Abrí mis ojos y recibí la negrura nuevamente, boca arriba, en lo que parecía un lugar caliente y cómodo. Mi cama.
Como un rayo, los recuerdos de la noche anterior pasaron por mi cabeza; sonidos, personas, alcohol y música. Piel contra piel, manos unidas, sentimientos revelados y alientos que se unían para llegar a nada. Con un suspiro de arrepentimiento giré mi cuerpo de lado abrazando mi almohada.
Había tratado de besar a Daniel y él me había apartado.
Cerré mis parpados con fuerzas para apartar el remordimiento y presión en mi pecho. Estaba consciente en ese momento de todo lo que salía de mi boca. El inconveniente fue que mi subconsciente no logró razón para callarme o detenerme. El alcohol había resquebrajado esa habilidad y simplemente había hecho lo que en ese momento se sentía perfecto; tomar sus manos, sentir sus facciones... sus labios y ese suave cabello.
Tenía mis dos manos en su rostro, su aliento enfrentaba el mío, sus labios se sentían a un centímetro de distancia. Era cuestión de un movimiento para decirle con mis labios como me hacia sentir. Sólo un poco más... hasta sentir su barba raspar mis labios y a él escucharlo decir.
─Eloise, no...
Mi ilusión se quebró en dos cuando él separó el espacio y dejó que el aire se interpusiera entre nosotros, se sentía ahora una milla de distancia entre él y mi corazón.
Daniel hacia crecer sentimientos en mí. Cada noche lograba colarse un poco más bajo mi piel, y no quería admitirlo hasta ayer en la noche cuando sus brazos se sintieron como el lugar más hermoso del mundo, y sólo tenía que decirlo. Decirle que mi corazón se salta un latido cada vez que escucho su voz a través de la ventana. Que no hay abrazo sin que yo tiemble como una hoja y que no hay momento en que mis ojos no añoren observarle.
Quizá podría ser una carga para él como todos los demás piensan. Quizás no se quería arriesgar con alguien que necesita un perro guía para caminar.
Pero yo sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo cuando empecé con esto, y me advertí que si alguna vez salía herida, todo iba a correr por mi cuenta. Que seguiría adelante y aprendería de ello.
Al segundo, escuché a Scott acercarse al borde de la cama donde estaba mi cabeza, y despejó mi mente con su lengua en mi cara y un ladrido alegre.
─Hola, chico. ─Acaricié su cabeza y de inmediato la enterró al lado de la mía para que siguiera con ello. Una sonrisa triste cruzó por mi boca─. Parece que eras el único que aprecia mi cariño, Scott. ─Volví a mis pensamientos.
─También parece que eres el único que no me rompe el corazón. —Él levantó su cabeza—. Me tienes muy consentida ─le dije—, igual que a Daniel. ¿Te caía bien, verdad? ─lo escuché ladrar.
Suspiré.
─Pues no creo que vuelva, amigo. ─Suspiré resignada, y al fin y al cabo triste. Scott volvió a meter su cabeza junto a la mía ante eso.
Podía tener el corazón herido, pero sabía algo... Que no iba a darle el gusto de que doliera por mucho tiempo. Porque hace seis años, en la sala de un psicólogo, me había prometido a mí misma que no iba a dejar que nada me quebrara hasta ese punto. Que sería fuerte y afrontaría todo lo que viniera porque mi vida no valía tal cosa.
•••
Ese mismo día estaba con mi madre lavando los platos mientras el sol estaba en su punto más alto. Ella no había dicho una palabra en todo el día más que para desear buenos días y preguntar si quería pollo para el almuerzo. Mi cabeza ya tenía suficiente con Daniel y el no beso como para ahora añadirle que mi madre se haya enterado de mis salidas nocturnas.
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Una Vida Contigo © Terminada.
RomanceUna chica ciega que habita en un mundo de reglas, luchará a través de ellas y de su pasado, para conseguir lo que anhela, libertad. ••• Eloise Bennett cumple seis años de haber perdido la vista a causa de un accidente que hasta el día de hoy lamenta...