mucho cuidado, insistiendo mucho con sus informadores para cerrar el cerco alrededor del Gordo y sus esbirros. El rubí robado era una prueba crucial, pero Justin se había visto en una situación demasiado arriesgada para ponerse en contacto con Jakes y darle el rubí. Había pensado en esconderlo en el apartamento de ______, pero al final había descartado esa opción por el peligro que entrañaba. Sloss y Bonny podría aparecer en cualquier momento.
-Mi despacho está por aquí.
Justin la siguió y se detuvo a la puerta. La habitación estaba amueblada con sencillez en madera oscura. Las paredes eran grises.
-Es... agradable.
Ella arrugó la nariz.
-No tiene nada que ver con el resto de la tienda. Se me ocurrió que debería tener una habitación que fuera más normal, pero ha sido un error. El diseñador me sugirió algo más a tono con el local, pero me preocupé un poco pensando que no podría trabajar en un despacho de colorines.
-Yo no podría trabajar en ningún despacho, fuera como fuera.
Ella ladeó la cabeza.
-¿Lo has intentado?
-En realidad no.
Justin se quedó pensativo, recordando cómo había entrado en la academia de policía y cómo se había metido a agente secreto nada más graduarse.
______ lo miraba con dureza.
-Necesitas encontrar un trabajo de verdad, Justin.
-Sí, señorita.
-¿Has pensado alguna vez en ponerte en contacto con la policía?
Él la miró con total sorpresa.
-¿Para un trabajo?
-¡Ja! No, para informar de lo que está pasando.
-No hay necesidad. Sé cuidarme solo.
-Ya -resopló-. Veo que las rozaduras casi se te han curado. ¿Qué tal las costillas?
-No hay problema.
Se puso las manos en jarras y dobló el cuerpo para que viera que ya no le dolían.
______ bajó la voz.
-¿Y si la llamo yo?
-¿Y por qué ibas a hacer eso?
-Porque estoy preocupada por ti y creo que necesitas protección -continuó apresuradamente-. Además, no puedes esconderte en mi casa para siempre. Al final...
-Me estoy ocupando de eso.
-¿Es ahí donde estás, «ocupándote de eso», hasta las dos de la madrugada?
-Te he estado despertando. Lo siento.
Sólo sentía que ella no le hubiera invitado de nuevo a su cama. Después de lo que había pasado al final de la primera y única vez, se había prometido a sí mismo que no volvería a cometer el mismo error.
-No es eso, Justin. Me preocupas.
-A mí no me va a pasar nada. Y te prometo que pronto saldré de tu vida.
Ella levantó la cara y lo miró con sus ojos oscuros y cálidos como el carbón. Recordaba que a los dieciséis tenía la misma expresión en aquellos momentos ocasionales en los que se cansaba de hacer de alfombra y se rebelaba.
-Si crees que eso es lo que quiero -le dijo enfadada- entonces no has estado prestando ninguna atención.
-Estoy prestando atención. ¿Por qué crees que sigo aquí?
Ella abrió mucho los ojos.
-Dímelo.
-Porque...
Sonó el teléfono, pero ella lo ignoró.
-Contesta -le dijo-. Cuando termines te invito a cenar y podemos hablar de todas las maneras en las que puedo demostrarte mi interés por ti.
-¿Una cena de verdad? ¿En público?
El sonrió.
-Contesta el teléfono.
______ fue a descolgar el teléfono.
Aprovechó para salir del despacho a la zona de la balconada. Los empleados estaban cerrando la tienda, acompañando a la puerta a los clientes que aún quedaban. Limpiando las mesas. Ninguno de ellos miraba para arriba.
Se arrodilló y se desató la bota. Entonces metió la mano para sacar el rubí. Tenía que ser parte del conjunto que había sido sustraído de Park Avenue la semana anterior. Cuando los peristas lo constataran, finalmente tendría prueba de que Boris Cheney comerciaba con objetos robados.
______ seguía hablando por teléfono. Se apoyó sobre la barandilla y abrió la trampilla de la columna que estaba llena de caramelos rojos. Se fijó en las palas y en las máquinas de moneda al final de cada columna. El rubí estaría a salvo allí escondido al menos durante un tiempo.
Se estaba poniendo la bota cuando ______ salió del despacho con un maletín en la mano. Lo miró con curiosidad.
-¿Se te ha metido una piedrecilla en el zapato?
-Me había comido el calcetín.
-¿No crees que hace demasiado calor para usar botas?
-Seguramente.
-Eres un tipo muy raro, Justin. No sé por dónde pillarte.
-¡Eh, los de ahí arriba! -gritó una de las empleadas-. ______, te importa si ponemos la máquina de discos mientras limpiamos.
______ se asomó por el balcón.
-Claro que no.
-Venid aquí con nosotros.
______ miró a Justin.
-¿Te apetece? -le preguntó mientras empezaba a sonar una canción-. Pedí que me metieran canciones en la máquina de discos que tuvieran que ver con el tema de los caramelos y esas cosas -le explicó mientras bajaban.
Los jóvenes estaban bailando al son de la música mientras limpiaban las mesas y barrían el suelo antes de fregarlo.
______ abrió el bolso y sacó unas cuantas monedas de veinticinco centavos para echarlas en la máquina de discos.
-Prefiero canciones más movidas -dijo, y apretó los botones de Sugar, sugar, de los Archies y de Lollipop de las Chordettes.
-¿Es una invitación para bailar?
-Bueno, yo... -parecía tímida.
Miró a los empleados, que movían los brazos y meneaban las caderas. Así que le tomó la mano a Justin, que enseguida se soltó un poco al ver la cara sonriente de ______ mientras daba vueltas y movía las caderas, chasqueaba los dedos y meneaba el trasero. La música era contagiosa.
Aquella noche estaba particularmente atractiva, con las mejillas sonrosadas y los labios sensuales sonriendo. La falda no era corta pero sí ajustada, y le ceñía el trasero que ella meneaba de un lado a otro al compás de una canción cuyo estribillo decía «quiero caramelos».
Al poco estaban todos coreándolo, moviendo los brazos sobre la cabeza como si estuvieran en un concierto de rock.
-Quiero caramelos -cantaron.
Justin se colocó detrás de ______ y le agarró los brazos hasta bajárselos a la altura del pecho. Esperó a que llegara el estribillo y entonces le susurró al oído:
-Quiero a ______.
Ella se puso tensa. En eso coincidían.
Abrió la boca, pero no le salió la voz. La canción se terminó y todos dejaron de bailar.
-Se acabó la fiesta -dijo ______.
Muy animados, los tres empleados terminaron de recoger y se marcharon juntos después de despedirse de ellos. Justin se dio cuenta de que ______ era una jefa querida, claro que eso no lo sorprendió. Seguramente les dejaría probar todos los caramelos que quisieran gratis.
Ella se apartó de él.
-¿Entonces... la cena?
-Después de una canción más.
Sintió que se ponía nerviosa cuando empezó a sonar la música y Justin se acercó a ella despacio. La canción que había elegido era Cúbreme de Dulzura, de Def Leppard.
-Yo debería estar, esto, cerrando -balbuceó, pero sus palabras vacilantes no resultaron convincentes.
Tal vez porque él sólo la estaba mirando, no escuchando.
Cuando estaba a punto de abrazarla, ella se retiró.
-Deja que cierre la puerta.
-Buena idea.
Corrió a la puerta y echó los cerrojos.
-Y apaga las luces -añadió en tono suave y sugerente, aunque con aquel escaparate todo de cristal estarían a la vista de cualquiera que pasara.
La tienda quedó a oscuras y Justin fue hacia ______ y le levantó los brazos para que los apoyara sobre sus hombros. Le puso entonces las manos en la cintura. Ella soltó un gemido suave y se pegó a él sin dejar de menear las caderas lentamente con un ritmo sensual. La música palpitaba y pareció aumentar en intensidad mientras se provocaban el uno al otro.
El deseo latía en el ambiente. A él sin duda le estaba volviendo loco. ______ estaba hecha de un montón de curvas sugerentes, desde las piernas o el canalillo que dejaba entrever la blusa hasta la suavidad de sus brazos que se enroscaban a su cuello con calidez. Lo miraba fijamente a los ojos mientras bailaban.
Pensó que al menos esa vez sabía lo que estaban haciendo.
-¿Eres... -le pegó los labios al oído y le susurró las palabras del cantante- dulce y caliente?
Ella se estremeció junto a él, emitiendo un ronroneo que no fue una respuesta, tan solo una invitación.
Él le deslizó las manos hasta el trasero. Ella movió sus muslos redondeados contra su cuerpo, y él se excitó tanto sólo de pensar en estar entre esos muslos, que olvidó dónde estaban y por qué ella no debía tener nada con él. Lo único que le empujaba era un inmenso y palpitante deseo.
-Estoy deseando descubrirlo -le dijo mientras le deslizaba la boca por la mejilla hasta pegar la frente a la de ella.
Le pasó la lengua por los labios.
-Estoy lista.  

Algo Dulce - Justin Bieber y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora