Capítulo 7

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Hay desiciones de vida o muerte, y me gusta pensar que la que tomé esa noche entra en esa categoría.  Mi lado cobarde quedó ensombrecido a causa de las emociones que aquella voz profunda provocó en la boca de mi estómago.

Esa voz dio luz roja a las dudas que me asolaban, permitiendo que corriera en busca de unos zapatos, y que fuera el doble de silenciosa para llegar hasta la puerta principal y mover un conjunto de llaves que despertarían un batallón.

Y cuando estuve frente a él, su risa y la forma en que olía, no dejaron un rastro de arrepentimiento en mi cuerpo.

—Daniel, vámos. Dime dónde estamos  —bromeo con él al momento de que me ayudara a bajar de la motocicleta. Me moría de frío, son embargo, podía sentir que estábamos a la intemperie.

Él se tomó su tiempo de acomodar al en la moto y tomar mi mano para dirigirnos .

—Estamos en el viejo farol de San Diego —reveló por fin, como si sonara orgulloso de haberme traído a ese lugar.

Me detuve en seco y solté su manonpara cruzar mis brazos en un modo de autoprotección que era instintivo en mi cuerpo.

Me estremecí y a mi mente volvieron cosas del pasado que se reprodujeron como una película en tan sólo segundos. Ese farol poseía una historia conmigo. El mismo me traía recuerdos diversos que hace años logré enterrar en lo mas recóndito de mi memoria, recuerdos de Alexander.

Recuerdos que hubiera agradecido si los borraban de mi memoria

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Que tonta, ¿lloras por un simple anillo?  —preguntó  Alexander con un tono de fastidio.

No era un simple anillo, Alex, me lo dió mi abuela antes de morir y ahora tú has sido tan estúpido de tirarlo al mar por una maldita apuesta  —aseveré con lágrimas en mis ojos —. Era lo único que me quedaba de ella.

•••

  —Eloise, ¿por qué estabas besando a Kevin en la escuela?  preguntaba furioso Alexander.

  —No quise besarle, Alexander. Él se abalanzó hacía mí y yo no podía zafarme de él, ¡entiéndelo! exclamé totalmente desconcertada.

  —¡MIENTES!  —gritó rojo de la furia y después sentí la ardiente picazón en mi mejilla producto de sus impulsos.

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¿Te he dicho que tienes los ojos verdes más bonitos que he visto en mi vida?  —me decía mientras centraba sus ojos en los míos. Me acariciaba la mejilla dejándome temblando como una hoja en medio de un ventarrón.

Esta era nuestra tercera cita y Melanie dijo que lo más seguro es que me de un beso. Lo esperaba con ansias.

Alexander era un sueño con esos ojos grises y el cabello castaño. Era el chico más alto de todos. Todas las chicas en la escuela lo amaban y me sentía tan afortunada de que me eligiera a mí.

—¿Uhm, nos besaremos? —solté de repente. Sentí como la sangre coloreó mis mejillas, y sólo sé que estuve agradecida de que el viento salado del mar me azotara la cara. Eran tan joven.

Él sonrió grande y me siguió mirando. Se fue acercando mientras yo cerraba mis ojos y sentía el susurro de sus labios sobre los míos.

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Una Vida Contigo © Terminada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora