Capitulo 21

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Rusia, 25 de febrero del 2016.
La nieve blanca adornaba todo el lugar, y el frío era tan potente que podía ver mi aliento.

— Niña tonta, ¿Cómo se te ocurre salir así del barco sin abrigo? — Chilló Salomón, colocando en mis hombros un grueso abrigó de piel.

— Gracias, pero yo no te pedí que me trajeras el abrigo.

— Bueno, si tu insistes. — Me lo arrebato y se lo coloco él. — Igual yo si tengo mucho frío.

— Imbécil. — Dije mientras veía como se alejaba.

— Si sigues así, creo que lo terminarás matando al final del día. — Dijo James entregándome un nuevo abrigo.

— Pero eso no te importaría a ti James, estoy segura que hasta me apoyarías en hacerlo.

— Sí, es cierto que su presencia no me hace ni un poco de gracia. Pero no podría apoyarte a hacer algo, de lo que te arrepentirías después.

— Yo no me arrepentiría en lo absoluto James. No lo soporto.

— En el fondo lo amas. Lo veo en tus ojos, y lo se porque así me mirabas a mi.

No se sí la mirada que le di James expresaba culpa o pena. Los ojos verdes de James se veían tan tristes. Era la primera vez que lo veía reflejar alguna emoción.

— James... — Dije despacio y casi en susurro

— Tranquila, no es tu culpa. No sientas pena, lo último que quiero en esta eterna vida, es que sufras por mi. — Se acercó a mi, coloco detrás de mi oreja mi flequillo rojizo y guío su mano hasta mis mejillas. — Pero que te quede claro mi amada, no renunciare a ti sin antes dar batalla. — Poso sus labios cerca de los míos, causando un ligero roce entre ellos, y me dio un delicado beso.

— Me dan náuseas. — Dijo en tono burlón Abraham quien estaba acompañado por Dimitri.

Me aleje bruscamente de James, y agradezco mucho que anteriormente estaba con los mofletes rojos por el frío, así no notarían lo ruborizada que estaba.

— ¡Dimitri! — Dije con una sonrisa de oreja a oreja.

— Princesa, como es posible que estés vestida así con este clima. Tu cara está muy roja, seguro estas toda entumecida.

Si, ahí esta. El Dimitri sobre protector y mandón de siempre.

— Vamos, perderemos el tren si seguimos parados aquí. — Apresuro a decirnos Dimitri.

— ¿Tren? — Mire a Abraham. — ¿Aún no estamos en San Petersburgo?

— No aún no. Tomando el tren nos tomaría 3 días llegar. — Explico Abraham.

Me sorprendí al ver que teníamos la mitad del tren solo para nosotros. Su interior era muy cálido con paredes verde oscuro con estampados, los marcos de las ventanas eran de color marrón. Habían asientos a cada lado con mesas en el medio, y arriba de ellos barandillas para poner el equipaje.

Dimitri estuvo toda una hora explicándome donde estaba mi habitación, los baños y donde iba a comer. Por motivos de seguridad Salomón y James me acompañarían en mi habitación. Mientras que Abraham estaría en techo del tren y Dimitri recorriendo cada cierto tiempo todos los vagones del tren, incluyendo el que transportaba mortales.

— ¿Por que no puedo ir a los otros vagones? — Le reclamé furiosa a Dimitri.

— Princesa, ya te lo dije. Se te está estrictamente prohibido.

— ¿No se supone que debería ser yo, la que decida que puedo y no puedo hacer? — Los mire a todos desafiantes.

— No se lo prohibas Dimitri, déjala ir. — Ordeno James, quién estaba apoyado de una de las mesas del vagón, con sus ojos cerrados.

Daevas 2: El Caballero de la Rosa Negra. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora