Capítulo 1: Sensaciones Siniestras.

901 94 13
                                    

🌹🌹

Me incorporé en la orilla de mi cama, estiré el brazo hasta alcanzar el móvil y lo desbloqueé. Una vez más me he despertando a las tres y media de la mañana.

Otra vez tengo esa sensación incómoda, soñé algo, lo sé; pero me es imposible recordarlo. Me pasa muy amenudo —Sobre todo cuando hay luna llena— y sorprendentemente siempre me despierto a la misma hora.

Quisiera recordar mis sueños, pero hasta la fecha en mi memoria no hay ni uno, ni siquiera sé si en vez de sueños son pesadillas... ¿Por qué?

Me levanté en busca de mi bata y me coloqué mis pantuflas decidida a bajar a buscar agua.

Abrí la puerta y vi de lado a lado, como niño pequeño que está alerta de que nadie lo vea bajar a por los dulces; en mi caso solo lo hago porque la oscuridad me da cierta incomodidad.

Después de calmarme un poco me apresuré a bajar las escaleras, asustándome de vez en cuando por mis propios pasos que hacían crujir la madera de los escalones.

Al llegar al pie de la escalera giré hacia la derecha donde está la cocina. Para mi sorpresa, no fui la única con la misma idea.

Pude ver a Raimundo de espaldas, agachado frente al refrigerador, buscando seguramente algo para comer o beber.

Mi hermano y yo somos muy diferentes en todos los sentidos. Él es alto, su cabello rubio es casi dorado, sus ojos son de un azul muy cristalino y su piel es muy trigueña para ser británico. Además de eso, es mayor que yo por tres años. Tiene diecinueve.

Siempre lo he considerado como el hijo perfectamente imperfecto y el tipo chico con el que todas quisieran salir.

Cuando estudiábamos en la misma escuela, muchas chicas fingieron ser mis amigas sólo para tenerme de excusa y poder venir a mi casa a verlo. Aunque eso al pasar el tiempo dejó de molestarme.

Yo sin embargo tengo el cabello rojizo, el cual, —según mi mejor amiga.— se vuelve de un rojo muy intenso cuando estoy molesta; posiblemente es por la luz, pero me gusta que mi mejor amiga le busque una explicación fascinante al asunto, ya que lo fascinante y yo no vamos cogidos de la mano.

A mi cabello lo acompañan unos ojos verdes muy claros, aunque mi ojo izquierdo tiene un defecto, por así decirlo, ya que tiene una parte color miel. Mi madre dice que no es nada de lo que deba preocuparme, que no es normal pero tampoco anormal, simplemente es poco común.

Mi estatura, por otra parte, considero que es la adecuada; no muy alta, no muy baja. Mido aproximadamente 1,63m. —O por lo menos, eso me había dicho el doctor la última vez que me medí hace ya un año.— No creo haber crecido de todas formas.

Con respecto a lo demás, no creo que ningún amigo de mi hermano se le acerque nada más para tenerlo de excusa para verme

Agité la cabeza levemente para apartarme de mis pensamientos. Las comparaciones que puedo hacerme con mi hermano Raimundo son eternas.

Carraspeo un poco mi garganta para hacer notar mi presencia.

Dio un respingo al escucharme. Ahogué una carcajada.

—Vaya vaya, ¿Qué tenemos aquí? —Inquirí retóricamente. —El pequeño Raimundo hurgando en la cocina de madrugada, como un vulgar ladrón.

—¡Shh! —Siseó mandándome a callar. —Puedes despertar a alguien. —Comentó mientras miraba por encima de su cabeza asegurándose de que no hubiera nadie. —Casi me matas de un susto.

Rodé mis ojos.

—Cálmate Raimundo. Mamá estuvo todo el día decorando la casa para navidad y está exhausta; Papá bueno, él acaba de regresar de la casa de la abuela y no creo que este cansado del viaje si sabes a lo que me refiero. —Esbocé una sonrisa y  Raimundo soltó una carcajada.

Daevas 2: El Caballero de la Rosa Negra. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora